Cuba se encuentra entre los primeros 6 países con mayor cantidad de presos en relación con su población total
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – El V Encuentro Internacional sobre la Sociedad y sus Retos Frente a la Corrupción se efectuó en La Habana entre el 9 y el 11 de noviembre. El evento estuvo presidido por la Sra. Gladys Bejerano, vicepresidenta del Consejo de Estado y Contralora General de la República. Participaron el Dr. Darío Delgado Cura, Fiscal General de la Republica y otros altos dignatarios del sistema judicial cubano, así como invitados extranjeros, entre ellos el Dr. Antonio Mazzitelli, representante regional para México, Centro América y el Caribe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC), y personalidades de Rusia, México y Venezuela.
El problema de la corrupción en el mundo actual tiene colosales proporciones. Los datos brindados en el Encuentro por el representante de ONUDC son impactantes, pues, en valores, la corrupción y la delincuencia mueven un equivalente al 4,7% del Producto Interno Bruto mundial, o sea 2,1 millones de millones de dólares.
Lamentablemente Cuba no está aislada de este flagelo, aunque las causas y características de sus problemas tienen orígenes particulares, basados fundamentalmente en la permanencia durante decenios de un disfuncional sistema económico, político y social, que no sólo ha destruido la economía nacional, creado grandes diferencias sociales y llevado a amplias capas de la población a la miseria, sino también ha ocasionado sustanciales pérdidas de valores éticos y morales, y con su fracaso, promovido un generalizado clima de desesperanza y frustración, propiciador en grandes sectores de la población de un sentimiento muy pesimista sobre el destino nacional.
Ciertamente, como señaló el Dr. Carlos Raúl Concepción Rangel, vice fiscal general de Cuba, existe la corrupción en el sector empresarial, pero no sólo está localizada en él, ya que de diversas formas existe en toda la sociedad.
Según reconoció el Presidente Raúl Castro el 26 de julio de 2007, el salario no alcanza para vivir, y mucho menos las pensiones. Hoy, el salario medio mensual en Cuba equivale a 18 dólares y la pensión media mensual no rebasa los 10 dólares al cambio oficial. Esta situación se agrava por la existencia de dos monedas y el generalizado pago a los trabajadores en el peso cubano corriente (CUP) que no es aceptado por el propio gobierno en su extendida red de tiendas de venta en pesos convertibles.
En esas condiciones muchos trabajadores durante años se han visto forzados a sustraer recursos de sus lugares de trabajo para poder subsistir ellos y sus familias, creándose así un modus vivendi, que de cierto modo se ha convertido en una nueva moral, con la que han crecido generaciones de cubanos.
Eso se agrava por el hacinamiento en viviendas y demás carencias no propiciadoras de las virtudes humanas, sino todo lo contrario. Quizás el hecho de que Cuba se encuentra entre los primeros 6 países con mayor cantidad de presos en relación con su población total, según datos de PNUD (IDH 2007-2008) y prestigiosas publicaciones como The Economist, sea triste evidencia de ello.
Se añade el tradicional descontrol sobre los recursos, debido a la falta de jerarquización del papel de la contabilidad y a terribles errores cometidos en la década de 1960, cuando se destruyó absurdamente la rica experiencia en esta materia, maltratándose incluso a muchos especialistas durante la desastrosa “lucha contra el burocratismo”, cuyos nocivos daños todavía no se han reparado
No es un secreto para nadie que una gran cantidad de empresas e instituciones administrativas tienen dificultades con su sistema contable, agravado por la doble moneda, la variedad de mercados y precios para un mismo producto, la falta de recursos y condiciones idóneas para efectuar el control económico y la carencia de estímulos para el personal que labora en esas decisivas áreas.
Todo esto facilita los desvíos y la corrupción en general. Datos recientes provenientes de las revisiones efectuadas por la Contraloría General de la Republica demuestran que un porciento alto de empresas y centros administrativos realizan una gestión ineficiente, propiciatoria del robo y la corrupción.
No menos importante que los factores antes citados es la política seguida durante décadas para la selección de los funcionarios y dirigentes de las empresas, donde la capacidad y los méritos se dejan de lado, priorizándose una supuesta militancia que muchas veces ha escondido la doble moral con el propósito de ascender socialmente mediante el oportunismo y la mentira. La inmensa mayoría de las personas sancionadas por delitos cometidos en la administración de los recursos del Estado han sido militantes del partido comunista, lo cual demuestra el desacierto del clientelismo para seleccionar a los dirigentes.
Últimamente se escuchan voces culpando a la burocracia de muchos de los problemas existentes en el país. En eso hay un alto grado de razón, pero no se dice que la capa de burócratas creada es la consecuencia de un sistema centralizador, integrado por órdenes y limitaciones provenientes de una estructura administrativa gigantesca, que junto a la política clientelista genera los males del burocratismo.
El mal proviene de un sistema implantado para pretender controlarlo todo, que en realidad no controla nada. Debido a ello, tiene que ser transformado radicalmente, comenzando por un proceso descentralizador que elimine el exceso de organismos centrales; aligere la compleja legislación vigente, cargada de absurdas prohibiciones; acerque lo más posible los niveles de decisión a la base y cree condiciones para liberar las fuerzas productivas y la capacidad creadora de los ciudadanos en un escenario de libertad.
Los listados internacionales de países donde la corrupción casi no existe, están integrados por naciones desarrolladas, que ofrecen a sus ciudadanos un nivel de vida decoroso, donde al tiempo de existir propiedad privada y economía de mercado, poseen bajas tasas de diferencia en los ingresos (coeficiente GINI). Estos listados, salvo excepciones, coinciden bastante en las primeras posiciones con las del Informe de Desarrollo Humano (IDH), confeccionado por PNUD. En los países señalados como los más corruptos del mundo imperan la miseria y la falta de oportunidades para sus ciudadanos, y existen gobiernos autoritarios y populistas, violadores de los derechos humanos.
Por ello carece de realismo la insistencia en el evento de la Dra. Luisa Ortega, Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela, de que “la corrupción guarda relación con el sistema de antivalores instaurado en gran parte del mundo”, en franca alusión a los países donde rige la economía de mercado y la propiedad privada, cuando su nación ocupa la posición 14 entre las más corruptas del planeta, según el Pocket World in Figures 2011, de The Economist.
En conclusión, puede afirmarse que la corrupción está muy ligada al estado del desarrollo de los países y la forma como se distribuye la riqueza creada. Donde existen elevados índices de menesterosos, altos grados de desigualdad, carencia de libertad económica y política, así como violaciones de los derechos humanos hay condiciones para el desarrollo de la corrupción. Es oportuna una legislación adecuada para penar los delitos y formas de castigo para los ciudadanos que pretendan vivir de ellos, pero como muestra la experiencia, esos factores nunca podrán suprimir la corrupción, sin eliminar las causas económico-sociales que la promueven.
A PROPOSITO DE LA CORRUPCION EN CUBA
Extractos de un artículo de Sergio Lázaro Cabarrouy publicado en la revista Vitral con fecha julio-agosto de 2008:
“La corrupción es uno de los males más graves que nos aquejan. La corrupción es una forma de practicar sistemáticamente la mentira. El término se usa cuando esto ocurre en el cumplimento de obligaciones sociales o el desempeño laboral, sobre todo en el caso de cargos públicos, o desempeño político. En Cuba, esa palabra está indisolublemente ligada a la política, y para muchas personas se identifica con ésta, es decir, política es igual a corrupción”.
(...)
“En los últimos 50 años la corrupción en Cuba ha tenido una cara distinta a la de la primera república. En el estado paternalista propio del modelo totalitario que se adoptó, el Estado “asume” muchas de las funciones propias de la iniciativa privada, y de custodio de derechos y libertadas, pasa a ser protagonista y administrador de éstos, con el consecuente deterioro de los mismos. Por otra parte, al abolirse la división de poderes, el Estado y sus funcionarios adquieren un poder e impunidad que lleva en muchísimas ocasiones a exacerbar lo más negativo de la naturaleza humana en cuanto a engaños y uso indebido de recursos. Una de las consecuencias de esta práctica es entonces el deterioro económico y moral. Dicho deterioro, unido a la proscripción de las formas moralmente válidas de enriquecimiento personal, lleva a que la corrupción se muestre como una de las poquísimas vías al alcance la inmensa mayoría, para mejorar la calidad de vida, y en los últimos años, sobrevivir. En otras palabras: el que no “arañe y resuelva” lo que le hace falta “está frito”. Cuando se quiere que algo cambie para bien, lo primero es hacer consciente lo que está mal...”
(...)
“La corrupción se exacerba a niveles intolerables e inconmensurables cuando se prohíbe lo que no es malo, y cuando el Estado intenta tomar cuotas de control de la vida individual y social que no le pertenecen. Cuando aumentar la calidad de vida, y aun sobrevivir, pasa por la violación de la ley porque esta prohíbe acciones, trabajos, o relaciones comerciales, que son naturales y beneficiosas, entonces la inmensa mayoría de los ciudadanos se convierten para dicho sistema jurídico en “delincuentes”. Esto a su vez trae como consecuencia que para los ciudadanos la autoridad de Estado ya no es vista como apoyo y amparo al ciudadano sino como un peso. Las instituciones del orden público son vistas como enemigas y no como aliadas y garantía de la seguridad. Paradójicamente se crea una situación de ingobernabilidad latente, que sólo puede ser contenida con mayores cuotas de control, lo cual cierra un círculo vicioso de consecuencias impredecibles. Una de dichas consecuencias es que la vida y la cultura de los ciudadanos se alejan cada vez más del consenso de valores que incluya el ejercicio responsable de las libertades fundamentales. Los cubanos que llegan a realidades donde las condiciones están creadas para dicho ejercicio tienen éxito por lo regular, habría que ver cuánto nos cuesta construir dichas condiciones en nuestro país, una vez que se superen las enormes trabas que aún existen para ello”.
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