lunes, 18 de julio de 2011

La gramática con sangre entra

Francisco de Goya: La letra con sangre entra, 1780-1785.
 
Emilio Palacio
Este martes se realizará en Guayaquil la audiencia para condenar a diario El Universo, sus directivos y Emilio Palacio. La sentencia ya la imaginamos. Asistiremos solo por formalidad.
No tendremos mucho que decir, además, ya que no nos darán la oportunidad para presentar las pruebas que nos exigen desde la publicación de mi artículo del 6 de febrero.
Yo había pedido, por ejemplo, que se convoque a un experto en lingüística para que explique cómo debe leerse mi artículo desde un punto de vista estrictamente gramatical. Pero como han impedido que acudan los lingüistas, les cuento cómo habría hecho yo ese análisis.
Recordemos primero algunas nociones de gramática aprendidas en la escuela.
1) Toda oración consta de dos partes: sujeto y predicado.
2) El sujeto es la persona, animal o cosa de quien se dice algo.
3) El predicado es lo que se dice del sujeto.
Teniendo eso en mente, volvamos a leer la cita por la que me acusan:
El Dictador debería recordar, por último, y esto es muy importante, que con el indulto, en el futuro, un nuevo presidente, quizás enemigo suyo, podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente. Los crímenes de lesa humanidad, que no lo olvide, no prescriben.
En este párrafo, como se ve, hay tres oraciones.
Primera oración: "El dictador debería recordar, por último, y esto es muy importante..."
¿Cuál es el sujeto? Fácil: "el dictador".
¿Y qué se dice del dictador? Más fácil aún: "debería recordar".
No se lo acusa, no se lo injuria.
La segunda oración es un poco más compleja: "con el indulto, en el futuro, un nuevo presidente, quizás enemigo suyo, podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente".
¿Cuál es el sujeto aquí? Resulta obvio que el sujeto de esta segunda oración es "un nuevo presidente". No Rafael Correa, otro presidente, uno próximo.
¿Y el predicado? ¿Qué es lo que afirma del sujeto en esta segunda oración? Pues lo que se dice es que ese nuevo presidente "podría llevarlo (al dictador) ante una corte penal".
El que podría acusarlo, injuriarlo y ofenderlo sería, en el futuro, un nuevo presidente "quizás enemigo suyo". El que "podría llevarlo" ante una corte penal no es Emilio Palacio, ni el diario, ni sus directivos.
Pero hay más.
El predicado de esta segunda oración tiene un verbo condicional: "podría llevarlo". Eso quiere decir que no es algo que necesariamente vaya a ocurrir. "Podría" ocurrir, "en el futuro", no ahora, ni menos aun cuando publiqué mi artículo.
Por último, este predicado incluye además un complemento: "por haber ordenado fuego a discreción"; que se lo ha querido "traducir" por "fuego a mansalva".
No es así. Leamos el diccionario de la Real Academia de la Lengua:
"Discreción: Sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar".
Es decir que Discreción no es "A mansalva", como se ha dicho, sino "con sensatez", "con tacto".
El diccionario define además la locución adverbial "a discreción", cuya primera acepción es: "Al arbitrio o buen juicio de alguien".
Concluyamos, por último, con el análisis de la tercera oración: "Los crímenes de lesa humanidad, que no lo olvide (el dictador), no prescriben".
Aquí simplemente se constata que "los crímenes de lesa humanidad (el sujeto) no prescriben (el predicado)". Ni el dictador, ni sus muchos enemigos, ni el autor del artículo, están incluidos en esta tercera oración.
¿Recuerdan ustedes cuando los abogados del Presidente, en el primer juicio que se me entabló, dijeron que "matón" era lo mismo que "matador"? Cuando les leí el diccionario, se pusieron rojos de la vergüenza y rebuscaron otros argumentos. Esta vez no harán lo mismo. Se pondrán verdes de la irá pero me condenarán a tres años de cárcel y una multa de millones de dólares verdes.

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