Mario J. Viera
Castro, el mayor, el que vegeta en
Punto Cero, ha salido de su letargo literario y ha publicado una nueva de sus “reflexiones”.
Corea le despertó, y se despierta hablando del deber de evitar una guerra en
Corea. Loable intención ante “la gravedad
de un hecho tan increíble y absurdo como es la situación creada en la península
de Corea”, según sus propias palabras. Pero, en todo lo que brote del cacumen
del gran reflexionante siempre hay un pero, no puso en claro quién es el responsable
de la situación creada en Corea.
O tal vez sí, pero lanzando el dardo
hacia otro objetivo. Para Castro no es el Brillante Camarada Kim Jong-un el
hijo del Querido Líder Kim Jong-il y nieto del Gran Líder Kim Il Sung quien ha atizado el conflicto artificial que
estremece no solo a toda Corea sino que se extiende hasta Japón, Guam y el
territorio de los Estados Unidos.
Considerando que se “trata de uno de los más graves riesgos de
guerra nuclear después de la Crisis de Octubre en 1962 en torno a Cuba, hace 50
años” arroja la responsabilidad del estallido del conflicto en Corea sobre
el presidente de Estados Unidos Barack Obama, y acusa:
Si allí estallara un
conflicto de esa índole, el Gobierno de Barack Obama en su segundo mandato
quedaría sepultado por un diluvio de imágenes que lo presentarían como el más
siniestro personaje de la historia de Estados Unidos. El deber de evitarlo es
también suyo y del pueblo de Estados Unidos.
Cómo se supone, según Castro, que Obama
y el pueblo de Estados Unidos eviten el estallido de una guerra nuclear en la
península coreana, no lo aclaró el reflexionante. Tal vez para Castro, el modo
factible de evitar el conflicto sea ceder ante los chantajes de un gobierno de maniáticos
aceptando su armamento nuclear y brindándole ayuda humanitaria para alimentar a
una población expoliada y hambreada por ese gobierno.
Corea del Norte es el agresor. Ya
antes había lanzado ataques sobre el territorio del Sur como sucedió en
noviembre de 2010 cuando su artillería bombardeara a Yeonpyeong, una isla
surcoreana en el Mar Amarillo, causando la muerte de dos militares sudcoreanos e
hiriendo a 12 al igual que a varios civiles. En enero de ese mismo año hubo un
intercambio de disparos entre el Norte y el Sur, luego que las baterías de Corea
del Norte abrieran fuego sobre territorio del Sur. En marzo un torpedo
norcoreano hundió un barco del Sur con 46 soldados a bordo.
En octubre del pasado año el gobierno
de Kim Jong-un amenazó con lanzar un ataque contra la ciudad fronteriza
surcoreana de Paju por lo que denominó de guerra psicológica de Corea del Sur,
cuando activistas lanzaron globos con panfletos propagandísticos contrarios al
régimen de Pionyang desde el pabellón de Rimjin.
Las fantochadas actuales del
oligofrénico líder de Corea del Norte se
originaron a partir del acuerdo tomado por unanimidad del Consejo de Seguridad de
las Naciones de imponer nuevas sanciones contra Corea del Norte respondiendo al
ensayo nuclear que efectuara el pasado mes de febrero.
Sin embargo el régimen del comunismo
desfasado de Pionyang está jugando con fuego y puede que se consuma en el fuego
que pretender atizar. Corea del Norte no es la misma de 1950 cuando el 12 de
junio invadiera el Sur a impulsos de Kim Il Sung y aún entonces aquel intento
pudo haber sido condenado al fracaso si no hubiera sido por la participación de
China en el conflicto alentado dentro del periodo de la guerra fría. Hoy Corea
del Norte no cuenta con el apoyo de China para sus aventuras bélicas. China está
más interesada en su expansión económica que en su expansión ideológica. Le
interesa más hacer negocio con Corea del Sur y con Estados Unidos que mimar al
parasitismo norcoreano.
Kim Jong-Un puede encontrarse un hueso
duro de roer en la Princesa de Hielo, Park Geun-hye la actual presidenta de
Corea del Sur, una mujer fuerte que conoce lo que significa el poder, que no es
neófita en la cultura militar como lo es el obeso Brillante Camarada. Park
Geun-hye ha declarado: "La razón de
ser de las Fuerzas Armadas es proteger al país y al pueblo de las amenazas"
y convencida de tal aserto está decidida y ha ordenado al ejército sur coreano “responder
con fuerza y sin consideraciones políticas” ante un ataque procedente del
Norte.
Castro entre líneas justifica la
política aventurera y provocadora de Corea del Norte, un régimen con el que
tiene numerosos puntos de identidad. Entonces dice: “La República Popular Democrática de Corea siempre fue amistosa con
Cuba, como Cuba lo ha sido siempre y lo seguirá siendo con ella”.
Es necesario corregir el error de
identidad castrista. Corea del Norte ─ que de popular y democrática solo tiene
el nombre ─ nunca ha sido amistosa con Cuba; Cuba nunca mantuvo relaciones
diplomáticas con Corea del Norte antes de la instauración del régimen comunista
en la isla. Cuba, en el conjunto de toda su ciudadanía, nunca ha sido, ni nunca
lo será, amiga de Corea del Norte, porque Cuba no es el castrismo ni el
castrismo es la identidad de lo cubano.
Sin embargo, a propósito de esta
declaración de Castro, vale mencionar un hecho que viví personalmente. Por los
años finales de la década de los 80, yo trabajaba como ingeniero agrónomo en
una empresa cañera estatal del municipio de Bauta, de nombre Amistad Cubano-Coreana.
Como otros profesionales de la misma empresa recibí unos libros primorosamente
editados que nos enviara la embajada de Corea del Norte. Aquellos libros
contenían discursos de Kim Il-Sung y había uno en especial que trataba sobre la ideología Juche, el
marxismo-leninismo a lo coreano.
Sin embargo el Juche era visto con
desprecio y sospecha por parte de los dirigentes comunistas pues lo
consideraban ideológicamente deformado; así fue que nos recogieron los libros y
nos advirtieron que debíamos informar cada vez que nos volvieran a regalar
nuevos libros o la revista, si no recuerdo mal, llamada Corea de Hoy, o algo
así.
Así Castro, reconociendo los avances
técnicos y científicos de Corea del Norte que sin embargo no sirven para
alimentar a su pueblo, le recuerda “sus
deberes con los países que han sido sus grandes amigos, y no sería justo
olvidar que tal guerra afectaría de modo especial a más del 70 % de la
población del planeta”. Es decir que el malcriado tenga presente que estará
solo sin la ayuda de chinos y de rusos y si hay guerra esa será culpa de Obama
no del impoluto y candoroso líder de la tan democrática y popular Corea del
Norte.
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