jueves, 17 de noviembre de 2011

Sobre el futuro de Occupy Wall Street

Mario J. Viera

El muy republicanísimo y conservador Diario Las Américas publicó en su página de opinión un artículo bajo el sugerente título “El futuro de los indignados en Estados Unidos”. El autor del artículo justifica sin decirlo por directo la represión de la policía newyorkina y otras ciudades en contra de los plantados en diferentes parques. “Ellos también tienen que obedecer las leyes ─ señala el articulista ─. Tienen todo el derecho a manifestar y expresar sus ideas. Lo que no tienen derecho es a violar los derechos de otros para proclamar sus credos”. Es la manida justificación ofrecida por los ultraconservadores.
Según el autor, la que él denomina gran prensa liberal, eufemismo por izquierda o más bien ultraizquierda, “aúpa” el movimiento espontáneo de protestas, a la vez que proclama “la validez de sus ideas”, se encubre “a los que violan la ley abiertamente entre ellos – dicen que es una minoría insignificante”.

En su intento de restarle autoridad a OWS el articulista desliza la posibilidad de actos violentos por parte de los participantes en las manifestaciones de Occupy Wall Street con carácter anarquista: “Si por el contrario ─ previene ─ el movimiento se torna violento, como un grupo de anarquistas dentro del mismo hizo en la ciudad de Oakland hace par de semanas, el movimiento va a hacerles un daño enorme a los políticos que los defiendan”. Y deja caer la ponzoña de la duda al decir que OWS “no quiere modificar el sistema de gobierno de este país. Ellos quieren destruir el sistema existente y crear uno, que su punto de vista sea más igualitario. Quitarles a los ricos para darles a los pobres no funciona”. De ahí a acusar de marxista-leninista al movimiento de indignados, no hay más que una pequeña modificación semántica.
Realmente, lo que ha quedado demostrado, lo que se evidencia en la actual crisis económica que afecta por igual a todas las sociedades desarrolladas es que quitarles a los pobres y a la clase media para beneficiar a los poderosos no funciona. Son las capas trabajadores de la sociedad y sus clase medias las que están soportando todo el peso de la crisis económica, mientras que los más ricos disfrutan a placer los jugosos beneficios que reciben, muchos de ellos liberados del pago de impuestos aprovechándose de los resquicios presente en el sistema fiscal de Estados Unidos. Ellos, los poderes de Wall Street son los responsables de la crisis. Ellos son los que pueden virar la balanza a su favor con el empleo muy bien pagado de hábiles lobistas y la complicidad de la ultraderecha americana.
En todo movimiento popular, ya sea Occupy Wall Street, ya sea el Tea Party, existe la posibilidad de que surjan los oportunistas de siempre para manifestar sus ambiciones políticas; siempre hay el riesgo de que los comunistas intenten influir en movimientos de indignados, como existe el riesgo de que elementos neonazis y miembros del Ku Klux Klan se aproveches de un movimiento populista de extrema derecha como es el Tea Party.
No he visto notas en los grandes diarios del daño económico que estas protestas han hecho a los pequeños negocios que funcionan aledaños a los lugares que ellos ocupan. Ellos también tienen derechos” afirma el comentarista de Diario Las Américas a lo que se puede responder que tampoco se han visto notas en los grandes medios de Fox y Rupert Murdoch del terrible daño que a los pequeños negocios ha generado la crisis disparada por los grandes consorcios de Wall Street, los bancos y las aseguradoras.
Con el argumento de que algunos políticos demócratas se ha aventurado a darle el respaldo a Occupy Wall Street, el autor de “El futuro de los indignados  en Estados Unidos” dice: “Si OWS logra organizar sus planteamientos y canalizar los mismos en respaldo de un grupo de candidatos políticos puede tener una enorme posibilidad de convertirse en un factor decisivo en las elecciones presidenciales del año entrante. Si no lo hacen pueden, como muchas revoluciones fallidas, comerse a sus propios hijos; a los que más quieren; a los que más los protegen”.
No se trata de revolución; ¿por qué recurrir al fantasma de la revolución? No hay líderes visibles en OWS, no hay una plataforma estructurada de exigencias, no hay una ideología que le inspire, solo la indignación los mueve, la indignación por los empleos perdidos, la indignación por los procesos de fore closures que han dejado sin sus viviendas a miles de ciudadanos; es la indignación ante una asistencia médica que no está al alcance de los menos favorecidos y que ha producido una enorme cantidad de bancarrotas por falta de pago de las cuentas médicas; es también la indignación por la desigualdad alarmante y oprobiosa que existe entre el uno por ciento de la población y el resto de la nación. Es el reclamo a favor de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; el reclamo al derecho de cada ciudadano a buscar la felicidad.
El movimiento Occupy Wall Street dado el marco social en que se ha producido pudiera hacer suya estas luminosas palabras que aparecen en la Declaración de Independencia de las Trece Colonias de Norteamérica:
“Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad”.

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