Sergio Muñoz Mata. EL NUEVO HERALD
Sharon Bialek (der.) escucha a su abogada, Gloria Allred, en una conferencia de prensa el lunes pasado en Nueva York. Bialek acusó al candidato republicano Herman Cain de acoso sexual. Dennis Van Tine / MCT
Cuenta la historia bíblica que en un arrebato de celos porque Dios rechazaba su ofrenda y aceptaba en cambio la de su hermano Abel, Caín comete el primer asesinato de la historia. Siglos después, un poco entre bromas y veras, Herman Cain, un hombre que antes de aspirar a la candidatura del Partido Republicano a la presidencia en 2012 era el vendedor en jefe de las pizzas El Padrino, ha sugerido como promesa de campaña el asesinato masivo e indiscriminado de quienes se atrevan a cruzar ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos.
La farsa del nuevo Cain empezó a mediados de año, durante una presentación en Iowa, cuando el candidato le contó a su audiencia que durante su reciente viaje a China tuvo una idea brillante: “¿Si hemos podido mandar un hombre a la luna”, dijo Cain, “cómo es posible que no podamos construir una muralla semejante en nuestra frontera sur?” “Si ustedes me eligen presidente”, dijo Cain, “les prometo construir una muralla más alta que la de China pero ¡electrificada!” y con letreros en español advirtiendo que la descarga eléctrica podría ser fatal. Por si las dudas, también propuso cavar un foso paralelo a la barrera y llenarlo de cocodrilos por si acaso alguien sobreviviera a la descarga eléctrica.
Entusiasmado por la respuesta delirante que sus propuestas provocaban en sus audiencias, Cain siguió refinando la propuesta y unas semanas después ya planteaba que como última línea de defensa en la frontera, el presidente Cain ordenaría el desplazamiento de pelotones de soldados armados con armas y balas “reales” con la misión de defender el suelo patrio a sangre y fuego.
Pero el tema de la defensa de la frontera no ha sido, por supuesto, el único disparate que el locuaz candidato ha planteado en los foros, debates y presentaciones en los que ha participado ante la base republicana. También propuso un disparatado plan de impuestos llamado el 9-9-9, aunque admitió, de entrada, que no podía dar detalles del plan porque a la propuesta le faltaba mucho trabajo.
Así las cosas, en cuestión de semanas, los errores de sus adversarios políticos así como su desparpajado estilo, su ramplonería y su falta de experiencia política empezaron a rendir frutos y de pronto Cain se coló al liderazgo del espeluznantemente débil elenco de aspirantes a la candidatura republicana, por lo menos hasta que llegó el siguiente tropezón.
Hurgando en su pasado, un reportero de Politico.com descubrió que durante su gestión como presidente de la Asociación Nacional de Restaurantes, una mujer le había acusado de hostigamiento sexual. Cain lo negó. Luego salió que había una segunda acusación de otra mujer. Otra vez Cain lo negó, hasta que se hizo público que la primera mujer había recibido una compensación económica para resolver el asunto. En ese momento, Cain recuperó la memoria aunque seguía sosteniendo que las acusaciones eran falsas. Cuando se supo que también la segunda mujer había recibido dinero para resolver su querella, Cain se lanzó a la ofensiva contra los medios alegando que se trataba de una campaña de “linchamiento de alta tecnología” motivado por el racismo contra un ciudadano de raza negra, tal y como había sucedido con el juez Clarence Thomas, también acusado de hostigamiento sexual.
Curioso cargo viniendo de una persona que hasta ahora había dicho que su raza no era un factor en esta campaña y quien en la década de los 60 prefirió irse dócilmente a la parte trasera del camión en vez de participar en la lucha por los derechos civiles acompañando a sus compañeros de universidad. Según parece, Cain se envalentona contra las mujeres y las minorías pero se arruga frente a los blancos.
En un principio, los estrategas de Cain anunciaron con sorna que las acusaciones no solo no habían hecho mella en su candidatura sino que habían propiciado una catarata de fondos para la campaña. Este fin de semana una encuesta de Reuters/Ipsos muestra que su popularidad entre los votantes republicanos bajó nueve puntos porcentuales.
Ahora, ya apareció una tercera mujer que también le acusa de hostigamiento sexual y todo augura que su inesperado liderazgo será fugaz.
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