Mario J. Viera
¡Claro que no vale la pena! No vale la
pena gastar tinta o quizá kbits en conjeturas sobre si ya pasó para el otro
lado, si todavía está en este mundo aunque entubado y con muerte cerebral o si
está esplendoroso y radiante de salud, aquel que un día seducía al mundo y a
buena parte de la intelectualidad bobalicona.
Hoy es un vacilante anciano, que no
deja de ser siniestro; una triste figura que intenta remedar al Quijote cuando
ya no puede mostrarse como Robin Hood. Sin embargo todavía se le presta importancia,
cuando ya ni mereciera una breve alusión a su nombre. Ya pasó, solo es
historia, un relato abortivo de la guerra fría y de la estupidez humana, un
algo que nunca debió ocurrir…
Las páginas sociales se inundan con
rumores de que Fidel Castro, agoniza o ya está declarado bajo muerte cerebral o
finalmente ha muerto. Todavía despierta curiosidad, la curiosidad morbosa de
aquel que contempla en un museo la momia de algún soberano egipcio; pero ni
siquiera merece esa manera torva de elevarle a lo trascendente del momento
noticioso.
No perderé mi tiempo, conjeturando
sobre el fallecimiento del menos estadista de los tiranos. Solo le dedicaría un
epitafio a su memoria, cuando por fin se muera, un epitafio que pudiera
rememorar una expresión martiana con motivo del fallecimiento de Karl Marx,
aunque expresada negativamente: “Ha muerto Fidel Castro, como se puso del lado
de la ambición, merece desprecio”
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