Mario J. Viera.
Fue un discurso aburrido el que concluyó los actos por la celebración de la luctuosa fecha del 26 de julio de 1953, fecha que el régimen denomina “Día de la Rebeldía Nacional”, una algarada aventurera conducida por Fidel Castro y llevada a cabo solo por un puñado de hombres llevados a la muerte de manera inescrupulosa, por un líder que supo cubrirse bien las espaldas para no pagar con su propia sangre la osadía de atacar a un campamento militar.
José Ramón Machado Ventura cerró el acto mientras Raúl Castro asistía como oyente. Voz monótona, disertando sobre éxitos bien lejos de haberse alcanzado, y repitiendo el viejo catálogo de consignas. Discurso de un burócrata que bien lejos estaba de la fogosidad de los discursos que antes pronunciara Fidel Castro agitando el ánimo de las multitudes.
La idea central de todo el breve disertar del viejo halcón del comunismo cubano se refería a los acuerdos del VI Congreso partidista.
Siempre hay que resaltar los “avances”, aunque esos no se reflejen en el bienestar ciudadano; pero es necesario hacerlo porque si no ¿para qué saludar la fecha cúspide del régimen castrista? Así se expresa que en “Ciego de Ávila también hay ejemplos de cómo trabajar para vencer los retos que hoy tiene el país, en particular en el plano económico, en medio de una adversa coyuntura internacional”. Y en tal virtud transmite a los avileños el saludo de Fidel y de Raúl Castro y ¡hasta del pueblo de Cuba!, aunque nadie le haya consultado para conocer si ese pueblo desea felicitar, no a los avileños sino a los jerarcas del Partido Comunista en esa provincia.
¡Ah, esos éxitos tienen “una significación especial”, porque “se han alcanzado en el año del Sexto Congreso del Partido”! Según Machado Ventura, ese achacoso burócrata de estado, ya se están viendo los resultados del congreso partidista, aunque se tengan que ver con lupa y no se reflejen en un avance económico palpable.
El añoso tronco estalinista asegura que la Comisión Permanente del Gobierno para la Implementación y el Desarrollo de los Lineamientos (un título más grande que los reales avances obtenidos) “emprendió su actividad, dirigida a conducir armónicamente los esfuerzos y acciones de todos los organismos y demás instituciones involucrados” en la actualización del sistema. Linda frase esa de conducir armónicamente, lástima que ya en la retórica oficial esté bastante gastada.
Como si quisiera responderle a aquellos que buscan crear una Comisión Nacional “integrada por miembros del gobierno y de la oposición” Machado Ventura asegura que “las acciones previas y posteriores” al Sexto Congreso “constituyen una contundente demostración de patriotismo, madurez política, unidad y decisión de preservar el socialismo, por la inmensa mayoría de los cubanos”. No hay espacio para ninguna Comisión Nacional en la que participe la oposición porque para los gerifaltes del régimen, lo único patriótico es la “decisión de preservar el socialismo” que supuestamente tiene el apoyo “unitario” de la mayoría de los cubanos, aunque para colegir esto no se hayan realizado encuestas independientes o una consulta al referendo. Es que el “pueblo ha hecho suyo este proceso” ya que, según el orador, vio en el Congreso del Partido comunista “la exposición clara y valiente de los principales problemas del país, y sobre todo una concepción realista de cómo enfrentarlos”.
Esto último muy discutible, pero expresa la voluntad del castrismo de aferrarse al poder sin dar cuota de participación a los que se oponen al sistema socio-económico del socialismo castrista.
Una breve ojeada a algunas de las deficiencias, como lo relacionado con la entrega de tierras ociosas en usufructo, la “morosidad” de algunos, quizá en realidad de muchos de sus usufructuarios en ponerlas en producción y le reclama al “pueblo culto, educado y organizado (...), que se enfrenta desde hace más de cincuenta años al bloqueo más prolongado de la historia, (...) sacar el máximo a los recursos con que cuenta”.
No puede faltar una referencia al ALBA, esa “maravilla” integracionista surgida del cerebro achacoso de Fidel Castro y del cesarismo de Hugo Chávez. Saluda el avance de las fuerzas regresivas (él las denomina “progresistas”) en el hemisferio y como ejemplo de ello cita “la próxima toma de posesión, el 28 de julio, de Ollanta Humala como Presidente de Perú, quien enarbola un programa nacionalista y de mayor equidad en la distribución de la riqueza” (Tome nota Mario Vargas Llosa).
Demagógicamente afirma: “Los dirigentes políticos o administrativos debemos estar conscientes de que antes de hablar, se debe escuchar con atención y sobre todo tener en cuenta lo que dicen los demás, no solo en las reuniones sino conversando individualmente con los compañeros, sin que nadie se crea dueño de la verdad absoluta”. Algo que ni él mismo se lo cree. Como marxistas que dicen ser, los castristas se consideran dueños de la verdad absoluta que surge de las tesis del llamado socialismo científico y solo prestan atención a los que otros digan siempre que coincidan con los puntos de vista oficiales.
Fue un discurso sin garra, un discurso al que nadie le concedió importancia. Los cubanos están más preocupados por resolver el día a día que por prestarle atención a los gastados discursos oficialistas.
Siento lástima por los militantes de los núcleos del partido que tendrán que “debatir” sobre este discurso burocrático y monótono en sus círculos de estudio; pero en fin, allá ellos que siguen militando en un partido que ya no representa ninguna esperanza para los cubanos.
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