viernes, 15 de julio de 2011

De Emilio Palacio a los ecuatorianos

La libertad de no tener miedo

Emilio Palacio
@PalacioEmilio


Norman Rockwell: La libertad de no tener miedo, 1944.

El martes 19 de julio, a las 10 de la mañana, se realizará en Guayaquil la audiencia del juicio contra El Universo, sus directivos y Emilio Palacio. Es la hora decisiva, culpables o inocentes.
¿Qué es lo que se resolverá ese día? Para contestar de manera apropiada, tengo que remontarme algunos años atrás, a un lejano 6 de enero de 1941, cuando Franklin Roosevelt pronunció su famoso discurso en el que anunció las cuatro libertades sobre las cuales debería levantarse el mundo: Libertad de palabra, libertad de culto, libertad de aspirar a algo mejor y libertad a no tener miedo.
Es hora de comprender que lo que está en riesgo en el país son precisamente esas cuatro libertades.
La libertad de palabra es una sombra de lo que fue. Los medios de comunicación están amenazados. A los periodistas se les advierte que podrían terminar en la cárcel. Los ciudadanos no pueden expresar su descontento desde una acera o una calle porque de inmediato se los acusa de terroristas.
A la libertad de aspirar a algo mejor la han transformado en un demonio. Conviene más cobrar el bono de la miseria que buscar empleo. A los maestros fiscales los sobreexplotan. A los empleados públicos los despiden. A los empresarios honestos que quisieran invertir sin pagar coimas, se los desalienta. Así que hay trabajadores que quieren trabajar y no pueden, y empresarios que quisieran crear fuentes de empleo y no los dejan. 
Solo un puñado de empresarios de derecha y pelucones de izquierda se enriquece a la sombra del poder, mientras crece el grillete de la deuda externa porque ya ni siquiera el dinero del petróleo les alcanza.
La libertad de culto es solo aparente, porque todas las religiones deben someterse a la religión oficial, al nuevo culto a la personalidad de los líderes infalibles, a los anatemas de sus sacerdotes y al discurso único del Estado a través de sus noticiarios "veraces y objetivos", o sus libros de colegio reescritos para contar la Historia como a ellos les conviene.
La más golpeada, sin embargo, es la libertad a no tener miedo. Ya no existe. Los ecuatorianos tenemos miedo de salir a la calle, incluso los que simpatizan con el régimen. Nos asusta la posibilidad de que nos asalten, de que nos dispare un sicario, de que nos secuestren. Contemplamos a nuestros hijos dormir y nos preguntamos si mañana seguirán así, seguros en su hogar. Agachamos la cabeza para que nuestro nombre no aparezca en las listas negras del régimen, la lista de los pelucones, de los "terroristas", de los "evasores", de los infantiles de izquierda, de los  conspiradores de derecha.
Por allí comencemos, recuperando la libertad a no tener miedo. Exijamos seguridad para nuestras familias. Reclamemos el derecho a quejarnos cuando algo no nos guste.
¿Podemos hacerlo? Estoy convencido de que sí, siempre y cuando nazca de nosotros mismos. Mañana quizás sea muy tarde, quizás a tu hijo lo hayan secuestrado o la economía del país quede destruida.
Así que basta de quejarnos. Es hora de actuar. Comiencen ustedes ciudadanos, no esperen a los políticos. Ellos vendrán después, cuando vean un pueblo decidido a reaccionar. Háganse escuchar, se los pido. Convóquense. Reúnanse. Movilícense.
El martes 19 de julio, a las 10 de la mañana, no se decidirá solo el futuro de El Universo y sus directivos, o el de Emilio Palacio, y en parte el de José Acacho, Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, o el coronel César Carrión y sus compañeros.
Es el futuro de ustedes lo que estará en juego. Y las cuatro libertades.


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