Mario J. Viera
El místico presidente encargado de
Venezuela, Nicolás Maduro, sospecha, según ha dicho, que Hugo Chávez fue
asesinado. Por tal razón ha declarado que de ganar las elecciones este 14 de
abril nombraría una comisión médica para abrir una investigación al respecto.
Sobre esta tesis el psicólogo,
diplomático y ex diputado al Congreso venezolano entre 1984 y 1990, Vladimir Gessen opinó, en una entrevista que
publica El Diario de Caracas, que Maduro podría llevarse una sorpresa si se
comprobaba el magnicidio, porque asegura que la historia “muestra que generalmente son las personas cercanas a las víctimas
quienes cometen los magnicidios”. Y agrega Gessen: “Si a Chávez lo envenenaron, tiene que haber sido por medio de alguna
inyección o por vía oral. La única forma de inyectarlo es que su equipo médico
u odontológico lo haya engañado”.
Para muchos analistas la tesis de la
conspiración para asesinar al Presidente es un absurdo y acatan el supuesto de
que el fallecimiento de Chávez se debió a causas naturales derivadas del
agravamiento de su pretendida afectación cancerosa, a la vez que rechazan la
conjetura del cáncer inducido que enarbola Nicolás Maduro.
Según el general José Ornella quien
fungiera como jefe de la escolta personal de Chávez su deceso habría sido
debido a “un infarto, que le dio fulminante”. “(Chávez) No podía hablar, pero lo dijo con los labios....yo no quiero morir, por
favor no me dejen morir', porque él quería a su país, se inmoló por su país
(…) Sufrió
bastante. Nosotros que estábamos al lado...sufrió mucho esa enfermedad”.
Si al cadáver de Chávez se le hizo una
autopsia se desconoce y, por tanto, las causas probables de su fallecimiento se
quedan dentro de lo especulativo. Cabe cualquier hipótesis necrológica.
Ornella empleó una frase sugestiva y
premonitoria, cuando dijo: “Y bueno, la
historia la escribiremos y algún día alguien escribirá y algún día el médico
escribirá”. ¿Qué pasaba por la mente de este alto oficial? Además, ¿qué
quiso decir cuando apuntó que Chávez “se
inmoló por su país”? Me resulta muy sugerente esa supuesta autoinmolación
de Hugo Chávez. Inmolación, según la Real Academia Española, significa: Sacrificar algo por una causa o por alguien.
¿Habrá estado Chávez actuando contra natura con un propósito determinado que
desencadenaría un resultado trágico por él no esperado?
Los actuales gobernantes de Venezuela
se han empeñado en crear una aureola de santidad en torno al desaparecido
caudillo del Socialismo del Siglo XXI, y le otorgan el título de “Cristo de los
Pobres” además de intentar presentarle
como si fuera un mártir; pero un mártir sui géneris que muere en su lecho de
convaleciente. Antes le presentaban, y el mismo Chávez hacía gala de ello, como
si fuera un vencedor del infortunio, como la imagen del líder que no se dejaría
vencer por el cáncer.
Todo comenzó el 9 de mayo de 2011. Una
inflamación en la rodilla obligó a Chávez tener que suspender una gira que
tenía programada a Brasil, Ecuador y Cuba. “Hemos
estado batallando con una lesión que me surgió ayer ─ informó Chávez ese
mismo día ─, en realidad tengo una vieja
lesión en una rodilla (…) me di un
golpe en la rodilla y hay un derrame de líquido, inflamación y dolor. Estoy
aquí con los médicos y me han dado reposo absoluto por unos días, todavía no sé
cuántos”.
El 6 de junio Chávez emprendía su
gira. Llega a Brasil para su encuentro con Dilma Rousseff, cojeando y apoyado
en un bastón; al día siguiente viajó a Ecuador para arribar a La Habana en la
madrugada del día 8 de junio. Dos días después era operado, no de su rodilla
sino de un absceso pélvico, según comunicara quien fungía como Canciller
entonces, Nicolás Maduro. El absceso pélvico se dijo que se trataba de “una lesión productora de pus generalmente
causada por una infección bacteriana”.
En el comunicado que leyera Maduro se
decía:
“Ya casi totalmente
restablecido de la lesión de una de su rodilla, presentó una nueva dolencia de
salud, la cual fue evaluada de manera inmediata por su equipo médico de
confianza. Con el invalorable apoyo de Fidel, de Raúl y del excelente sistema
de salud de la hermana República de Cuba se hicieron los exámenes diagnósticos,
los cuales revelaron la existencia de un absceso pélvico que ameritó la
decisión del presidente Hugo Chávez de someterse de manera inmediata a un procedimiento
quirúrgico correctivo”
Veinte días después, el 30 de junio,
Chávez en una transmisión televisiva desde La Habana informaría que se estaba
recuperando de una operación para extirpar un tumor con células cancerosas. Sin
previo aviso, de inmediato, dos días después de llegar a Cuba, Chávez tenía
cáncer y había que someterle a una intervención quirúrgica de urgencia. Llega
en la madrugada del 8; después de un descanso se entrevista con los Castro.
Fidel Castro se interesa por su salud… Quizá al siguiente día se le somete a un
estudio clínico y se decide actuar con urgencia y operarle un día después.
¿Cabe la suspicacia? Sí, cabe.
De inmediato comenzaron las
especulaciones sobre la salud de Chávez y se adelantaban criterios que decían
que padecía de un cáncer del colon, algo que de inmediato fuera negado por el
gobierno venezolano afirmando que el tumor había sido eliminado y Chávez iba
hacia una “recuperación completa”.
A poco de tres semanas de su retorno a
Venezuela, el 16 de julio Chávez volvió a Cuba a iniciar un tratamiento de
quimioterapia regresando el 23 de julio
cuando decidió raparse antes de que su cabello comenzara a caer por los efectos
de la quimioterapia.
En total Chávez, supuestamente se
sometió a cuatro sesiones de quimioterapia, la última se produjo el 18 de
septiembre de 2011. Al respecto dijo que “hoy
me van a hacer unos exámenes y mañana temprano comenzaré el cuarto ciclo de
quimioterapia. Lo más probable es que sea el último y ya cerramos la página.
Adiós amenaza de cáncer y a la vida, al camino que viene que es largo, la
batalla que viene que es dura, aquí y en nuestra América”.
Adiós al cáncer. Así pensaba Chávez.
Vencía la enfermedad. Se sentía imbatible. El 13 de enero de 2012, no muestra
señales de cansancio y presenta ante la Asamblea Nacional la Memoria y Cuenta
de 2011, hablando durante 9 horas y 28 minutos.
Sin embargo, retorna a Cuba y el 26 de
febrero de 2012 se somete, se dijo, a una nueva operación. Veintiún días
despues regresaría a Venezuela lleno de bríos y sintiéndose “bastante
recuperado”. Dijo entonces: “Hemos estado
en un proceso de franca recuperación y seguimos en recuperación, debo
continuar, ustedes saben, con mucha disciplina en ese plan de recuperación
física, pero debo decirles que me siento bastante recuperado”, y agregó: “Que no crea nadie que ya pasó todo, no,
estamos venciendo, pero debemos ser rigurosamente disciplinados (...) debo seguir (...) disciplina de recluta”.
El 4 de septiembre de 2012, Chávez se
sentía en excelentes condiciones y se enfrascaba ya en su misticismo religioso
que convertiría en su principal bandera para la campaña electoral que se
acercaba. “Gracias a Dios aquí estoy
recuperado, me siento muy bien, lleno de optimismo. Estoy recuperado”. Y
con ese optimismo puso de manifiesto que “estamos
cargados de amor y optimismo para seguir batallando por la vida, por la
felicidad colectiva. Esa es la lucha nuestra”.
Chávez trataría de sacarle partido a
su supuesta o real enfermedad y así lo entendieron algunos analistas. Ricardo
Trotti en artículo publicado en el Universal dijo: “El anuncio, aunque tardío, le sirve al Gobierno de bálsamo para calmar
especulaciones y transformar la enfermedad en un instrumento utilitario,
convirtiendo un tumor maligno, en estrategia benigna para el régimen, aprovechando
la coyuntura de que ‘no hay mal que por bien no venga’”.
Y Angela Ríos también del Universal
afirmó: “Al Presidente se le ha atribuido
un liderazgo de naturaleza místico-religiosa”.
Sin embargo su fin estaba próximo.
Había retado a la naturaleza y la naturaleza le vencería; puso en riesgo su
propia salud para ganar el entusiasmo cristero de una parte importante de la
sociedad venezolana que no dudaría en darle sus votos, sin percatarse que había
desencadenado una fuerza diabólica que acabaría con su existencia.
El 27 de noviembre, 51 días después de
su victoria electoral del 7 de octubre, Chávez pediría autorización para viajar
a Cuba. “Se me ha recomendado iniciar un
tratamiento especial consistente en varias sesiones de oxigenación hiperbárica
que, junto a la fisioterapia, siguen consolidando el proceso de fortalecimiento
de la salud que he venido experimentando”, indicó Chávez en su solicitud a
la Asamblea Nacional, y agregaba: “He
venido velando por el debido cuidado de mi salud y cumpliendo celosamente con
el plan de tratamiento complementario ordenado por el equipo médico que me
atiende”. Ahora el presidente no mostraba mucho optimismo por su salud
Sea la causa que fuera, la salud de
Chávez se deterioraba visiblemente por lo que volvió de nuevo a Cuba luego que ─ advertido que pudiera quedar
incapacitado para ejercer el gobierno ─
decidiera seguir el consejo de sus amigos de proclamar a Nicolás Maduro como su
sucesor político. Los Castro ya preveían el desenlace fatal y quieren evitar
futuras suspicacias y deciden que Hugo Chávez no puede morir en Cuba. Luego de
más de dos meses de estar recluido en Cuba, regresaría finalmente a Venezuela
el 18 de febrero. En su cuenta Twitter escribiría entonces: “Hemos llegado de nuevo a la Patria
venezolana. Gracias Dios mío!! Gracias Pueblo amado!! Aquí continuaremos el
tratamiento”, para agregar después: “Sigo
aferrado a Cristo y confiado a mis médicos y enfermeras. Hasta la victoria
siempre!! Viviremos y venceremos!!”.
El hado había dictado ya su sentencia.
El 5 de marzo se conocería que Hugo Chávez había dejado de existir.
¿Había muerto Chávez ese día? ¿Había
muerto realmente víctima del cáncer? ¿Había muerto como resultado de haber
puesto en riesgo él mismo su propia salud? ¿Algún piadoso colaborador le habría
practicado la eutanasia? Las respuestas a estas preguntas solo caben en el
plano especulativo.
Si nos atenemos a lo expresado por
algunos de aquellos que desfilaron ante el féretro de Chávez que decían se le
veía sin deterioro y hasta una de sus fieles seguidoras de pueblo había dicho,
según reportara el Popular.pe: “Ahora estoy más tranquila… lo vi, se ve lindo,
como si estuviera dormido”. Su cadáver no mostraba los rasgos propios del
enfermo terminal de cáncer. Más aún: las patéticas fotos que se publicaron de un Chávez pretendiendo
una sonrisa forzada hasta ser una verdadera mueca a solo tres días antes de su
regreso definitivo a Venezuela no mostraba las señales características del
enfermo terminal de cáncer, pues hasta se le veía con aspecto robusto en su
lecho de enfermo.
Vuelvo a las declaraciones del general
José Ornella cuando dijo que Chávez no podía hablar, “pero lo dijo con los labios....yo no quiero morir, por favor no me
dejen morir'”. Todo aquel que haya conocido a un enfermo terminal de
cáncer, que haya estado junto a su lecho de enfermo conoce su desesperación
angustiosa, anhelando que la muerte le ponga fin a sus sufrimientos, que desean
la muerte más allá del temor que le inspire su instinto de conservación.
“Yo
no quiero morir, por favor no me dejen morir”. Chávez teme por su vida, no
quiere morir; su cáncer aun no le ha llevado al paroxismo; aún tiene esperanzas
de vivir y ruega que no le dejen morir ¿Por qué ese temor? ¿A quién le temía?
¿Quién asesinó a Chávez? Tal vez fue
él mismo buscando enfrentar a la naturaleza para al final poder mostrarse como
el gran vencedor sobre la muerte; tal vez haya sido alguna mano oculta
ejecutora de una decisión superior… ¿Quién asesinó a Chávez? Definitivamente no
creo que haya sido el cáncer.
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