Un “reconocimiento en la arena internacional”, según María de los Ángeles Flórez, la embajadora del castrismo ante la UNESCO ha sido la reelección del gobierno de los Castro al Consejo Ejecutivo de esa institución internacional cobijada bajo el manto de la ONU.
La UNESCO ahora con 195 estados miembros tras la inclusión unilateral del Estado Palestino por los votos favorables de 107 estados participantes, 14 en contra y 52 abstenciones, que motivó la decisión de Estados Unidos de suspender su aporte financiero al organismo de las Naciones Unidas, luego que el Departamento de Estado declarara, por medio de su vocera oficial Victoria Nuland, que esa decisión “es lamentable, prematura y socava (...) la meta común de una paz integral, justa y duradera en Oriente Medio. Estados Unidos ─ según la vocera ─ sigue firme en su apoyo al establecimiento de un Estado palestino independiente y soberano, pero tal Estado sólo puede ser materializado a través de negociaciones directas entre los israelíes y los palestinos".
Ya antes, en 1984, durante la administración de Ronald Reagan, Estados Unidos se había separado de la UNESCO en protesta por la inclusión en ella de países integrantes de Movimiento de los no alineados y la fuerte influencia comunista en su seno, sin embargo, luego de diecinueve años Estados Unidos retornó como miembro efectivo de la organización el 1 de octubre de 2003, esta vez bajo la administración Bush.
La UNESCO fundada el 16 de noviembre de 1945 con su lema de “Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres” basado en su Constitución que declara: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz” ha sido sin embargo un foro internacional adverso a los Estados Unidos y amparo de gobiernos conocidos como violadores de los derechos humanos, como el depuesto régimen de Gadafi; la dictadura de Bashar al-Assad que forma parte como el de los Castro del Consejo Ejecutivo; el régimen tunecino de Zine El Abidine Ben Ali, derrocado tras las revueltas del Norte de Africa; el abatido gobierno autoritario de Bumarak de Egipto y la Ruanda del genocida Paul Kagame.
El Consejo Ejecutivo de la UNESCO, según su página oficial para Venezuela, es el “órgano rector en el cual se toman las decisiones más importantes que influyen directa y de manera determinante en el carácter y orientación de las políticas, programas y proyectos emprendidos por la Organización”. Ya se puede conocer como instigarán en la orientación de las políticas de la UNESCO este Consejo Ejecutivo en los que toman asiento los representantes de Raúl Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa y Bashar al Assad.
El supuesto propósito de la UNESCO es “crear condiciones propicias para un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos fundado en el respeto de los valores comunes” como medio para “forjar concepciones de un desarrollo sostenible que suponga la observancia de los derechos humanos, el respeto mutuo y la reducción de la pobreza, objetivos que se encuentran en el centro mismo de la misión y las actividades de la UNESCO”.
Es absurdo que una organización internacional, que en la letra promueve el desarrollo de la cultura y el respeto de los derechos humanos, acoja como miembro efectivo a un gobierno usurpador como el de los Castro, violador sistemático de esos derechos, que prohíbe la emisión de la libre opinión bajo los postulados de una draconiana ley que impone penas de prisión para aquellos, que fuera de los marcos gubernamentales quieran ejercer ese derecho; que persigue al periodismo independiente, que encuadra la cultura dentro de los rígidos marcos de “dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”; que proclama que la Universidad es solo para los afectos al sistema impuesto.
El gobierno de los Castro, como el del tirano de Siria, no es gobierno de jure sino de facto y por tanto ilegítimo y no debiera ser reconocido como objeto de derecho y sus decisiones, de ningún modo pueden aceptarse como vinculantes para la futura república de Cuba.
Estados Unidos, hace mal en retirarle sus aportes a la UNESCO, debiera separarse definitivamente de ella si en la misma se da acogida a gobiernos malandrines. Esto es válido también para los países democráticos de Europa y Asia; de América Latina no cabe esperar una actitud de dignidad, sus gobiernos están enfermos con el síndrome del “antiimperialismo” y de las venas chorreantes de sangre de los perfectos idiotas latinoamericanos.
La reelección garantizada a los Castro para el Consejo Ejecutivo, no es un reconocimiento legítimo en la arena internacional a su hegemonía, sino una coartada más que se le ofrece.
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