Mario J. Viera.
Resucitaste y le regalaste al mundo
una colección de fotos que muestran a un ancianito semiencorvado, apoyándose en
un bastón y cubriéndose la cabeza con un sombrero de guano mientras se pasea por el gran patio
de su residencia; ¡Cómo me recuerdan esas fotos a Vito Corleone
entreteniéndose en el patio de su mansión! Se te ve muy mal, viejo. Los años no
por gusto te han pasado por arriba; se nota que apenas puedes caminar. Cuesta
trabajo andar ¿verdad?
Debes extrañar aquellas tus caminatas
por la sierra Maestra, ya no tienes aire en los pulmones; pero, viejo, mi pobre
viejo, no trates de engañarme diciendo que no recuerdas qué es un dolor de
cabeza. Viejo, si se ve muy bien que apenas puedes con tu cuerpo macilento, el
reuma debe darte tremendos dolores. Pobre viejo mentiroso. No pierdes la maña;
es verdad lo que se dice del perro huevero.
Eres incorregible, mira que decir que
por las estupideces que hiciste cuando la que tu llamas Crisis de Octubre y el
mundo la conoce como Crisis de los Misiles, que pusiste al mundo entero al
borde de la hecatombe nuclear y a Cuba en peligro de ser hundida bajo las aguas
del Caribe que nunca pedirás excusas por lo que hiciste, aunque lo dijiste
empleando el plural, como los soberanos, los reyes absolutos.
Tampoco me trates de engañar
diciéndome que desde junio hasta la fecha gozabas de excelente salud; si es que
casi no aparecías ni en una misa espiritista, y aunque te gusta escribir y,
según tú mismo dices, escribes, tus últimas reflexiones aparecieron publicadas
el 19 de junio y no aparecías recibiendo a políticos o a intelectuales que te
adoran como a un ícono y ni siquiera se publicó alguna declaración tuya
felicitando a Chávez por su triunfo electoral del 7 de octubre. Dime la verdad,
es cierto que no te moriste, pero de que estabas mal, lo estabas, casi te vas
de este mundo, a ti te gustan mucho las candilejas como para hacernos creer que
habías decidido hacer mutis púdico de la escena pública.
“Dejé
de publicar Reflexiones porque ciertamente no es mi papel ocupar las páginas de
nuestra prensa, consagrada a otras tareas que requiere el país”, me dices y
ni tú mismo te lo crees; si es que ahora mismo estás escribiendo una reflexión
que te publica tu prensa: “Fidel Castro está agonizando” por Fidel Castro con
fotos de Alex, tu hijo el fotógrafo.
Quizá ya no puedas generar más
reflexiones y lo siento. Sí, de veraz lo siento. Es que me divertía tanto
leyendo esas irreflexivas reflexiones tuyas, llenas de disparates y delirios,
que las voy a extrañar, ellas me servían de materia para hacer alguna
croniquilla.
Ya pronto solo serás una sombra, te
falta poco, te irás apagando en el silencio de un frío dormitorio, en medio del
olvido. Morirás, ¡Claro que morirás porque tú no eres Elías que fue arrebatado
al cielo en un carro de fuego!, luego vendrá el juicio de la historia… no va a
ser amable contigo; pasará el tiempo y tu nombre se irá borrando de la memoria
colectiva y apenas serás una mención bibliográfica; ¡que triste es el final que
te espera, viejo, pobre viejo!
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