Mario J. Viera
Sí, la estrella emergente del Tea Party, el ultraconservador a pesar de su juventud, Marco Rubio no se ha cansado de decir que es hijo de exiliados cubanos, es decir de personas que se opusieron al régimen de Fidel Castro, y su retórica ha conmovido al exilio cubano de arrugas y nostalgias que siempre vota por los candidatos republicanos.
Ahora el Washington Post le saca a la cara la realidad: sus padres son inmigrantes comunes y corrientes que arribaron legalmente a los Estados Unidos en 1956 cuando todavía Fidel Castro, como observa el diario, estaba en México “planeando su quijotesco retorno a Cuba”.
Lo afirmado por el Washington Post se fundamenta en documentos de naturalización y otros registros oficiales que fueron consultados por el rotativo. Los padres del senador Rubio no son ni exiliados ni refugiados políticos, vivían y trabajaban en los Estados Unidos, eran inmigrantes buscando un modo mejor de vida cuando en Cuba apenas había emigrantes.
Nada conocieron de la realidad que se vivió en Cuba tras el año de 1959. Rubio reconoce que su madre fue a Cuba en 1961 y luego de “apenas unas semanas allí, ella se dio cuenta de la verdadera naturaleza de la dirección en que Castro estaba llevando a Cuba y regresó un mes más tarde, para no regresar jamás”. Hay que suponer que ella sería una extraordinaria visionaria que captó la tragedia de Cuba en pocos días o tal vez en un par de meses de estar en Cuba.
Rubio puede estar orgulloso de sus progenitores, un matrimonio de inmigrantes que con mucho esfuerzo logró darles educación a sus hijos y guiarlos dentro de valores humanos. Admirarlos por lo que son y por lo que fueron; pero es lamentable que les construya una historia que no tuvieron para él abrirse paso en las lides políticas. Eso es carencia de ética, aunque esto es una característica que adorna a muchas figuras políticas y no exclusividad del un hijo de inmigrantes nacido en Estados Unidos.
Por otra parte, con su presencia, sus dotes de orador, su legítimo carisma, el senador Marco Rubio tiene todo el derecho que le da la Constitución, pese a lo que reclamen los Birther, a correr por el cargo de vicepresidente o ser candidato en el futuro para la presidencia de los Estados Unidos por ser ciudadano de Estados Unidos nacido en la ciudad de Miami.
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