Mario J. Viera
Vulgar, soez, agresiva e inepta como
cualquier otro funcionario chavista, la ex diputada y actual ministra del Servicio
Penitenciario, María Iris Valera, la Comandante Fosforito, es la absoluta
negación femenina de la feminidad. Se dice de ella que es abogada egresada de
la Universidad Católica del Táchira con especialidades en Derecho
Constitucional, Derecho Procesal Penal, Nuevo Proceso Penal en Sistema
Acusatorio y Estudios en Criminalística aunque en su comportamiento público no
parece contar con tales brillos intelectuales.
No hay feminidad ni en su
rostro ni en sus ademanes. Su aspecto recuerda el estereotipo de las mujeres de
baja condición que nos ha dibujado la literatura universal y cuando habla, a
veces a gritos, se nos dibuja en la mente la estampa de una inadaptada social;
la estampa de esas personas frustradas de la vida que quieren vengarse de la
sociedad por su propia inadaptación.
Una mujer totalmente carente de clase. Recuérdese el incidente contra
el periodista de Táchira Gustavo Azócar, cuando como una furia, cual una verdulera
marginal, agredió físicamente al periodista que conducía el programa televisivo
Café con Azócar y casi destruye el
estudio de donde se transmitía el programa. Entonces no era la incompetente
ministra que es ahora, era simplemente una diputada chavista a la Asamblea
Nacional, y con eso ya está dicho todo. Por supuesto eso fue del agrado de Hugo
Chávez ─ ese paradigma de la vulgaridad ─ quien la elogió públicamente por ese
acto.
Ya antes Iris Avila había mostrado su agresividad, cuando durante una
sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional celebrada el 24 de septiembre de
2003 agredió físicamente al diputado por el Partido Socialcristiano Copei, César
Alejandro Pérez Vivas. De acuerdo con americaeconomica.com, el secretario
general del Comité nacional del Copei, Luis Barragán, había informado que el
enfrentamiento se produjo cuando Pérez Vivas intentó subirse al estrado de la
AN para reclamar al presidente encargado, Ricardo Gutiérrez, la posibilidad de
intervenir en el debate e indicó que “la
diputada Varela atacó físicamente a Pérez Vivas. Después, mientras el
parlamentario socialcristiano volvía a la Cámara desde la sala de prensa donde
había ido para hablar del ocurrido con los periodistas, tres diputados del MVR,
entre ellos Varela, le atacaron hasta producirle heridas en la cara”;
señaló además Barragán que en el “pasado
Pérez Vivas ya había sufrido ataques por parte de Varela. Durante los espacios
publicitarios de un programa televisivo en el que estaban invitados ambos
diputados, la oficialista echó un vaso de agua encima del representante del
Copei”.
Ataca ahora a Enrique Capriles por el reclamo de auditoría de los
votos del 14 de abril, sin embargo la agresiva Iris Avila, siendo aún diputada
denunció fraude en las elecciones del 23 de noviembre de 2008 que había ganado
Pérez Vivas por un estrecho margen sobre el candidato oficialista Leonardo
Salcedo. Salcedo reconoció la victoria de Pérez Vivas, pero la diputada reclamó
que se impugnara la elección y se procediera a un recuento manual de los votos.
La lengua de serpiente venenosa de la exdiputada no dejó de atacar al
entonces gobernado de Táchira acusándole de mantener “múltiples vinculaciones con el narcotráfico y el paramilitarismo”.
Sus “méritos” revolucionarios le ganaron el aprecio de Hugo Chávez
hasta tal punto que el 26 de julio de 2011 la nombró Ministra para el
ministerio de Servicio Penitenciario que sería creado por el propio Chávez. Su
vocación de Kapo sería satisfecha plenamente al frente de las penitenciarías
venezolanas, aunque su gestión haya sido inepta. Según el director general del
Observatorio Venezolano de Prisiones, Humberto Prado, “desde el 26 de julio de 2011, cuando Iris Varela asumió el Ministerio
del Servicio Penitenciario, hasta el 28 de enero (de 20013) ha habido 869 muertos y 1.685 heridos en los
retenes del país”. El hacinamiento de las cárceles es de 192%, con un total
48.262 presos, para una capacidad real de 16.539 lo que indica que hay un
excedente de 31.723 reclusos.
Muy a lo Chávez la inepta ministra amenaza a Henrique Capriles: “Estoy preparando la celda donde vas a tener
que ir a purgar tus crímenes, porque eres un fascista y eres un asesino”.
Le molesta que Capriles haya reclamado un recuento de los votos y le acusa de
promover la violencia ─ el mulo diciéndole orejudo al conejo ─ y de intentar
desestabilizar al “gobierno” de Nicolás Maduro. Por supuesto repite los
argumentos que antes empleara para atacar a Pérez Vivas acusando al líder
opositor de adicción a las drogas: “Deja
el consumo de estupefacientes ─ le imputa ─, no sigas consumiendo drogas porque eso te está llevando por mal camino”.
Acaso para algún despistado de la izquierda bananera ibero-americana
los desplantes, la poca clase que caracteriza a la fosforito sea el estereotipo
de la mujer revolucionaria, de la mujer de convicciones. Pero un marginal es y
será un marginal.
Si comparamos a Iris Varela con otras mujeres de la izquierda
revolucionaria, saldrá mal parada.
Vilma Espín fue una revolucionaria; mucho más que la fosforito.
Participó en las guerrillas urbanas en Santiago de Cuba cuando la rebelión
antibatistiana; estuvo alzada en la Sierra Maestra; sin embargo nunca perdió
eso que se denomina clase y mucho menos su feminidad. Nunca profirió una
palabra mal sonante ni se caracterizó por un trato vulgar.
Celia Sánchez Manduley, al igual que la anterior formó parte de las
guerrillas urbanas del 26 de julio y se incorporó a la Sierra Maestra actuando
como secretaria de Fidel Castro. Nunca se le conoció un desplante ni una
expresión vulgar y ciertamente más revolucionaria que la Avila.
Dolores Ibarruri, más conocida por La Pasionaria, una líder comunista
durante la guerra civil española fue fiel y consistente con su ideario, pero
nunca perdió su sencillez, su feminidad y su amable sonrisa. Su historial como
activista de izquierda radical fue superior al de Iris Avila.
Rosa Luxemburgo, fue una dirigente comunista de principios del siglo XX
y líder en la Liga Espartaquista. Por sus actividades comunistas Rosa sufrió
prisiones. Aunque cojeaba de un pie nunca perdió sus maneras y fragancia
femeninas.
Si se quiere presentar la imagen de una mujer de convicciones,
valiente y con respuestas oportunas y ágiles y, sobre todo con un toque de
feminidad exquisito enfrentado a la fosforito no hay otra que María Corina
Machado, diputada de la Asamblea Nacional de Venezuela por el estado Miranda.
¡Pobre Venezuela!
Hace bien Iris Valera en ir preparando una celda. Sería bueno que la
adornara con peluches y róseas cortinas, pero no para Capriles sino para ella
misma. Una celda que la esté esperando para cuando por obra y gracia de Nicolás
Maduro, el chavismo se derrumbe para no volverse a levantar.
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