Carlos Alberto Montaner. FIRMASPRESS
¿Quién ganará las elecciones
venezolanas? Hay encuestas para todos los gustos. Yo me quedo con la de
Consultores 21, una empresa seria, fundada en 1974, dirigida por un profesional
prestigioso, Luis Christiansen. ¿Por qué elijo esta encuesta y no otra? Por
tres razones: porque los resultados de su último survey concuerdan con los de
las recientes elecciones a diputados; porque Henrique Capriles ha hecho una
extraordinaria campaña mientras Chávez se ve enfermo y sin una sola idea; y
porque se palpa entre los demócratas venezolanos un espíritu de triunfo que no
había visto en los 14 años que ha durado el sobresaltado manicomio bolivariano.
Según este estudio de opinión pública,
hecho en 1546 hogares de electores de todo el ámbito nacional “que seguramente
votarán”, lo probable es que el 7 de octubre Henrique Capriles Radonski
obtendría entre un 52 y un 54% de los votos. Es decir, ganaría, si se confirma
el pronóstico, por un margen de 600 a 900 mil sufragios. Naturalmente, mientras
mayor sea la diferencia, más difícil será para el chavismo hacer trampas. Esta
vez la oposición tiene representantes en todas las mesas electorales ─ casi
cuarenta mil — comprometidos a hacer respetar el voto.
Es posible, claro, que el resultado
sea otro y Chávez gane las elecciones. La distancia no es mucha y cae dentro
del margen de error. (Más bien margen de horror). Ese desenlace no hay que
descartarlo totalmente. Hay un punto en el que su gobierno supera ampliamente a
la oposición: la ilimitada cantidad de recursos para movilizar a su clientela
política y llevarla a cualquier costo hasta las mesas de votación. Una cosa es
la intención de voto y otra diferente el acto de votar.
Para los chavistas será mucho más
fácil llegar a la urna y regresar a la casa. A los empleados públicos, por una
parte, los vigilan y amenazan. Por la otra, en muchos casos, los alimentan,
remuneran y transportan. La oposición no tiene un solo elemento de coacción
para movilizar a sus partidarios, ni recursos para trasladarlos.
Ya se vio en los mítines de cierre de
campaña. La multitud que aplaudió a Capriles estaba exclusivamente compuesta
por caraqueños entusiasmados que acudían a la cita cívica espontáneamente. El
chavismo, en cambio, más allá de su núcleo fanático duro (en torno al 20% de su
militancia) es una imponente máquina de intimidar y sobornar. Puro palo y
zanahoria.
En todo caso, ¿qué debe hacer la
oposición venezolana si gana las elecciones? Prepararse para tratar de reducir
el daño que harán los chavistas en la despedida. Como los piratas, se llevarán
hasta las campanas de la iglesia. Será un final parecido al de Nicaragua tras
la derrota de los sandinistas en 1990: tres meses de saqueo inclemente, de
“piñata”, y de minar el terreno con toda clase de ilegalidades para dejarle al
próximo gobierno una situación complicadísima, muy diferente al espíritu de
colaboración con que (ingenuamente) se recibió a Chávez en 1999.
¿Y si Capriles pierde? ¿Y si gana
Chávez por un puñado de votos? Entonces será tremendamente importante que la
oposición se mantenga unida en torno a Capriles y a la Mesa de la Unidad
Democrática, porque el fin del chavismo, gane o pierda las elecciones, está tan
próximo como disponga el severo cáncer que sufre su líder.
De acuerdo con la constitución
venezolana, si el presidente muere antes de cumplirse la mitad de su mandato,
el gobierno tiene que convocar a elecciones de inmediato y, por extraño que
parezca, pese a que Chávez es el peor gobernante venezolano de los últimos cien
años, es el único personaje de esa vertiente política que posee liderazgo y
poder de convocatoria. Cualquier otro candidato, como suelen decir los
españoles, sería pasado por las urnas sin contemplaciones.
Los próximos comicios han sido
convocados para el 16 de diciembre del 2012. En esa fecha los venezolanos deben
renovar todos los gobiernos y parlamentos regionales. Si la oposición se
mantiene unida, cualquiera que sea el desenlace de este domingo 7, barrerá y
tendrá el control de una parte creciente del país. Sería una insensatez
destruir esa milagrosa hazaña de la unidad democrática. Especialmente ahora,
que están casi al final de este inmenso disparate.
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