Mario J. Viera
¡Hurra! ¡Hosanna! Están gritando los republicanos por los resultados de la última encuesta de Reuters/Ipsos. Mitt Romney adelanta por un punto porcentual a Obama en la intención de voto. Y Mitt Romney que quiere crear un siglo americano y poner a Estados Unidos como pastor del rebaño mundial, adelanta poco a poco a sus principales contrincantes, Rick Perry, el gobernador de Texas que no le tiembla la mano para firmar sentencias de muerte y el jocoso y disparatado Herman Cain, el pobre, que es acosado ahora por supuesto acoso sexual.
Quizá la encuesta no tomó la opinión de los cientos de miles que forman parte de los movimientos de Occupy, lo que de seguro cambiaría la balanza entre escoger a un hombre de extrema derecha, que nos pondrá a orar y a fajarnos con los gays, o a un político de centro izquierda como es Barack Obama.
Sí reconozco que Obama no pudo brillar como se esperaba, gracias al boicot en bloque de los republicanos a sus iniciativas, y tuviera que calificarlo como malo, a la hora de votar, en este sistema electoral eminentemente bipartidista, me decantaría por el menos malo y esa categoría, creo, no le corresponde a Romney y a su atajo de tea partisanos.
¿Hacia dónde nos conduciría un atorrante como Mitt Romney de resultar electo y con mayoría republicana en el Congreso? Primero, cargar todo el peso de la desgracia sobre la clase media para salvar del atolladero a los lobos que hay en Wall Street, aunque hay que reconocer que no todos son lobos, algunos son hienas. Mitt Romney, enemigo de cualquier medida considerada socializadora, socializaría los trastornos provenientes del caos de la economía. Estados Unidos volvería a jugar el papel de policía internacional aumentando en todo el mundo el rechazo a su papel de líder mundial y dándole material inflamable a toda la hediondez de la izquierda bananera.
Si la ultraizquierda se codea con el comunismo, no olvidemos que la ultraderecha se afina mucho con el fascismo. No cabe elección posible, ni ultraizquierda, ni ultraderecha, la elección debe hacerse entre la centro derecha y la centro izquierda; y entre la centro derecha/centro izquierda escoger entre el racista, chovinista e intolerante Tea Party y los airados, los indignados de Occupy Wall Street. Así que, ¡Tranquilitos, republicanos, que aún faltan doce meses para noviembre de 2012!
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