Juan González Febles
Coronel Alejandro Castro Espín |
Lawton, La Habana, (PD) Un mensaje recibido a través de las novísimas redes sociales de telefonía móvil y generado desde la activa blogósfera, exhorta a rechazar la eventual promoción en enero ─ nepotismo mediante ─ del coronel Alejandro Castro Espín al Comité Central del gobernante y único Partido Comunista. El llamamiento convoca a impedir la continuidad de la sucesión dinástica y concluye con un dramático: ¡Ni un Castro más!
El club mundial de dictadores enemigos de la democracia, parece inspirado en el más rancio absolutismo monárquico. Los casos de Corea del Norte, Siria y la abortada sucesión de Gadafi en Libia, dan fe de una incontestable voluntad de continuismo hereditario. Pero el caso cubano es diferente. Cinco décadas de dictadura personal totalitaria en que se logró el sublime horror de la tecnocracia totalitaria, combinado con lo peor del caudillismo machocrático latinoamericano, no han borrado del todo la vocación democrática del occidente cristiano en el imaginario popular cubano, que aún sueña en el inglés adulterado de Florida o el español deficiente de Telemundo.
El mensaje consiguió filtrarse de móvil en móvil y algunos como el anciano Gregorio H, que dice y afirma que ya es tarde para cambiar y que se muere fidelista, comentó mientras bebía el café de un cuentapropista en Lawton: “La gusanera se adueña de los telefonitos esos ─ en referencia a la telefonía móvil ─ para hacer contrarrevolución con ellos. ¡Están llenos de odio contra Fidel, contra Raúl y hasta contra sus hijos!”
Gregorio supo del mensaje a través de una sobrina que estudia en la universidad y se lo dio a conocer sólo para molestarlo.
Sobre la posibilidad del encumbramiento de Castro Espín, recogí algunas opiniones en el almendrón que me transportó hasta Centro Habana, desde Santos Suárez vía Calzada del 10 de Octubre.
“¡Nunca saldremos de esta gente! ─ dice el chofer del almendrón ─. Se quieren seguir repartiendo todo entre ellos y sus familiares, sus queridas y el resto de la pandilla. ¡Qué salación le cayó a este país!”
Un 'luchador' que viajaba en el almendrón dijo: “El tipo está en el DTI partiendo cojones en nombre de su papi y su tío. Está luchando lo suyo y hace méritos. Ninguno de nosotros por más mierda que hablemos conseguirá impedir que lo metan en la 'mascá'. Esto es de ellos y no hay más na. Lo único que queda pal que no le guste, es pirarse. ¿Vieron cómo se echaron a la jefa de las Damas de Blanco? Esta gente, no quiere soltar...”
Lo cierto es que las redes informales hacen lo suyo. Esto a despecho de los esfuerzos que hace el gobierno para que los mensajes no lleguen a su destino. Quien suscribe no recibió el mensaje en su móvil, pero tuvo oportunidad de leerlo y hasta disfrutarlo en el móvil de un vecino y amigo.
En estos momentos espero la confirmación de la última asonada que se dice protagonizó en las calles de todos los cubanos, Sara Marta Fonseca con un grupo de seguidores. La oposición se mueve y las redes sociales a pesar de todos los pesares, acompañan desde la sociedad civil el difícil camino hacia la libertad y la democracia.
Como un murmullo crece, hasta convertirse en grito una demanda: ¡Ni un Castro más!
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