Mario J. Viera
Mahmoud Ahmadineyad en visita a planta nuclear en Irán
La prensa oficialista de Cuba, la única legalizada y de propiedad del Buró Político del Partido Comunista, ha publicado y reproducido la última reflexión surgida de la mente confusa del líder máximo del socialismo siglo XXI y padre fundador del desastre político, social y económico que rige en Cuba.
Bajo el título de “Cinismo genocida”, el reflexionante Castro mezcla peras con tomates y expresa implícitamente su simpatía hacia los regímenes de Irán y del desaparecido Muamar el Gadafi. El núcleo central de su reflexión es el supuesto inminente peligro de una guerra de carácter nuclear que sería “una catástrofe definitiva y total”. Estas son las peras; los tomates son la digresión fuera de lugar donde mezcla la amenaza nuclear con “la profunda crisis económica que con sus profundas implicaciones sociales, e incluso climáticas, amenazan a todos los habitantes del planeta”. (Nota: el pleonasmo es de Fidel Castro)
Otro de los tomatazos mezclado anárquicamente en el tema, es una pieza brillante de despiste de redacción: “El monopolio del oro mundial en poder de Estados Unidos, y el prestigio de Roosevelt, le permitió el acuerdo de Bretton Woods que le asignó el papel de emitir el dólar como única divisa que se utilizó durante años en el comercio mundial, sin otra limitante que su respaldo en oro metálico”. Si alguien encuentra la relación existente entre la idea central del citado párrafo y el “cinismo genocida”, pido humildemente que me lo hagan conocer.
Considerándose un Jeremía criollo se siente en el deber de transmitir a los “que se toman la molestia de leer estas reflexiones (...) de crear conciencia sobre los riesgos que la humanidad está corriendo de forma inexorable...”, el riesgo de la catástrofe de una guerra nuclear, mundial, por causa de las “decisiones irresponsables de políticos a quienes el azar, más que el talento o el mérito, puso en sus manos el destino de la humanidad”. En esto de las decisiones irresponsables de políticos sin talento y méritos, el reflexionante es toda una autoridad; no olvidemos que el azar lo convirtiera en el único jefe de la revolución, luego de la muerte del líder del Directorio Revolucionario, José Antonio Echeverría y la del líder del movimiento revolucionario en el llano, Frank País, junto a la cobardía política de Faure Chomón. Sin talento y sin mérito alguno Fidel Castro tomó en sus manos el destino de todos los cubanos; su único talento, si como tal se pudiera considerar, fue el de mantenerse en el poder por cinco décadas, intrigando, y aplastando con mano fuerte cualquier disidencia, oposición o intento de discutirle el poder. Fue así como se deshizo de Huber Matos, de Camilo Cienfuegos y hasta del atorrante argentino Ernesto Guevara; fue así como defenestró a quien él mismo había nombrado como presidente, Manuel Urrutia Lleó.
Entrando en tema, se refiere al informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre los aventureros experimentos nucleares de Irán’ informe que consideró “político, tarifado y sectario, que pone el mundo al borde de la guerra con empleo de armas nucleares”. Epítetos fáciles de emplear como afirmaciones, pero sin una demostración lógica de su legitimidad discursiva.
De acuerdo con su razonamiento esa guerra atómica “el imperio yanki, en alianza con Gran Bretaña e Israel, viene preparando minuciosamente contra Irán”. De tales conclusiones se infiere que Castro aprueba, y debe tener conocimiento, que Irán tenga, o tiene ya, acceso al arma nuclear, de lo contrario no podría concluir que existe el peligro de una conflagración con empleo de armamento atómico.
Castro se parcializa a favor de la dictadura teocrática de Irán y en contra del estado de Israel al que califica de “peligrosa y agresiva potencia nuclear”, Castro no quiere ver que si los ayatolas iraníes se arman atómicamente, Irán se convertiría en una potencia más agresiva y peligrosa que lo que actualmente es, un peligroso estado no solo para Israel sino también para Arabia Saudí y Turquía.
De pasada, pero de mucho peso en su concepción idílica de los estados totalitarios, se refirió Castro a Gadafi proclamándole como el “jefe constitucional” de Libia, al que un ataque aéreo hirió y “destruyó el vehículo que lo transportaba y lo dejó a merced de los mercenarios del imperio, quienes lo asesinaron y exhibieron como trofeo de guerra, ultrajando costumbres y tradiciones musulmanas”. Para Castro los opositores a cualquier estado totalitario son, invariablemente, “mercenarios del imperio” no importa si son libios, o sirios como si son cubanos; por ese camino cambiará la interpretación histórica de la lucha contra el fascismo y el nazismo, entonces la resistencia estaría constituida solo por mercenarios del imperio yanqui o británico.
No amerita el esfuerzo de continuar comentando la reflexión del tirano cubano ahora en pantuflas y pijamas. Lo peor de todo es que nos amenaza con una segunda parte de esta su reflexión sobre peras y tomates
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