Jorge Olivera Castillo. CUBANET
La experiencia invita a no confiar en
las voces de Mitt Romney y Paul Ryan, respecto al compromiso de usar todas las
herramientas políticas y económicas para que a Cuba llegue la democracia.
Los candidatos republicanos a la
presidencia y vicepresidencia, respectivamente, refuerzan su discurso contra la
dictadura cubana para satisfacer a un sector de cubanoamericanos que parece
conformarse con frases concluyentes y promesas
que tradicionalmente son incumplidas.
Volver a restringir los contactos
familiares y el envío de remesas, de la manera que lo hizo el presidente George
W. Bush, no aportaría mucho a la causa de la libertad cubana. La nomenclatura y
sus huestes siempre contarán con los recursos necesarios para llevar adelante
sus planes represivos. Por otro lado, las posibilidades de que ocurra un
levantamiento popular a causa de las penurias y el cúmulo de insatisfacciones,
siguen siendo pocas.
Pese a que el régimen no cuenta con un
verdadero apoyo entre la población, sí puede disponer de un altísimo nivel de
apatía, doble moral y mucho miedo, lo cual le sirve para conseguir sus
propósitos.
En los 8 años de la administración
Bush (2000-2008), no hubo novedades, al menos que trascendieran los límites de
las regulares acusaciones, demandas de apertura democrática y algunas medidas
tangenciales, como las anteriormente mencionadas, que definitivamente
reforzaron el papel de plaza sitiada que tanto necesitan los gorilas de La
Habana.
En estos forcejeos verbales, nuestro
régimen de partido único pudo sacar cierta ventaja en el plano diplomático y
político. Al intensificarse la atmósfera de agresividad norteamericana hacia la
dictadura, aunque fuera más en teoría que en la realidad, el regimen consiguió
renovadas simpatías y silencios cómplices, por parte de la comunidad nternacional.
Un ejemplo de la escasa funcionalidad
de las políticas puestas en práctica por los círculos de poder estadounidenses
frente al castrismo, son las votaciones casi unánimes contra un embargo que ha
quedado como una pieza simbólica en el diferendo bilateral.
Si bien a estas alturas no sería posible, ni
recomendable, levantarlo de manera incondicional, es pertinente no olvidar que
su eficacia dista de ser satisfactoria.
Para que el embargo surtiese algún
efecto de envergadura tendrían que producirse otros eventos políticos, tanto
internos como a nivel regional y mundial, que condujeran a un real aislamiento,
como sucedió con el embargo internacional impuesto a Sudáfrica, debido a su
política de apartheid. No parece factible que tales circunstancias se
concreten.
China, Rusia, Brasil y Venezuela son
cuatro puntales, que en diferente grado contribuyen al sostenimiento de la
dictadura insular. Esto, desde el punto de vista geopolítico, indica que no
habrá variaciones sustanciales en los próximos años.
En cuanto a la capacidad de influencia
de los actores internacionales que buscan la reinserción de Cuba en la familia
democrática mundial, hay que decir que es muy limitada.
El mundo está más interesado en otros
asuntos internacionales, mucho más complicados que la problemática cubana. La
represión resulta relativamente leve a los ojos del mundo ya que no hay en Cuba
cantidades impactantes de muertos, ni escenas de brutalidad masiva que logren
conmover a la opinión pública internacional, como por ejemplo es el caso del Líbano.
El régimen va ganando tiempo.
Al observar la postura de Estados
Unidos frente a lo que ocurre en Cuba, es preciso destacar la importancia de
una posición de principios que apuesta por el apoyo irrestricto a los opositores
e integrantes de la sociedad civil alternativa. Si no fuese por ese apoyo moral
y humanitario, mucho peor hubiese sido el destino de quienes persisten en
luchar por la democracia en Cuba.
Pienso que ni republicanos ni
demócratas están listos para cambiar sustancialmente sus respectivas agendas en
lo tocante a Cuba. Salvo algunos matices, las cosas continuarán más o menos
igual.
Lamentablemente, creo que el posible
desenlace no llegará mientras el liderazgo que inauguró este engendro, hace ya
más de medio siglo, tenga la suficiente vitalidad para defenderlo. Esa es la
mala noticia, la buena es que la biología es un invencible enemigo mortal que
ya está cerrando su infranqueable cerco, a diferencia de un embargo que tiene
más huecos que un queso suizo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario