Hace apenas 46 días
los ecuatorianos fueron a las urnas, luego de una campaña electoral en la que
los candidatos a la Presidencia juraron que defenderían al país y a su gente
hasta con sus vidas. Tras la derrota, hoy ni siquiera dan la cara.
Thalía Flores y Flores. HOY.com
¿Alguien ha visto a Guillermo Lasso
autoproclamado líder de la oposición a Correa tras los resultados electorales
del 17 de febrero pasado, que lo ubicaron en segundo lugar? ¿Alguien ha
escuchado siquiera un comentario sobre algún tema de interés ciudadano a
Mauricio Rodas, Alberto Acosta o Lucio Gutiérrez?
De los únicos excandidatos
presidenciales de los que se tiene noticia es de Álvaro Noboa y el pastor
Nelson Zavala pero, porque por diferentes razones, tienen cuentas con la
justicia.
Hace apenas 46 días los ecuatorianos
fueron a las urnas, luego de una campaña electoral en la que los candidatos a
la Presidencia juraron que defenderían al país y a su gente hasta con sus
vidas. Tras la derrota, hoy ni siquiera dan la cara. Nadie sabe dónde están ni
qué hacen. Han desaparecido de los radares de la política.
Ecuador, es huérfano de un liderazgo
contradictor al poder imperante. Y tampoco parece importar a nadie. Una suerte
de anomia colectiva se ha impuesto en la sociedad que contempla sin reaccionar
como la autocracia ha sentado sus reales. Aquí, uno solo manda y el resto
obedece.
Hechos absurdos, acciones demenciales
como el asesinato de mujeres no han logrado sacar a los políticos de su
enclaustramiento para que cumplan su papel de observadores, de críticos, de
personas con una palabra a pronunciar.
¿Qué pensarán aquellos que en campaña
decían lucharían por las mujeres acerca de la pena que habría que implantar
contra el feminicidio?
Y ¿qué pensará Guillermo Lasso de la
quiebra del banco Territorial? ¿O de la píldora del día después, que hoy se
debate en el país? ¿Qué opinará Mauricio Rodas de la cruzada del oficialismo
contra la CIDH? ¿De las giras del canciller para buscar votos para aniquilar
las medidas cautelares de la Comisión?
Y el candidato de las izquierdas,
Alberto Acosta, ¿qué pensará del acoso a los estudiantes del Central Técnico
para quienes 35 días de cárcel no habrían sido suficientes según el presidente
Correa?
¿Qué dirá Gutiérrez de la muerte de
ciudadanos inocentes en las carreteras por causa de choferes irresponsables
quienes hoy gozan de poder político con sus dirigentes gremiales como
asambleístas de Alianza País? ¿Qué pensará? ¿Tendrá una opinión?
Resulta hasta sospechoso que los
políticos que hablaban de lo divino y lo profano hoy hayan enmudecido. Se hayan
escondido. ¿A qué o a quién le
tienen miedo? ¿Tienen rabo de paja? Es inconcebible que habiendo estado en la disputa
para hacerse de las riendas del poder, solo dos meses después, ni siquiera
cumplen con el rol primario de ejercer ciudadanía hablando de lo que pasa en su
nación. O que hayan renunciado a la institución de la crítica, pilar en una
democracia.
Mientras tanto, el Gobierno reduce el
Gabinete que él mismo infló, pero que no admitió cuando a tiempo se le criticó.
Rafael Correa aún no jura su nuevo
mandato, pero, como dictan los preceptos de la política, ya ha hecho nuevas
promesas, solo los candidatos no asoman, han fugado de la escena.
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