Mario J. Viera.
Definitivamente, Chávez ni tiene cáncer, ni se va a morir, al menos de la supuesta dolencia que padece. Todo se trata de una burda treta. Andrés Oppenheimer dio en la clave, cuando analizaba los escenarios posibles de lo que podría ocurrir en Venezuela, luego de la admisión hecha pública por Chávez de que tenía cáncer. Analizando el primer escenario el analista político afirmaba:
Pese a su decaída popularidad, que según una encuesta reciente de Keller y asociados ha caído al 41 por ciento, mientras el 53 por ciento de los venezolanos lo rechazan, Chávez logra ganar la simpatía de muchos debido a su enfermedad. Es difícil para los líderes de la oposición atacar a un Chávez enfermo de cáncer y culparlo por el desastre económico del país.
También el comentarista de EL UNIVERSAL de Venezuela, Fernando Ochoa Antich en su artículo “Entre la realidad y la mentira” se acerca a la realidad oculta detrás de la supuesta “grave enfermedad” del gobernante. Según Ochoa, aun aceptando como real el grave quebrantamiento de la salud del mandatario, los asesores de Chávez “deben haberle informado que la enfermedad había roto mitos fundamentales que fortalecían su imagen en amplios sectores populares. El sentimiento que lo presentaba como un ser invencible se ha visto totalmente disminuido. La percepción mágica, que siempre requiere el caudillo, ha desaparecido totalmente”.
De eso se trata precisamente de lo que se busca con el anuncio de la terrible afección: crear “la percepción mágica” de la invencibilidad del caudillo aun frente a una enfermedad como el cáncer. No se equivoca el comentarista cuando dice: “El discurso de Hugo Chávez fue muy optimista. Trató de mostrarle al país que ese nuevo obstáculo lo iba a superar como lo había hecho en otros momentos complicados de su carrera política”.
Cuando Chávez hizo el anuncio de su supuesta enfermedad estaba siguiendo un guión bien concebido y estudiado. Vale, al respecto la observación hecha por Ricardo Trotti de EL UNIVERSAL en su artículo “Un absceso benigno”: “El anuncio, aunque tardío, le sirve al Gobierno de bálsamo para calmar especulaciones y transformar la enfermedad en un instrumento utilitario, convirtiendo un tumor maligno, en estrategia benigna para el régimen, aprovechando la coyuntura de que ‘no hay mal que por bien no venga’”. Pero, definitivamente, el tumor maligno solo existe en las intenciones reeleccionistas de Chávez.
“No es absurdo pensar ─ anota Trotti ─ que el aparato de inteligencia cubano ha sabido transformar un supuesto tumor maligno en una formidable campaña de expectativas. Dentro de ese esquema, la verdad a medias y el silencio, motor de rumores, incertidumbres y mitos populares, suelen ser más provechosos que la información pura y verdadera”.
Di ninguna manera se equivoca Ricardo Trotti al plantear esa observación. El aparato de propaganda del castrismo, experto en marketing político, sin lugar a dudas fue el creador de la triste imagen de un Chávez amenazado de muerte, que se enfrenta como un coloso al curso de la angustiante enfermedad para vencerla y ganar al mismo tiempo la empatía de las masas populares.
Lo que se busca es crear la expectativa y la preocupación que se revela en la afirmación de Argelia Ríos de EL UNIVERSAL en “El derecho a un parte médico”: “Si no se informa con transparencia acerca de su mal, no sabremos cómo será el tipo de lucha que le tocará emprender al comandante: por cuánto tiempo se prolongarán sus ausencias, qué tan recurrentes serían sus recaídas, qué conveniencia tiene su candidatura, ni mucho menos cómo actuar frente las reacciones de un pueblo al que se le han mantenido sus expectativas, no mediante la producción de obras visibles, sino a través de cadenas presidenciales concebidas para simular un buen desempeño”.
Pero los venezolanos tendrán que conformarse con el “parte médico” del propio Chávez. Un parte legitimado por reconocidos galenos sobre la salud del presidente no se verá nunca. El conflicto de ese parte para el chavismo es que si el parte reconoce la gravedad del jefe de gobierno, se planteará la duda sobre su capacidad para gobernar; en tanto que si el parte señala que la afección que aqueja al comandante no es de gravedad, se le caerá a Chávez su careta de valentía frente a la desgracia y, por supuesto, quedar como mentiroso ante la opinión nacional. Es cierto lo que asegura Angela Ríos: “Al Presidente se le ha atribuido un liderazgo de naturaleza místico-religiosa”. Si se presentara un parte médico que afirme que no es de peligro la afección de Chávez se caería por completo esa atribución que se le concede de “un liderazgo místico-religioso”
El Chávez que se presentó en la Academia Militar Alejandro Petión de Caracas, es el mismo Chávez de antes de su cáncer de colon. Enérgico, hablando de pie durante muchos minutos, sin una expresión de dolor en el rostro. Fue entonces que se le escapó el gazapo:
“Ahora algunos dicen que es mentira (...) que no, que eso fue una invención de Fidel Castro y de Chávez. Si ustedes me vieran el abdomen. No lo voy a mostrar, por supuesto (...); no sé cuántos puntos” le dieron porque no los contó.
¡He ahí la clave! Sonriendo hizo esta declaración que hace que surja la duda de su enfermedad; ¿por qué referirse a que algunos consideran que fue una invención de Fidel Castro y de él lo de su enfermedad cuando casi todo el mundo se ha creído el cuento?
“Ahora estoy como revivido” aseguró. Sí, él es el invencible, el que vence esa “emboscada de la vida”, el héroe epónimo. Lástima que sea mal histrión y que no hubiera podido ceder a su narcisismo para presentarse en la Academia Militar mostrando su imagen de convaleciente.
El oficialismo intenta realzar la imagen de Hugo Chávez con el recurso de su salud. Pretende sacarle partido electoral al providencial y supuesto cáncer del líder. Así, Francisco Olivares de EL UNIVERSAL, aunque aceptando la tesis de la enfermedad de Chávez dice en “Organizar el amor a Chávez”:
“Es así que los discursos de la élite rojita giran en darle fuerza a la idea de que Chávez regresó y tiene el control del poder. La propaganda se hace más intensa y se orienta a reforzar la imagen de profeta de Hugo Chávez, se maximiza al ícono, la figura mítica, y hasta semblanzas de sus momentos "heroicos" se exponen desde el canal de la revolución: "es nuestro maestro", "es nuestro guía", han dicho algunos de los más entusiastas, colocándolo en una estatura fuera del alcance de la condición humana. Es el temor de perder el poder, o un posible desbordamiento de la cohesión política”
Ese es pues el propósito de dar por cierta la especie de los males físicos que aquejan al líder para presentarle como invencible y fomentar el culto del amor a Chávez.
El mismo Chávez se presenta como vencedor sobre la desgracia con frases dulces. A través de su cuenta Twitter agradeció a los cadetes que hacían votos por su recuperación: "Gracias hijo mío, Alférez de Navío; gracias muchachada heroica. Les prometo que Retornaré plenamente! Les felicito Sres. Oficiales Graduandos!"
Nada le cuesta prometer su retorno pleno, luego de su operación en Cuba. El no tiene cáncer, ni va a morir como consecuencia de su mal.
No soy médico. Respeto las conjeturas que muchos especialistas en oncología han adelantado sobre la condición de salud de Chávez; pero he visto a enfermos de cáncer de colon, he visto la gradual y rápida descomposición de los mismos hasta luego de una intervención quirúrgica y en ningún caso los pudiera comparar con la figura, con la actitud que mostró Chávez en la Academia Militar.
No soy médico pero sí conozco el modus operandi del castrismo, expertos en crear expectativas para manipular las opiniones que surjan de las mismas. La consigna castrista de siempre: “A recuperar lo perdido y avanzar mucho más” válida solo para sus intrigas políticas.
El tiempo me dará la razón.
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