Joaquín Hernández. HOY.com
No está claro hasta dónde quiere
llegar Corea del Norte con sus amenazas de guerra a su vecina Corea del Sur y a
los Estados Unidos. La cobertura internacional de la noticia es baja (basta comparar
con la elección del nuevo Papa o la derrota de Gadafi) y según las agencias de
prensa internacionales ni los propios sudcoreanos, ─ incluso los que viven
cerca de la frontera en la zona desmilitarizada del paralelo 38, ─ parecen
sentirse demasiado preocupados. Parte, porque el uso del lenguaje agresivo y
bélico ha sido un recurso continuo del régimen de Corea del Norte. Parte porque
confían en la capacidad estratégica y militar de los EE.UU, sus principales
aliados y en realidad los garantes de su supervivencia. Parte porque los
sudcoreanos están más preocupados por sus problemas económicos: aumento del
índice de paro y debilidad de la tasa de crecimiento. "En Seúl, la gente
está como inmunizada por las provocaciones de Pyongyang" resume la
corresponsal de Le Monde en Corea del Sur, Elise Barthet.
En julio de este año se cumplen seis
décadas en que concluyó la guerra de Corea (1950-1953). En realidad no terminó
propiamente porque nunca se firmó un tratado de paz sino solamente un
armisticio entre las fuerzas combatientes de entonces, los norcoreanos y los
chinos por un lado y el comando de la OTAN por el otro. Ha sido, ─ como dice el
corresponsal del ABC — una guerra de nunca acabar en la que no han faltado
episodios violentos y sangrientos que pudieron haber encendido la mecha de una
nueva confrontación como el del año 2010.
La actual presidenta de Corea del Sur,
Park-Geung-hye ha asumido el problema con toda firmeza y no ha dudado en
prometer una respuesta contundente a sus vecinos y confirmar nuevas maniobras
militares con los EEUU este mes. Durante su campaña electoral ensalzó como
modelos de gestión gubernamental liderados por mujeres a Margaret Tatcher y a
Angela Merkel. Precisamente porque lo que interesaba a sus votantes era el tema
económico que en términos numéricos significa pasar del crecimiento del 2% del
año pasado al 5% o al 6% de años anteriores. El problema de Corea del Sur, pese
a sus "Silicon Valley", a sus ciudades del conocimiento y a sus PhD
produciendo patentes, es que depende totalmente de las exportaciones. Sus
principales clientes, China, los EE UU y la Unión Europea han bajado sensiblemente
sus importaciones.
Lo que la actual crisis coreana revela
entre otras cosas es que el modelo de desarrollo implementado por el gobierno de
Seúl depende del complejo paraguas bélico, financiero y tecnológico de los EE
UU. Las maniobras militares conjuntas forman parte del paraguas que permite
tranquilidad al régimen y a sus habitantes. En el caso del vecino del Norte, no
está claro si está sintiendo ya las muestras de la asfixia económica
internacional decretada por los países occidentales y busca solo negociar. Su
gran aliada China no es la de la guerra fría. No vetó las sanciones del Consejo
de Seguridad y parece poco probable que quiera repetir los papeles de entonces.
Por ello, parece lejana una guerra.
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