Mario J. Viera. Englewood, Florida.
Sarah Stephens, directora ejecutiva CDA |
¿Recuerda Ud. a los fariseos de la época de Jesús? Sí, eran aquellos individuos que se consideraban los más piadosos, los mejores hijos de Abraham, los más ortodoxos cumplidores de la ley de Moisés. Sí esos mismos, pero ¿recuerda lo que dijo Jesús de ellos? Les llamó hipócritas; les comparó con sepulcros blanqueados que por dentro solo contenían carroña.
Por ahí andan algunos que se declaran fervientes activistas y defensores de los derechos humanos y son también, como los fariseos, sepulcros blanqueados. Qué otra cosa se puede decir de una organización no gubernamental que jamás ha alzado su voz para condenar las violaciones de derechos humanos que se cometen en Cuba, o en Venezuela o en Ecuador y en cambio lloran por los supuestos daños que a los pobrecitos gobernantes (es un decir) castristas les ha provocado el “bloqueo” de Estados Unidos. No levantan la voz para condenar el violento acoso que las fuerzas represivas acometen contra los opositores y contra las Damas de Blanco, pero resaltan las supuestas reformas económicas de Raúl Castro como la maravilla de las maravillas.
Hay una organización que pomposamente se ha dado en llamar Centro para la Democracia en las Américas (CDA), que en la práctica se ha convertido en una organización de cabildeo del régimen castrista. No promueve, no exige la democratización de Cuba, solo busca que Estados Unidos reconozca al gobierno usurpador de los Castro, que levante el embargo, que saque a ese gobierno de la lista de países que patrocinan el terrorismo, que suprima el programa para Cuba de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) porque no da fondo para los represores sino que se proyecta a favor de los reprimidos.
Es indignante la campaña que dirige esa supuesta organización para la democracia a favor de los intereses del gobierno castrista, una campaña bien orquestada que pretende ofrecer “estrategias y soluciones para terminar el bloqueo y normalizar relaciones con el pueblo cubano” como afirman en su página oficial de presentación. El mismo empleo del sofisma castrista de “bloqueo”, la misma falacia de normalizar las relaciones con el pueblo cubano, como si el gobierno que oprime a ese pueblo sea su legítima representación.
El Centro para la Democracia en las Américas se complace en escuchar “voces representativas” de Cuba, como puede ser la hija del tirano de turno, Mariela Castro, o los directivos de la Universidad de La Habana y funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores; pero se han interesado en escuchar la voz de los opositores; prefieren a Mariela Castro antes que a Marta Beatriz Roque o a las Damas de Blanco.
En su programa sobre Cuba, el CDA declara abiertamente que “se opone a la política de Estados Unidos hacia Cuba y buscar reemplazar el actual enfoque de intentar obligar al gobierno cubano a desmantelar su sistema”. Pero no es solo Estados Unidos el que intenta “desmantelar” el criminal sistema que ha impuesto el castrismo sobre charcos de sangre de los pelotones de fusilamiento, la represión brutal, el estado de vigilancia total de la ciudadanía a través de una intrincada red de soplones, es también una aspiración de lo más representativo del pueblo cubano, los activistas de derechos humanos, perseguidos y denigrados desde las altas cumbres del poder, los miembros de la prensa independiente, siempre pendientes de ser enjuiciados por la Ley No. 88, o Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, los opositores políticos y la gran mayoría de los ciudadanos cubanos bajo coacción o el temor.
El CDA considera, erróneamente o de manera mal intencionada que “el gobierno de Cuba está tomando decisiones en este momento, desde reformas sociales y económicas hasta el fortalecimiento de sus relaciones exteriores, para preservar y modernizar su sistema con miras hacia el siglo XXI”. ¿Cuáles reformas sociales, por Dios? ¿Fortalecer su aparato represor, descargar sobre las espaldas de la población los errores y horrores que durante más de cinco décadas provocaron sus estúpidas políticas? ¿Es acaso esto reformas sociales?
El gobierno de Raúl Castro, con sus pretendidas “reformas” de ningún modo intenta “modernizar su sistema” cualquier persona con un poco de sentido común puede darse cuenta que no hay intención de modernización “con miras hacia el siglo XXI”; se mantienen las estructuras obsoletas del poder, y la limitación intencionada y burocratizada de una pretendida apertura al mercado. La intención básica, fundamental de las “reformas” castristas es la preservación del sistema o dicho más directamente, de mantenerse en el poder a como dé lugar, de ahí que en el gobierno se ha nucleado todo el vejestorio de su liderazgo histórico.
Da pena todo el trabajo que impulsa a favor de la dictadura más prolongada de la América Latina la directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas, Sarah Stephens, una que se declara “defensora de los derechos humanos por muchos años”.
Según su esbozo biográfico oficial “Sarah se mudó a Washington para trabajar en el tema de las políticas hacia Cuba en el Washington Office on Latin America (WOLA), y, en diciembre de 2001 se unió al Center for International Policy (CIP), donde fundó la campaña Freedom to Travel to Cuba (“Libertad para viajar a Cuba”). En 2006, dejó el CIP y fundó el Center for Democracy in the Americas”. Ninguna nota la presenta como defensora de los derechos humanos de los cubanos, su única labor como “humanista” es defender los intereses de la tiranía castrista. ¿Acaso no tendremos en ella otra versión más de Ana Belén Montes?
No otra cosa parece indicar las últimas recomendaciones de este que debiera llamarse Centro para la tiranía en las Américas dirigidas al presidente Barack Obama, instándole a sacar a La Habana de su 'lista negra' y apoyar el proceso de ajustes económicos emprendido por el Gobierno de Raúl Castro. Quiere que Estados Unidos participe en la patraña castrista de los “ajustes económicos”.
Considera que mantener al gobierno castrista en la lista de estados que patrocinan el terrorismo internacional porque perjudica la economía de Cuba “al castigar el comercio y las transacciones financieras legales, y privar a su pueblo del acceso a la tecnología moderna”. ¡Qué bien informada está doña Sarah! ¿De modo que es Estados Unidos quien priva al pueblo de Cuba del acceso a la tecnología moderna? Señora mía, piense, por favor, no diga sandeces. Es el gobierno de Cuba quien prohíbe el acceso de los cubanos a la tecnología moderna, quien, negando el derecho de los cubanos a la libre información, le niega el acceso al internet y persigue como delito el empleo de antenas para captar las señales televisivas que se transmiten satelitalmente.
Otra de las brillantes propuestas del Centro de cabildeo a favor de los Castro es la que sugiere que Estados Unidos debe además permitir el acceso de Cuba a la ayuda que dan instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a países que atraviesan transiciones económicas. ¿Cuál es la transición económica por la que está atravesando Cuba, la de una economía de planificación centralizada hacia una nueva economía de planificación centralizada con comercios de timbiriches, desmochadores de palmas y lecturas de cartomancia? En fin, quizá se trate de una transición, que como califica el FINANCIAL TIMES, se dirige a “una impracticable combinación de comunismo sin subsidios, y capitalismo sin capital”. Además, parece ser que el CDA no ha tomado nota del desplante que le hiciera otro de sus patrocinados, Rafael Correa, al Banco Mundial, en plena reunión de la pasada Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno.
Estas propuestas del CDA coinciden en tiempo con una propuesta, en sentido contrario, que más de 360 opositores, según refiere Martinoticias, piden la ayuda internacional contra el aumento de la represión en Cuba en carta que dirigieran a la congresista Ileana Ros- Lehtinen, donde alegan que la dictadura castrista “teme al creciente contacto entre la oposición y el resto de la población, que se muestra cada vez más descontenta con la ruina del país”, y destaca, “que tanto los que luchan por la libertad y la democracia como el resto de los cubanos, están más necesitados que nunca del apoyo internacional, para terminar con los abusos de la dictadura”.
“No todos los cubanos despedidos podrán crear sus propios negocios o encontrar empleo alternativo, y no todos tienen las destrezas para trabajar de forma independiente o para una empresa creada y operada por otros”, constató el CDA sin condenar el despido de miles de cubanos que trabajaban en el sector estatal pero sugiriendo que sean los Estados Unidos y el exilio cubano quienes les saquen al castrismo las castañas del fuego y reclama: “La mayor contribución que nuestro país puede hacer ahora es demostrar que queremos que las reformas tengan éxito, porque queremos que el pueblo cubano tenga éxito”
Queremos que el pueblo cubano tenga éxito pero no a través de las miserables reformas propuestas por los ancianos del Buró Político, sino con la demolición de la tiranía. Déjense de hipocresías y de la demagogia de confundir la tiranía con “pueblo cubano”. Lo menos que desea este llamado Centro para la Democracia de las Américas es el bienestar de los cubanos. Debemos quitarles las caretas para verles su verdadero rostro, el rostro de los enemigos del pueblo de Cuba. Sí, todavía quedan fariseos.
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