A
propósito de un artículo de Manuel Márquez-Sterling
Mario J. Viera
Siempre he
considerado que las ideologías son cárceles del pensamiento: funcionan como en
una especie de teología cargada de dogmas y principios de fe inexcusable.
Aferrarse a una ideología es como ponerle una camisa de fuerza a la razón. El
pensamiento se enturbia cargado de clisés y de consignas. Es lo que quiso decir
Goya cuando pintó El Sueño de la Razón
produce monstruos, dentro de la serie que tituló Caprichos.
Las
ideologías, como expresa Maynor Antonio Mora, es “la adopción casi irrestricta de varios principios” tales como: “la linealidad del pensamiento y, con ella,
de la realidad misma, la reducción de las cosas a principios mecánicos, la
sobre-simplificación de los argumentos y los análisis, el carácter plano del
mundo y del pensamiento, la desvalorización de otras funciones ─ especialmente
en el plano emocional ─ del intelecto o de la mente…”[1]
Las ideologías
captan y embriagan no solo a palurdos sino también a renombrados intelectuales
y los igualan diciendo y repitiendo las mismas estupideces, a veces presentadas
brillantemente pero sin dejar de ser expresiones imbéciles.
Manuel
Márquez-Sterling es un destacado profesor de Historia en la Plymouth State
University y un reconocido periodista. Timbres no le faltan como intelectual;
por eso me sorprende, no con agrado, el tono y contenido de su artículo
“Tropezando con la misma piedra” que apareciera en la edición del 16 de octubre
en Diario Las Américas.
Sorprende el
párrafo inicial de ese artículo que insinúa muy a las claras que en los Estados
Unidos de hoy gobiernan los comunistas: “Empecemos
por ver las cosas claras y con realismo. ¿Quiénes gobiernan a este país? Pues
bien son tres personas y las tres son comunistas de “pañal rojo” como se les
llama a esos que heredaron el comunismo de los labios de sus padres y en el
regazo de la madre”. Los tres comunistas de “pañal rojo”, son señalados
por Márquez-Sterling:
“Esas tres personas ─ escribe
Márquez-Sterling ─ son David Axelrod,
comunista de segunda generación, Valerie Jarrett de tercera, y por supuesto el
propio presidente, otro de “pañal rojo.” Los dos primeros trabajan en la Casa
Blanca, casi viven en ella, y el tercero, es el inquilino, por cuatro años”.
Comunistas de segunda y tercera generación; es decir, manchados por el pecado
de sus progenitores. Tal parece que el columnista y emérito profesor se
identifica con el terrible dictamen que aparece en Exodo 20:5, el castigo divino
de los padres sobre los hijos, nietos y biznietos: “Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los
padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me
aborrecen”.
Quizá carga
sobre Axelrod una supuesta mancha ideológica de su madre cuando trabajaba como
periodista en PM ─ un periódico de izquierda ─ en 1940. PM fue sindicado por la
derecha, esa furibunda derecha de Estados Unidos, de comunista. Sin embargo una
tesis argumentada por Anya Schiffrin demostró que PM se oponía frecuentemente a
las políticas del Partido Comunista y mantuvo en sus editoriales una fuerte
confrontación con el Daily Worker, el periódico de los comunistas
estadounidenses. Tal vez algún antisemita, Márquez-Sterling no lo es, cargue
contra Axelrod por ser judío y practicar el judaísmo.
A propósito,
Hitler identificó al bolchevismo con el judaísmo.
Valerie
Jarrett, mujer de negocios, nacida en Irán de padres americanos, se le ha
acusado casi de todo lo malo, aunque no la catalogan musulmana. Quizá Márquez-Sterling
tenga información precisa de que un abuelo suyo haya sido miembro del Partido
Comunista (comunista de tercera generación), pero ¿es ella realmente
comunista?, ¿ha hecho declaraciones que la identifiquen con una marxista? Yo,
al menos, no he podido obtener tal información.
De Barack
Obama nos dice “que a duras penas puede
esconder el color cardenal de sus ideas”. Bueno ya le han acusado de ser
musulmán y hasta de no haber nacido en Estados Unidos. Entonces el muy
ilustrado profesor de Historia nos educa diciendo que “en los estudios que se han hecho de todas las revoluciones que ha
padecido el mundo occidental en los últimos quinientos años, desde la
revolución religiosa protestante, iniciada por Martín Lutero, pasando por la
francesa, la bolchevique y aterrizando en la del gangster de Biran, se pueden
ver que en las mismas hay dos factores o etapas comunes” y nos aclara que
esas dos etapas son, la primera, como “la
transferencia del poder”; la segunda, como “la transferencia de la riqueza”. No se como encaja en este concepto
la Reforma de Lutero.
¡Ah,
preparémonos para el aciago futuro! Las trompetas del apocalipsis de la
democracia ya están sonando! Así nos advierte el profesor: “Miremos entonces a este país teniendo en
cuenta lo que decíamos al principio de esta colaboración. La primera etapa, la
de la transferencia del poder se ha estado efectuando desde enero del 2009”.
La bestia marcada con el 666, acecha con la
transferencia de la riqueza; es decir, el Armagedón. De acuerdo con
Márquez-Sterling la relección de Barak Obama la permitirá tener “cuatro años para ejecutar la transferencia
de la riqueza que pasará a las manos del estado quien la repartirá entre
aquellos que nunca han cooperado, léase, trabajado, para aumentar la riqueza
del país. O sea, que la nación pasará a ser la colmena, el hormiguero, la
piara, gobernada por una minoría privilegiada que nos dictará lo que leamos,
veamos en la TV y el cine, lo que comamos, etc., etc.”
¿De dónde saca
tal descabellado aserto? El totalitarismo en Estados Unidos, ni siquiera lo
pudo lograr Joseph McCarthy ─ “The Pepsi
Cola Kid” ─ con su Subcomité de Investigaciones del Senado, ni lo podría
lograr el Secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos, Sam Webb,
si por un desvarío del electorado alcanzara la presidencia. Hay que destacar un
punto de coincidencia con el presente. Los ataques de McCarthy se lanzaban
contra la supuesta penetración comunista en el gobierno de Harry Truman,
casualmente, un presidente demócrata.
Aprendamos
algo del profesor de Historia cuando nos ilustra diciendo: “Se nos dice que no hay nada malo con el
socialismo ni con el socialista demócrata. A estos hay que recordarles que el
socialismo y el comunismo nacieron en la misma cama y al mismo tiempo. Tienen
mucho en común, o mejor, tienen pocas diferencias y las diferencias residen en
el hecho de que el socialista es aquel que aún no ha matado ni perseguido. Y el
comunista, es ese socialista que ya mató y persiguió”.
Desgraciadamente
en historia del socialismo habría que darle una mala calificación a
Márquez-Sterling. El socialismo y el comunismo no tienen el mismo origen. Quizá
la socialdemocracia y el bolchevismo tengan igual origen en la Internacional
Comunista y en el Manifiesto de Karl Marx y Friedrich Engels. Antes de la
aparición del marxismo ya se habían promovido diferentes corrientes socialistas
denominadas luego por Engels bajo el genérico nombre de socialismo utópico.
Entre sus más destacados propulsores están Graco Babeuf, con su “conspiración
de los iguales”, Robert Owen, padre del cooperativismo, el Conde de Saint-Simon
y Charles Fourier. Además existían corrientes socialistas contrarias y
divergentes del marxismo como fueron los movimientos anarquistas del siglo XIX,
con antecedentes que pueden encontrarse en el católico Tomás Moro y su libro “Utopía”
y en el anabaptista Thomas Müntzer y su Liga
de los Elegidos que se inspiraban en las primeras comunidades cristianas
reflejadas en Hechos de los Apósteles y en las cartas de Pablo (por cierto,
Pablo es el autor de la frase “el que no trabaja que no coma”).
Entre los
principales líderes anarquistas anti marxistas se pueden citar a Pierre-Joseph
Proudhon con sus libros Filosofía de la
Miseria y ¿Qué es la Propiedad?, en
la que asegura que “la propiedad es un robo”; Mijail Bakunin y su conocida
cita: “No hay libertad real sin igualdad,
no sólo de derechos sino en la realidad. Libertad en igualdad, ahí está la
justicia” y, por último Piotr Kropotkin y su teoría del apoyo mutuo.
El socialismo
es una corriente ideológica, como lo fue el fascismo, como lo es el neoliberalismo.
Ideologías que han dado una interpretación unilateral de la vida y la sociedad.
No se trata de posiciones de izquierda o derecha, de progresismo o
conservadurismo, sino la deformación y el extremismo de esas posiciones. Ser de
izquierda no significa ser la equivalencia de socialismo o comunismo, como ser
de derecha no significa ser fascista.
Si, las
ideologías turban la razón y generan monstruos. Defender los valores de la
sociedad americana no implica caer en extravagancias y exageraciones ultraconservadoras.
Vale la pena
reproducir la réplica que diera Henry Truman a los ataques de McCarthy:
El "americanismo" está bajo el ataque de los
elementos que proclaman a viva voz ser sus principales defensores. Tratan de
crear miedo y sospecha entre nosotros mediante el uso de la calumnia, las
acusaciones no probadas y simplemente las mentiras. Están tratando de hacernos
creer que nuestro gobierno está lleno de comunismo y corrupción. Estos seres
están tratando de hacer tanta histeria entre nosotros, que nadie va a
enfrentarse a ellos por temor a ser llamado comunista. Ahora bien, ese es el
viejo truco comunista inverso. Eso no es jugar limpio. Eso no es el
americanismo.
[1] “El sueño de la razón…”: Apuntes sobre la
idea de Razón en el grabado de Goya. Universidad Nacional de Costa Rica.
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