martes, 29 de noviembre de 2011

Pelean los republicanos.

Mario J. Viera

No cabe la menor duda de que el Partido Republicano es la cueva del más rancio conservadurismo; el partido que está a favor de las grandes corporaciones en alianza con el Tea Party, y con el Tea Party refugio de evangelistas fundamentalistas.

Para todo agitan con la Biblia muchos de los tea partisanos; son tan cristianos... Tanto que bendicen el poder de los poderosos de Wall Street. Lástima que parece no haber leído la Carta del Apóstol Santiago en la que se puede leer: “Queridos hermanos míos, oigan esto: Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres, para que sean ricos en fe y para que reciban como herencia el reino que él ha prometido a los que lo aman; ustedes, los humillan. ¿Acaso no son los ricos quienes los explotan (Reina-Valera emplea la expresión “oprimen”) a ustedes, y quienes a rastra los llevan ante las autoridades?” (Stg. 2.5,6)

Esto, sencillamente es doble estándar moral.

Ahora están en el debate para la nominación a candidato para la presidencia y se despedazan entre ellos. Unos suben en las encuestas y luego caen para ocupar la preferencia otro que luego se despeñará hasta que finalmente descuelle alguno con los valores republicanos y tea partisanos más notorios. La última estrella republicana que ha captado la atención de los comentaristas es Newt Gingrich; y ha captado esa atención por lo que difiere del resto de los aspirantes, por su distanciamiento de las posiciones trogloditas de sus adversarios en el tema de la inmigración ilegal o indocumentada, como se quiera denominarla.

Y bien que Gingrich es diferente, antes luterano, ahora católico, algo no muy bien visto por los WASP del Tea Party; durante la administración de Bill Clinton fue el representante de la oposición republicana como Presidente (speaker) de la Cámara.

Entre la comunidad cubana, mayoritariamente de afiliación republicana, Gingrich puede ganar muchos adeptos por su posición fuerte frente al castrismo y su rechazo a la política de “pies secos, pies mojados” alegando, según martinoticias, que  es terrible decir a alguien que llegue a acercarse a la costa de EE.UU. y pueda verla con sus ojos que va a ser devuelto al país del que huyó, mucho más cuando ‘Cuba es un caso único’”

No sé si, de ser nominado como candidato presidencial, se aparezca por el Versailles diciendo que quiere “una Cuba Libre” y, luego, como tantos otros, se conforme solo con tomarse el trago de igual nombre.

Andrés Oppenheimer dice: “Gingrich dio en la tecla”, refiriéndose a la declaración de este a favor de la legalización de los inmigrantes furtivos en Estados Unidos: “Si usted ha estado aquí 25 años y tiene tres hijos y dos nietos, y si ha pagado los impuestos y obedecido la ley, pertenece a una iglesia local, no creo que debamos separarlo de su familia, desarraigarlo por la fuerza y echarlo de una patada”, citó Oppenheimer.

Sobre estas palabras del aspirante republicano, Jorge Ramos expresó: “Esto es lo que muchos llaman la tercera opción. No es la primera opción –favorecida por el presidente Barack Obama y muchos demócratas– que legalizaría a la mayoría de los indocumentados y les daría la ciudadanía norteamericana. Tampoco es la segunda opción, de los republicanos más radicales, que propone expulsar del país a todos los extranjeros sin documentos de residencia”. Una posición intermedia pero mejor que las de sus oponentes del mismo partido.
La tesis de Gingrich, aunque no abarca a todos los indocumentados y a los que ampare no se les reconoce el derecho a aspirar a la ciudadanía ni votar, en opinión de Jorge Ramos “...esto, sobre todo para los inmigrantes que viven en estados como Alabama, Arizona o Carolina del Sur, es mucho mejor que vivir perseguidos y discriminados”; y para Oppenheimer la “propuesta de Gingrich, aunque limitada, por lo menos aporta un toque de racionalidad al debate entre los aspirantes republicanos”. Racionalidad, algo bien carente en el combate entre tea partisanos y republicanos súper conservadores.

Resumiendo los resultados de los debates republicanos, Oppenheimer concluye: “...parte del debate inmigratorio ha estado dominado por comentaristas radicales contrarios a la inmigración y alérgicos a los hispanos, tanto en Fox News como en programas radiales conservadores que consiguen elevar sus ratings culpando a los inmigrantes mexicanos de cualquier cosa, e impulsan a los aspirantes republicanos a adoptar posturas semejantes”.

Por otra parte Guillermo Descalzi considera que las batallas políticas en los Estados Unidos de hoy son algo así como un “canibalismo político”. Este comentarista considera que “la derecha republicana se ha vuelto tan extrema que no aguanta nada ligeramente a su izquierda. Parece querer comerse a todo aquel que no está en su rincón”. Incluyendo críticas a la gestión de Obama, Descalzi señala: “Nos damos cuenta del daño causado por la intransigencia de la extrema derecha. En vez de buscar entendimiento con Obama han buscado su destrozo, acelerando el colapso de nuestra economía”.

Realmente la intransigencia, el acuartelamiento ideológico de los republicanos ha impedido encontrar puntos de acuerdos que beneficie a la clase media, el sector más importante de la sociedad americana, mucho más que el del uno por ciento de la población que acapara las mayores riquezas.

Y agrega Descalzi: “No ayuda para nada que la ultraderecha quiera que paguen los de la clase media para abajo, y se ‘proteja’ a quienes tienen más porque son creadores de bienestar. ¿Qué bienestar? ¿Nos han dejado algún bienestar los últimos cuarenta años de mudanza industrial, endeudamiento masivo y desaparición gradual de la clase media y el sueño americano?”

Los republicanos están peleando. Dan por seguro una aplastante victoria sobre Obama en las elecciones del 2012, confían en las dificultades que ellos y la situación económica del país le han creado a Obama como la tabla de salvación que les conduzca a la Casa Blanca. Pero, hasta ahora, por mucho que se destrocen entre sí, por mucho canibalismo político que practiquen, hasta hora, no hay un solo aspirante a candidato presidencial que pueda desplazar a Obama de su puesto.

Quizá el eco de Occupy Wall Street retumbe en las próximas elecciones y los republicanos, como dice el dicho, pierdan pito, calabaza y miel.

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