Sin Chávez
Fernado Rospigliosi. La república,pe
La seria enfermedad del presidente venezolano Hugo Chávez puede cambiar el panorama en América Latina. Ollanta Humala pierde un referente.
El gobierno autoritario instaurado por Hugo Chávez es la típica dictadura personalista, que se derrumba cuando el líder muere o se fuga. Ejemplos hay muchos en América Latina: Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, Fulgencio Batista en Cuba, Alfredo Stroessner en Paraguay, Anastasio Somoza en Nicaragua, Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en el Perú.
Son distintas a las dictaduras institucionales de las Fuerzas Armadas, donde las transiciones son más ordenadas: Perú 1980, Argentina 1983, Brasil 1985, Chile 1990. (Ver Fernando Rospigliosi, “Montesinos y las Fuerzas Armadas”, Epílogo, “Cómo terminan las dictaduras”, IEP, 2000).
Pero la enfermedad de Chávez, si es tan grave como parece, no solo lo debilita internamente, sino que pone a sus acólitos (Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua) en serios aprietos. Y disuade a posibles seguidores, como Ollanta Humala, de la posibilidad de acoplarse al carro chavista.
Así, el peligro que tiene que sortear Humala hoy día no es tanto convertirse en un compinche de Chávez sino, como señala Augusto Álvarez, hacer un gobierno signado por la incompetencia y la corrupción. Que es algo parecido, pero no exactamente lo mismo.
Porque, como se sabe, los gobiernos de Chávez, Ortega y Evo son eso, incompetentes y corruptos. (Ver Andrés Oppenheimer, “El ‘milagro’ venezolano”, El Comercio, 10.7.11).
Salve Ollanta
Aunque Ollanta Humala no es precisamente un ejemplo de persona leal y agradecida (si no que le pregunten a Antauro), viajó a Venezuela. Le debe mucho a Chávez, no solo por su respaldo político sino por su cuantioso apoyo material desde el 2006.
El dictador venezolano está debilitado pero todavía no ha desaparecido. Humala tenía que hacerle algunas reverencias. No obstante, el gesto de Ollanta en estas circunstancias es poco más que simbólico.
Las deudas con Chávez no son obligaciones de cancelación inmediata, y dada la situación del dictador venezolano, es poco probable que ponga mucho interés en cobrarlas. Otros son los problemas que ocupan su mente y su tiempo ahora.
Volaré
Ollanta Humala es sin duda el presidente electo más viajero de la historia del Perú. Y quizás del mundo.
Al principio, personas de buena fe trataron de encontrar explicaciones al alocado tour de la pareja Humala-Heredia por toda Sudamérica, Norteamérica y el Caribe. Ahora hasta la confianza de los más crédulos flaquea ante esta frenética fiebre de viajes.
Mientras la pareja Humala-Heredia sube y baja de aviones, ¿quién se encarga de la transferencia? ¿Quién prepara el gabinete?
Lo único claro del asunto es que las peleas internas son feroces, un todos contra todos violento disputando los cargos. Finalmente, la decisión la tomarán Ollanta, Nadine y algunos familiares cercanos, con Siomi Lerner en muchos casos, y con el coronel (r) Adrián Villafuerte y el entorno militar en otros.
El frenesí por los viajes, los honores y el oropel han revelado al público una faz de los Humala-Heredia que el gran público desconocía.
Débil liderazgo
Más preocupante todavía es la carencia de liderazgo que ha mostrado Humala en el affaire Alexis. Como es obvio, Ollanta ha mentido nuevamente. Nadie puede creer que Alexis tramitara solo su viaje a Rusia para reunirse con altas autoridades y funcionarios de empresas, y que ni siquiera informara al presidente electo de tan trascendente periplo.
Realmente es una ofensa a la sensatez del pueblo peruano que la familia gobernante cuente estas historias descabelladas y encima pretenda que quien no las cree forma parte de una conspiración.
El lunes, Humala envió a sus técnicos a suscitar un debate sobre el estado de la economía con el evidente propósito de generar una controversia y distraer la atención de los negociados de Alexis.
Eso da una idea también de una forma primitiva e irresponsable de actuar. Porque la maniobra era tan burda que pocos cayeron en la trampa. Y porque es peligroso pretender jugar con la economía en un momento delicado.
Ahora la única carta que le queda a Humala es anunciar algunos ministros para quitarle importancia al asunto de Alexis. Eso sí pasaría a un segundo plano las aventuras el hermanísimo.
Paradójicamente, Humala tendría que adelantar algunos nombres para salir de un aprieto, y no porque era lo que realmente tenía que hacer para disipar la enorme incertidumbre que ha generado su elección.
Aunque hay políticos y analistas que pretenden restar importancia a estos incidentes, en realidad son reveladores sobre la personalidad del presidente electo y su entorno, e indicativos de cómo se manejará el gobierno.
Fernado Rospigliosi. La república,pe
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