Miguel Sanmartín.
EL UNIVERSAL
“Suicidio colectivo”. David Alfaro Siqueiros,
1931
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Empezó el llantén. Sin sordina. Quejas
por aquí. Reclamos por allá. Son pataletas con su complemento de bulla y cierre
de calles. Es lo acostumbrado. Son los de siempre. Los desamparados por un
poder maula. Abusivo. Son las víctimas de la desidia entronizada que los usa y
les paga para utilizarlos para sus fines politiqueros. Rezongan por los mismos
motivos de siempre, mejor dicho, por los mismos males, los que estaban allí
antes del 7-O, pero que cada día son más prominentes y graves. Es la perenne
pataleta de los que, aun conociendo al responsable de sus agobios, eligieron
estar peor en el futuro. Y lo hicieron a conciencia. El propio
"autosuicidio" masivo. ¡Guerra avisada no mata soldados, camarita!
El mismo martes, cuando el país volvía
a la "normalidad" después de la resaca o el guayabo poselectoral, se
reanudó la retahíla de siniestros y se activó el vocingleo de quejas en
entidades donde la gente apoyó mayoritariamente el continuismo del proyecto
fracasado: explosión e incendio en El Palito, apagones en Falcón, falla de
energía eléctrica en la línea uno del Metro de Caracas, inundaciones en Aragua,
protesta de transportistas en Anzoátegui por el mal estado de las vías y la
morgue capitalina a reventar por decenas de cuerpos inertes (descansando en
paz). En Barcelona, motorizados acróbatas trancaron calles porque el gobernador
todavía no se bajaba de la mula con los dos mil machacantes que les ofreció por
practicar piruetas ─ como quien no quiere la cosa ─ frente a los centros
electorales el día domingo. El miércoles Maracaibo quedó en tinieblas y el
jueves los transportistas trancaron el distribuidor Metropolitano (Petare) por
el asesinato de dos compañeros.
Pero la montaña de plagas no para
allí. Con lo cual se agudizarán los reclamos ciudadanos. Prosiguen los cortes
de luz. Como continúa la acumulación de basura en las calles. Se potencia el
mal estado de las vías. Nada que mejora el servicio de agua. Crece la lista de
pacientes esperando atención en los hospitales. Reaparecen los buhoneros. Se
amplía el faltante de productos en farmacias y supermercados. Igualmente la de
autopartes y materiales para la construcción. Asimismo se reanudan los reclamos
laborales a nivel público y privado. Los trabajadores de ambos sectores
demandan más plática. La crisis galopa. La renta petrolera rinde menos cada
día. Esto impulsa los niveles de angustia, incertidumbre y malestar.
Por allí, rodandito, vienen los
guamazos más gruesos: mayor inflación, devaluación, escasez y aumento de
precios, incluso del gas, la gasolina y la luz eléctrica. Se reanudarán las
expropiaciones y se necesitará más endeudamiento. Es cosa de esperar los
leñazos y el amotinamiento popular.
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