José Ayala Lasso. EL COMERCIO
Ecuador y América Latina, todos siguen
atentos el proceso electoral en Venezuela, donde para su pueblo y ─ en buena medida ─ para todo nuestro
hemisferio, se juega el futuro de las libertades y valores democráticos bajo
cuya vigencia queremos vivir y progresar.
Por supuesto, lo primero que debemos
desearle a ese pueblo hermano es que las elecciones transcurran en paz y en
orden, que nada ni nadie venga a crear elementos de duda o, peor, a manipular
la libre expresión de la voluntad popular. Además, que esa voluntad sea
respetada. El ominoso anuncio hecho por el poder reinante de que, si no triunfa
Chávez, habrá guerra civil es la más escandalosa violación del derecho de
elegir a quien el pueblo considere el mejor, anuncio que produjo inmediato eco
en el jefe militar que proclamó la adhesión de las fuerzas armadas a ese
proyecto de revolución que tanto ha costado en libertades, democracia, justicia
y progreso.
América Latina sigue con interés esta
lucha porque sabe también que se encuentra sometido a la decisión en las urnas
el futuro del socialismo del siglo XXI, sistema de gobierno que ha quebrantado
las libertades y los valores de la democracia, que ha negado los derechos
humanos y denostado a las instituciones que los defienden, que ha tomado el
control de todos los órganos del Estado robándoles la independencia y la
dignidad que se ganan mediante la sujeción a la ley y no a los caprichos del
poder. Nunca como ahora ha dispuesto Venezuela de tantos capitales y nunca ha
tenido, al mismo tiempo, una inflación tan alta ─ el peor impuesto que castiga
al pueblo ─ y ha debido importar tantos alimentos para una nación cuya
agricultura ha sido destruida.
El pueblo venezolano, después de más
de una década de agresiva prédica demagógica, está dividido y es víctima de la
violencia. La dialéctica del “enemigo” que sembró vientos de discordia y los
fertilizó con insultos y descalificaciones, podría producir tempestades.
Tempestades de odios irreconciliables y de venganzas. Pero en este panorama
inquietante ha surgido una luz de esperanza que ha concitado el apoyo de los
millones de venezolanos que anhelan que retornen a esa nación hermana y
anteriormente risueña, la tolerancia, el respeto, la libertad. América Latina
observa a Venezuela. Quiera su pueblo escoger el camino acertado y alimentar la
esperanza en todos cuantos creemos en la dignidad del ser humano y pensamos que
el Estado existe para servir a la sociedad y no para servirse de ella a fin de
someterla a experimentos ideológicos fracasados en el pasado. Los pueblos ya no
deben dejarse engañar por la palabra altisonante, la ironía fácil, el sarcasmo
hiriente, el cinismo y la autocomplacencia frente a los propios errores y
abusos.
¡Que Venezuela sepa elegir: libertad,
dignidad y democracia!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario