viernes, 19 de abril de 2013

Fuente ovejuna


Fritz Du Bois. PERU21

Sin duda, la celeridad con la que Unasur se ha juntado para avalar el fraude electoral del gobierno venezolano confirma que esa entidad no es otra cosa que un legado de Chávez, como el propio Maduro lo ha expresado.

En realidad, desde que fueron convocados los mandatarios se dio por descontado que terminarían con algún pronunciamiento diciendo que se debe ‘respetar el resultado’, acompañado de una exhortación para que se convoque a la oposición y se intente abrir el diálogo. Llamado que, dicho sea de paso, va a sonar bastante falso luego de las matonescas amenazas de Maduro así como de las agresiones, incluso físicas, de los legisladores chavistas a los otros parlamentarios.

Ademas, el que lleve a cabo una auditoría la misma autoridad electoral que se encargó del proceso irregular no parece correcto ya que difícilmente va a destapar algo. Esa labor la debería realizar un ente imparcial, que es lo que Unasur hubiera demandado de ser otro el país cuestionado.

Al final, los participantes en la reunión han demostrado que mantienen un doble estándar en la región. Por una parte está el presidente paraguayo, al que mantienen aislado pese a que el proceso que destronó a Lugo era válido. Por otro lado, está la complicidad con la que han avalado a Maduro luego de un proceso manipulado, pues este comparte con la mayoría de presidentes de Unasur un discurso trasnochado.

Sin embargo, la pregunta que nos hacemos es qué hacen en ese grupo Humala, Piñera o Santos, quienes están implementando políticas coherentes de un modo relativamente adecuado. ¿Será que son chavistas encubiertos que nos han engañado o es que se sienten amenazados?

Porque, en la práctica, la única función de Unasur parece ser la de evitar que los actuales gobernantes sean derrotados. Así, ‘todos a una’ se protegen para seguir en el cargo y el debilitamiento democrático que trae consigo el entornillamiento los tiene sin cuidado.

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