martes, 18 de octubre de 2011

La Coubre, una explosión oscura

Pablo Pascual Méndez Piña
El buque carguero La Coubre

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Oscar Tomás Pérez González pronto cumplirá 71 años, pero en marzo de 1960 (4 de marzo: 3:10 PM) cuando atronaron las dos explosiones del vapor francés La Coubre, era un joven de 19 años, el mayor de la prole de Oscar Pérez Fuentes, “cubiertero” y capataz de la Compañía Trasatlántica Española, uno de los expertos escogidos por el capitán Holguín para descargar las armas proveniente de Amberes, Bélgica.

Oscarito, recorrió los hospitales en busca de su padre, se rumoraba que había muchos desaparecidos; por fin, a las 03:30 de la madrugada identificó el cadáver que yacía destrozado en una gaveta de la morgue de Ciudad Libertad, otrora campamento de Columbia.
Restos de La Coubre

Allá concurrieron su madre y hermanos menores para velarlo en una capilla improvisada.  A la mañana siguiente le informaron que los restos serían trasladados a la sede de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), desde allí partió el cortejo fúnebre y todos los familiares marcharon  escoltando los armones; entretanto Fidel Castro despedía el duelo desde una tribuna emplazada en las calles 23 y 12—“A tú padre lo mataron los americanos”—fueron las frases que repicaron en sus oídos durante toda la jornada, expresa Oscar.

Tras el encontronazo entre Castro y el embajador de España, Logendio; provino la nacionalización de la Compañía Trasatlántica Española, donde él laboraba; le notificaron su despido, reclamó al capitán Nieves (segundo del comandante Castellón), quien le confirmó que prescindirían de sus servicios porque las plazas estaban reservadas para licenciados del ejército rebelde.  Oscar quedó sin trabajo y comprobó que aquellos revolucionarios venidos del oriente representaban la nueva generación de “rompe huelgas”; su padre un militante del Partido Socialista Popular (PSP) desde el año 1937 y amigo del asesinado líder portuario Aracelio Iglesias despreciaba a aquella “raza” de hombres serviles.
Monumento a La Coubre en el puerto habanero

Hoy, como el 99% de los cubanos permanece sumido en la pobreza; está retirado y aunque le entregó 40 años de su trabajo al régimen, pervive con peliagudas escaseces y un televisor en blanco y negro de los años 70;  pero considera “indecente” sacar beneficio a la memoria de un allegado muerto por terrorismo.

Con la reciente visita del señor Jean María Guillotín[1], hijo de un marino francés herido durante la explosión del vapor La Coubre y fallecido posteriormente, quien investiga el evento acaecido hace medio siglo, más la lectura del artículo de Miguel Saludes publicado en Cubanet, a Oscar Pérez González le asaltan fundamentadas dudas sobre la muerte de su padre.

Resulta sospechoso—alega—que el señor Guillotín esté husmeando después de tanto tiempo; sus intenciones no parecen claras, tal vez está  a la caza de algún desliz en los procedimientos para demandar a la Compagnie Générale Trasatlántique (CGT), contratista del vapor La Coubre, por una indemnización millonaria, o de lo contrario no confía en la versión oficial que señala a los servicios de inteligencia norteamericanos como los autores.

También la hipótesis que apunta al FLN de Argelia como protagonista del atentado, no parece una conjetura descabellada y si maquinamos que  las conclusiones de los juristas de la CGT sobre el siniestro fueron clasificadas  como “no publicables” por un periodo de 150 años, cabe la posibilidad de que exista un trato para no revelar detalles.  Para nadie es un secreto que el régimen cubano se identificó con la lucha del FLN argelino desde el primer momento, incluso, envió contingentes de tropas a ese país.

Oscar demanda más esclarecimientos sobre la explosión del La Coubre; considera que tiene derecho a saber de dónde procede la mano que asesinó a su padre, hasta la fecha, el gobierno cubano sólo ha presentado evidencias circunstanciales y para nada convincentes de lo que pudiera llamarse “la voladura del Maine cubano”, algo que sirvió de pretexto para enemistarnos con el vecino norteño.


[1] En realidad, su nombre es Jean François Guillotin. El nombre de Jean Marie Guillotin es el del marino francés herido durante la explosión, su padre. NOTA DE EL FANTASMA.

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