Raúl Rivero
Madrid – El régimen cubano quiere esperar el año nuevo con un buen grupo de sus servidores intermedios pasados al enemigo por negarse a aceptar el proceso de cambios. Otra zona del rebaño recibirá 2012 en el bando de los corruptos y ambiciosos que se han dejado seducir por las prótesis del capitalismo. Y la élite continuará inmaculada en su limbo de lujo y poder.
Esos son los caminos que ya han comenzado a recorrer en la Isla. Desde las cumbres de la burocracia se ha hecho una generosa y variada selección de culpables para explicar por qué no funciona ese engendro económico que han instalado. Los elegidos van a pagar por un fracaso que estaba previsto desde el primer momento por sus diseñadores, unos compadres sin verdadera vocación de cambio que viven atentos nada más que a la permanencia de su señorío.
Los que aparecen en cuarentena por lo que allá se llama el síndrome de Robin Hood (robar al rico –el estado– para favorecer al pobre) la van a pasar peor. Son los que han aprendido a aprovecharse de las torpezas y arbitrariedades del sistema y han conseguido, en unos casos, vencer a duras penas la libreta de abastecimientos y, en otros, alcanzar un nivel de vida muy superior al de los grandes sectores de la sociedad.
Se han hecho públicos dos o tres casos de altos funcionarios y de empresarios extranjeros, pero el centro del trabajo de la Contraloría General de la República tiene como objetivo perseguir “desvíos de fondos o bienes y prebendas que obtenían empleados públicos desde sus puestos, así como pequeños robos realizados por algunos dependientes”.
Es decir, van hacia las medianías y hacia el que se lleva dos cámaras de gomas de bicicleta en un garaje estatal como si en esos delitos estuviera el origen del desastre de la economía.
En esos dominios todo queda claro. Son los funcionarios medios y los ladrones oficiales quienes le han lanzado las potalas al período de transformaciones que los líderes quieren llevar adelante.
Están en el banquillo y a merced del escarnio y el rechazo popular los mediocres de baja estofa, los hombrecillos cerrados y corruptibles que no tienen alcance para entender el giro que la dirección del Partido Comunista le quiere dar al país. Esa es la idea.
Para el año que viene hay más planes. El gobierno quiere contar con un canal de noticias de 24 horas. Una especie de Radio Reloj que repite las informaciones de la prensa estatal, pero con imágenes administradas por la televisión estatal. Es un esfuerzo por evitar que los cubanos sepan lo que realmente pasa en el mundo o, al menos, un intento de aliviar el impacto de las informaciones de la prensa internacional que puedan llegar por otras vías a la sociedad.
Y como telón de fondo general para los doce meses lo de siempre: represión y acoso para los opositores pacíficos, las Damas de Blanco y el periodismo independiente.
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