Mario J. Viera.
Definitivamente, la prepotencia de Rafael Correa frente al diario EL UNIVERSO demuestra su poca hombría. Ni dignidad ni hombría tiene el que se escuda tras el poder para atacar la crítica justa o injusta que como mandatario se le haga por el periodismo.
Lo genuinamente digno del ofuscado mandatario de Ecuador hubiera sido acogerse al principio de la réplica viril a la que tiene derecho todo aquel que considere ha sido tratado injustamente por un periodista. No el ataque despiadado desde las cimas del poder.
Emilio Palacio demostró que posee más epidídimos que el tránsfuga que gobierna el Ecuador. Se atrevió a llamarle por el título que se merece: DICTADOR. Y cobarde, como en realidad son todos los tiranos, Correa no se atrevió a enfrentar al osado periodista con una respuesta varonil sino con una desproporcionada demanda civil y penal.
Cobarde, al fin, el chavista Correa llegó a la Corte en tres carros de la seguridad y una docena de autos de su escolta.
Su prepotencia ya la había mostrado en su sabatina del 9 de julio cuando expresó en referencia a los directivos de EL UNIVERSO: “No tengo que tolerar que alguien total mala fe juegue con mi honor, con mi familia, ni con el 30 de Septiembre" (...) Y se les dijo si reconocen que mintieron se retira la demanda... a la brava 'no'... ¡ah! bueno continuemos la demanda”
Sin embargo, cuantas ofensas ha lanzado con toda la mala fe de que es capaz contra el honor de tantos opositores y periodistas que no se someten a sus imposiciones. Nadie le faltó a su honor, nadie atacó a su familia... En cuanto al 30 de septiembre no hay que aceptar que un motín policiaco por causa de unas demandas gremiales haya sido un intento de golpe de estado como asegurara el intangible presidente de Ecuador.
En su perorata del 16 de julio dijo: “...yo creo que el mejor legado, uno de los mejores legados que puedo dejarle al país, demostrar que los ciudadanos nos podemos defender ante los abusos de la prensa y derrumbar mitos que la libertad de expresión es poder jugar con la dignidad de las personas”
¿El un ciudadano, un simple ciudadano defendiéndose de los excesos del periodismo? El es el poder, un poder casi absoluto. El legado que le dejará al país será el de ser un cobarde ante la opinión libre, un represor del derecho del libre empleo del criterio. Pero no debe perder de vista que todas las glorias del mundo pueden ser pasajeras y un día puede ser echado de su alta investidura y ser juzgado por sus delitos de lesa libertad.
Como ha señalado el periodista Leonardo Valencia: “Este Gobierno ha logrado deshacerse de periodistas que, con estilos diferentes, asumieron un papel crítico. Desde el primer incidente ocurrido en 2008 con el presidente Rafael Correa, cuando expulsó a Palacio de una rueda de prensa, y otro periodista, Carlos Jijón, decidió marcharse en solidaridad con su colega, lo que ha ocurrido en Ecuador es una serie de amedrentamientos en las que el supuesto ofendido en su honor, el presidente Correa, ha contado con todos los recursos que el poder le permite emplear, incluida la intimidación de su jerarquía”.
Había pedido rectificación. Los directivos del periódico leyeron la carta que respondía al pedido de rectificación exigido por Correa:
“Usted nos ha exigido que rectifiquemos dicho artículo (“No a las mentiras”), advirtiéndonos que ‘Si la empresa quiebra, será porque El Universo no rectificó’.
“Se encuentra en juego, entonces, la supervivencia de una institución que con mucho orgullo cuatro generaciones de la familia Pérez ha dirigido por casi 90 años, uno de los baluartes de la libertad de expresión en casi un siglo de la historia de Guayaquil y del Ecuador (...) Están también en juego la estabilidad de más de cuatro mil personas, que directa o indirectamente dependen de la libre circulación del diario, incluyendo empleados, obreros y periodistas.
“...En aras de evitar la catástrofe que usted ha anticipado, nos sentimos en el deber de asumir las acciones que sean necesarias para impedirla.
Sin embargo, siendo para nosotros imposible rectificar afirmaciones que no fueron nuestras – y sin poder anticipar que la rectificación que hagamos coincida con su pensamiento – le ofrecemos que nos haga llegar el texto de la rectificación exigida para disponer su reproducción íntegra en El Universo, en el día y espacio que usted señale”.
El Presidente podría redactar el texto que refutara al artículo “No a las mentiras” de Emilio Palacio, con todo su derecho, como mandatario, como ciudadano. Podría ripostar con toda la energía que quisiera, en los términos que entendiera y el diario reproduciría íntegramente la réplica, como hacen tantos periódicos en cualquier país del mundo; pero, no, Correa quiere sangre, quiere ahogar el periódico que se opone a su proyecto de trabajo y no acepta la solicitud alegando por boca de su abogado que la misma no significa una rectificación y no es aceptada.
Se atrinchera en su prepotente actitud y afirma que “en la carta de hoy tampoco rectifican, si usted quiere le publicamos, lamentablemente es extemporáneo...”. Exige pues la humillación del periodista a los pies de su majestad; exige pues, que el periodista pida perdón público por lo que antes dijera.
Y agrega Correa en la rueda de prensa efectuada a la conclusión de la Audiencia:
“Compatriotas, esta es una lucha por el estado de derecho. Sé que nuestros conciudadanos van a saber reconocer que es una lucha por la verdadera libertad de expresión. Aquí nos quieren hacer creer que libertad de expresión es poder jugar con la honra ajena, mentir, eso no es libertad de expresión, es libertad de agresión”.
Falso, totalmente falso. Sus accionar es el propio de todo dictador, propio de su trastorno de personalidad, de su incapacidad para enfrentar cualquier crítica que afecte a su rebuscado narcisismo, con la misma arrogancia de Juan Manuel Rosas de Argentina, con la misma desfachatez de Leónidas Trujillo. Se impone su derecho al goce de la libertad de agresión.
Se queja Correa del local donde se ventila la vista diciendo que se compadecía del juez Juan Paredes por trabajar en un espacio tan reducido y con tanta incomodidad. Y se conmueve comentando que es una vergüenza, que si así se realiza una audiencia a la que asiste el Presidente de la República, no se imagina cómo será con un ciudadano común y corriente.
Más no se preocupa Correa por el conflicto en que ha colocado al juez Paredes, presionado por la presencia de altos funcionarios de gobierno, el canciller, Ricardo Patiño, el secretario de Comunicación, Fernando Alvarado y el gobernador del Guayas, Roberto Cuero, en la sala de deliberaciones, la asistencia de solo los reporteros del periódico oficialista EL CIUDADANO, mientras se le negaba el mismo derecho a los reporteros de otros rotativos. Difícil la situación del juez para decidir viendo la sala colmada de bulliciosos simpatizantes de Alianza PAIS, el partido de Rafael Correa y sintiendo la presión de las turbas de ese mismo partido en el exterior del local lanzando insultos y hasta arrojando huevos contra Emilio Palacio y hasta atacando de palabras a una mujer, a la periodista Tania Tinoco, con la misma furia de las brigadas de “respuesta rápida” que el castrismo emplea contra sus opositores y casi con el mismo e idéntico empleo de frases despectivas, “Periodista pelucona ándate a vivir a Miami”.
Terminada la audiencia, retirado el Presidente, abandonado las turbas las calles aledañas sobre estas quedó la muestra eficiente de lo que representan las turbas oficialistas; así lo reportó EL COMERCIO: “Sobre la calle de adoquines se observaban envases de bebidas vacíos”
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