jueves, 4 de abril de 2013

Capriles y el impostor...


Alexander Cambero. ANALITICA.com

Henrique Capriles vuelve a recorrer el país. Es emocionante ver cómo reúne grandes conglomerados que buscan una alternativa ante la pretensión hegemónica del régimen.

Sus palabras tienen la grandeza de contar con un discurso directo que llega con suma facilidad al oyente. Cruza nuestra geografía para aparecer en cualquier punto de ella, con la frescura que brinda su compromiso con la patria. Es un líder sin ínfulas de inmortalidad, haciendo énfasis en su vocación de servicio como mecanismo idóneo para encauzar una nación envuelta en una gran incertidumbre. Capriles le imprime un entusiasmo que contagia a miles que pesaban que el destino final era permanecer atrapados en las redes de esta tupida telaraña de bajas pasiones.

Su adversario es todo lo contrario. Administra una herencia electoral y política que no bregó. Con suma habilidad escaló posiciones hasta desplazar a los que se alzaron en los cuarteles el cuatro de febrero de 1992. Aquellos lo arriesgaron todo en un momento cumbre de sus carreras militares. Tuvieron que enfrentar las vicisitudes de levantarse en contra de la Constitución, exponiendo sus vidas en aquella noche que no olvidaremos jamás. Sus familias sintieron cómo el sobresalto se incorporaba dramáticamente al seno del hogar. Mientras esto ocurría Nicolás Maduro era un reposero más en la nómina del Metro de Caracas. Alguien que solo se retrataba en taquilla los viernes por la mañana. De la noche a la mañana el holgazán se transformó en bolivariano. En aquellos azarosos días logró conectarse con Hugo Chávez hasta obtener todo su apoyo en la persecución de sus metas. Era el obediente que jamás contradijo una posición de su amo. Aplaudía con frenesí sus excentricidades. Su forma complaciente de endulzar el ego del líder le fue granjeando simpatías. Nadie sabía cómo pensaba o si discrepaba en algo. Desde el principio fue un títere que movían con suma facilidad ya que descubrieron que era huérfano de talento. Que su característica principal era la falta de seso.

La muerte de Hugo Chávez y la grosera intromisión del régimen cubano lo hizo candidato presidencial. Raúl Castro conoce sus debilidades y las utiliza a su favor, Maduro es el perfecto aliado que necesitan para seguir llevándose el dinero. Este señor es un verdadero impostor que responde primero a los intereses antillanos que a la soberanía patria. Cuba cuenta con las piezas que lo manejan a su antojo. Desde el exembajador Germán Sánchez Otero hasta Raúl Castro, sin olvidar a quienes lo marcaron de cerca en algún momento: Francisco Pérez Roque y Ramiro Valdez. Ellos están de plácemes ante la posibilidad de ponerle la mano al botín.

Venezuela tendrá en sus manos la decisión más importante del último tiempo. El domingo 14 de abril escogerá entre Henrique Capriles y Nicolás Maduro. Sus trayectorias son diametralmente opuestas. El abanderado democrático es un joven profesional con numerosos éxitos como servidor público. Un trabajador incansable que exhibe una honestidad a prueba de todo. Su adversario es simplemente un instrumento del gobierno cubano para accesar a nuestras divisas. Alguien que dirigen desde La Habana con una carta de presentación pobrísima en todos los órdenes. Maduro tiene a Cuba en el corazón y hará todo lo posible para fortalecerla a ella en desmedro de nuestra nación.

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