lunes, 31 de octubre de 2011

¿Qué haremos con los oficiales de la policía política?

José Antonio Fornaris Ramos

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org – Durante años, en disímiles situaciones, he tenido que ver el rostro y escuchar las voces de distintos oficiales de la policía política.
Durante una larga época, todos o casi todos se presentaban con nombres rusos. Eran los tiempos de la “ayuda desinteresada de la Unión Soviética”. Después del derrumbe del “socialismo real” en toda Europa, comenzaron a utilizar nombres propios de cualquier latinoamericano.
Pero lo mismo antes que ahora actúan de igual forma. Amenazan, ofenden, atemorizan y reprimen.
Este  24 de octubre tuve mi más reciente encuentro con ellos. A estos nunca los había visto. Uno se hace llamar Tomás y el otro Adrián. Tomás es el nuevo jefe de “Enfrentamiento a la Prensa” y Adrián es parte de ese equipo.
Temprano en la mañana nos citaron para la estación policial de Managua a Amarilis Cortina y a mí. El motivo era una reunión de colegas convocada para realizar un brindis por los 221 años del primer periódico que hubo en Cuba, “El Papel Periódico de La Habana”, que salió a la palestra un domingo 24 de octubre, fecha que la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP) , ha  retomado como Día del Periodista.
“La reunión que usted convocó hay que suspenderla”, dijo el jefe. “No podemos permitir que en esa casa (la de Amarilis Cortina) estén reunidos 20 o más contrarrevolucionarios”, agregó.
Más adelante insinuó que éramos “mercenarios”. Y luego aseguró que podía dejarme detenido en esa propia estación policial o trasladarme al municipio La Lisa.
No importa para nada que la Constitución de 1976 diga que todos los cubanos tenemos iguales derechos e iguales deberes, ni que no estuviéramos violando ninguna ley. Esas cosas no cuentan.
De todas formas, a partir de la una de la tarde, la hora en que estaba prevista, realizamos nuestra actividad que más que todo era de características histórico-culturales.  No existía ningún ánimo de confrontación, queríamos simplemente ejercer nuestro derecho a realizar ese tipo de encuentros.
Estos nuevos “enfrentadores a la prensa”, son hombres jóvenes, que pudieran, en un país normal, ocuparse de asuntos que le dieran beneficios materiales y morales a ellos y a la tierra donde les tocó nacer; pero lamentablemente se dedican a perseguir a otros ciudadanos que sólo desean para Cuba un régimen democrático.
Los oficiales de la Policía Política, o Seguridad del Estado, son ya como alienígenos, gente que actúa a las órdenes de otro mundo. La forma de gobierno existente en la isla pertenece a épocas oscuras de la humanidad.
Está más que probado que al grupo que lleva en el poder más de medio siglo, solo le interesa su negocio político y económico. Es lástima que exista una Policía Política que se dedique a cuidar los intereses de esa gente. Es tal la desgracia del  pueblo de Cuba, que, además, tiene que trabajar para pagar y mantener a toda esa Policía Política, que en buena medida es culpable  de la carencia de derechos políticos y económicos de la inmensa mayoría de los cubanos.
¿Qué se podrá hacer con todos estos agentes de la Policía Política tras el advenimiento de la democracia en la isla? Muchas cosas, pero la principal es darles la oportunidad de que se regeneren y conviertan en ciudadanos de bien.
NOTA DE EL FANTASMA
Ciertamente sí... ¿Qué deberá hacer con ellos la Cuba del futuro? Lo primero, hacer justicia sin reconocerles el principio de la obediencia debida. A ningún hombre o mujer se le puede aceptar que violenten sus principios porque algún superior se lo ordene. En Nuremberg, al concluir la Segunda Guerra Mundial, esa excusa fue denegada. Los odiosos criminales de las SS y de la Gestapo tuvieron que enfrentar su suerte.
Acosar a personas pacíficas, con amenazas, con arrestos y hasta con golpes, solo por no aceptar los dogmas impuestos por las altas esferas de la gerontocracia, constituyen delitos contra la humanidad. ¿Están conscientes de esta realidad esos jóvenes oficiales de la Seguridad del Estado? A ellos no les importa para nada; se sienten confiados de la inamovilidad del sistema tiránico impuesto en la isla y que tan bien ─ es un decir ─ defienden y sostienen ellos.
Se ocultan bajo nombres falsos, sin apellidos paternos o maternos, como si fueran engendrados en un artilugio elaborador de rufianes y  de esbirros sin que hayan sido engendrados de manera natural en el abrazo de un hombre y una mujer.
No son aberrados psicópatas, aunque algunos evidencian un definido comportamiento socio patológico, son mercenarios que actúan por la paga, por un módulo de ropa y por el disfrute de algún inestable privilegio.
¿Qué hacer con ellos? ¿Conocen ellos la historia republicana? Tal vez no sepan de la vendetta popular cuando cayera el gobierno del General Gerardo Machado, nuestro primer dictador, dirigida contra aquellos a los que el pueblo denominaba “apapipios” y formaban parte de los detestados cuerpos de seguridad del régimen conocidos como “porristas”. ¡Dios quiera, para beneficio de ellos, que rectifiquen antes de que suenen las trompetas del Juicio final!

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