Mario J. Viera. Englewood, Florida.
Ellen Bernstein, aliada del castrismo
Algún día necesariamente se habrá de emprender en Cuba la descastrización de su sociedad, superar los odios y rencores que el castrismo engendró, suprimir sus símbolos, abolir sus leyes y darle a sus “héroes” muertos el lugar que les corresponde, lejos de suntuosos mausoleos. Quizá habrá que repatriar los restos del argentino que se bañó en sangre cubana, si es que Argentina se decide a aceptarlos.
JUVENTUD REBELDE informa que las cenizas del agente castrista Lucius Walker descansaran “eternamente en Cuba” en cumplimiento de su voluntad en vida. La urna que contiene sus cenizas serán “custodiadas en esta pequeña nación que tanto amó”, así lo asegura el periódico de propiedad del Partido Comunista.
Pero Lucius Walker no amó a Cuba. El apoyó la dictadura castrista. El se sirvió de la miseria del cubano para ganar reputación de benefactor, de cristianísimo. Danzó a los acordes del castrismo, fue su propagandista más activo. Los cubanos, los que no son miembros de la nomenclatura oficial lo despreciaban, le consideraban un gran hipócrita.
Hay hombres que no merecen ser recordados con gratitud después de muertos. Uno de esos hombres fue el pastor Lucius Walker.
Fue Kenia Serrano, presidenta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) quien hizo entrega al filo comunista Raúl Suárez, director del Centro Memorial Martin Luther King de la urna que contiene las cenizas del difunto.
Alborozado el reverendo impostor Suárez exclamó: ¡Aquí están las cenizas de Lucius como un signo de su presencia permanente entre nosotros!
Y JUVENTUD REBELDE expresa: “En el acto se recordó la vida del camarada y su entrega (...) a la lucha contra el bloqueo que le impone Estados Unidos a la nación cubana, y la liberación de los Cinco, presos injustamente en territorio norteamericano”.
Pero no se dice que jamás el falso profeta de la ayuda humanitaria respondiera a las cartas que los opositores les enviaran denunciando las violaciones de los derechos humanos por el régimen de Castro. Nunca levantó su voz en defensa de los prisioneros de conciencia de Cuba, no condenó el fusilamiento de los tres jóvenes de raza negra que intentaron emigrar a Estados Unidos secuestrando una embarcación, no alzó su voz para denunciar la masacre del remolcador Trece de Marzo, guardó impúdico silencio cuando aviones de combate de la fuerzas armadas castristas derribaron en pleno vuelo sobre aguas internacionales dos avionetas inermes de Hermanos al Rescate, nada dijo a favor de los presos de la Primavera Negra de Cuba de 2003. En cambio hizo campaña por la liberación de los cinco canallas presos por espionaje en Estados Unidos.
La presidenta del ICAP, Kenia Serrano ─ anotó el propagandista diario ─ “recordó la ayuda humanitaria que por 19 años Pastores por la Paz ha traído a Cuba, la cual ‘ha sido muy útil para aliviar problemas que nos causa el bloqueo’”. Ayuda humanitaria que consistió en llevar a Cuba ómnibus escolares que se utilizaron como transporte para el personal de los organismos del estado, en computadoras que se emplearon, algunas, muy pocas, en escuelas, la mayor parte en beneficio del Ministerio del Interior; ayuda humanitaria que jamás recibió el pueblo necesitado.
Habló también en la ceremonia la codirectora interina de la Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria que presidía Walker, la mujer de rostro amargo, ajado, Ellen Bernstein: “Lucius atravesó completamente la muralla del bloqueo, logró vencerla y nos convenció para acompañarlo (...) no estamos de brazos cruzados esperando otro Lucius; estamos aquí con otra caravana para seguir rompiendo el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba”. Nada heroico es ampararse en las libertades que se gozan en un país como Estados Unidos, que no les condena a prisión por colaborar con una potencia extranjera enemiga de su patria.
Nadie, o tal vez muy pocos en Estados Unidos le prestan atención a estos renegados que se enmascaran como benefactores religiosos. Falsos religiosos que hacen recordar lo que Jesús dijera en Mateo 5: 22 y 23: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”
Por el momento descansen en paz las cenizas de este “hacedor de maldad”, algún día se hará justicia en la tierra que venera a la virgen mambisa, la del Cobre, la que veneraron los grandes de la independencia.
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