Emilio Palacio
Días antes de viajar desde Florida a Carolina del Norte, donde celebré el Thanksgiving day con familiares y amigos, alguien a quien estimo me obsequió "El hombre que amaba a los perros", de Leonardo Padura, escritor cubano.
Confieso que hasta ese momento no había escuchado absolutamente nada del autor, pero la foto en la portada del libro, de León Trotsky, me llamó la atención.
Trotsky fue uno de los principales dirigentes de la revolución rusa de 1917, pero murió perseguido por el gobierno que ayudó a conformar.
Por una extraña casualidad, el jueves, la noche del Thanksgiving day, un compatriota con cuarenta años en los Estados Unidos me preguntó, entre brindis y canciones, cómo así los ecuatorianos, que han tumbado a tantos presidentes, se quedan callados ante el gobierno de Rafael Correa.
Sí, puede ser que tengan miedo, como a veces yo mismo he escrito, pero queda la pregunta de por qué con otros presidentes ese miedo no tuvo la misma eficacia.
Quise contestar su pregunta, y entonces recordé la novela de Padura que me habían regalado. Porque Trotsky explicó, como nadie, el mecanismo que utilizan los tiranos para destruir la voluntad de los seres humanos, para volverlos sumisos e incluso abyectos. Por algo, él mismo fue una de sus principales víctimas.
Así que apenas volví a Miami me lancé sobre la novela.
Asesino de Trotsky, Ramón Mercader
Trotsky murió a manos de Ramón Mercader, un hombre con una historia tan triste que nos haría llorar si no supiésemos el monstruo en el que se convirtió.
A mediados de los años treinta, su madre Caridad, militante del partido comunista, lo fue a visitar, en el transcurso de la guerra civil española, a la Sierra de Guadarrama, con una pistola al cinto y acompañada de otro de sus hijos, el más pequeño.
Allí, cara a cara, sin perder tiempo en ternuras ni cariños, le preguntó a Ramón si cumpliría cualquier orden que le transmitiese el partido, la que fuese, sin hacer preguntas, negándose a sí mismo y a sus seres queridos, de ser necesario.
Ramón dudó por un momento, pero ante la insistencia de su madre, dominante, contestó que sí, que obedecería cualquier orden de su partido comunista, la que fuese.
Padura cuenta que entonces Caridad sacó su pistola, apuntó al perro de Ramón y le descargó un tiro, como diciendo "Ese es tu perro. Es solo un perro, pero es tuyo. Seguramente le tienes cariño. Pues no me importa. Al partido no le importa. Porque el partido está primero, está antes, está último y está después. A su lado, debes saberlo, ni tú, ni yo, ni tu perro importan. Tú mismo debes creer en esa verdad. Yo que soy tu madre te digo que deberás comportarte siempre de acuerdo con ese principio".
Los verdaderos totalitarismos echan raíces de ese modo. No comienzan con grandes asesinatos sino con pecados pequeñitos, de los cuales nos hacen cómplices.
"Él mismo se lo buscó. No debió provocarlos. Además, es solo un perro". Con comentarios así, tranquilizamos nuestra conciencia.
No nos damos cuenta de que en ese preciso instante atravesamos una frontera moral, nos convertimos en "coautores coadyuvantes", como diría el estudiante de abogacía Gutemberg Vera, perdemos decencia.
Luego el totalitarismo va subiendo la temperatura, despacito. Primero algunos insultos ásperos y vulgares, después una demanda absurda, luego una orden de prisión para un inocente, para varios, para muchos, hasta que nuestro silencio cómplice ante todas esas quejas que se convierten en gritos y esos gritos que se convierten en llanto, nos pervierte casi por completo.
Algunos, como Ricardo Patiño o Javier Ponce, cruzan el Rubicón y se convierten ellos mismos en grandes insultadores y corruptos. Lo toman como una orden de su madre, lo hacen suyo.
Otros, sin llegar a tanto, se esconden en el miedo para seguir guardando silencio.
NOTA:
Mónica Chuji, dirigente indígena y exsecretaria de Comunicación del Gobierno de Rafael Correa, fue sentenciada el jueves a un año de cárcel y al pago de $ 100 mil a Vinicio Alvarado, secretario de la Administración, quien la responsabilizó por el delito de injurias calumniosas por una entrevista publicada en diario El Comercio, en febrero, atribuye el juicio en su contra a que ha sido una de las voces críticas desde adentro del régimen y de la Asamblea Constituyente, de la cual formó parte con la credencial de PAIS. (El Universo)
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