Los que menos gritan
Daniel Morcate. EL NUEVO HERALD
Es cosa de todos los días pero a veces a uno se le olvida. Surge un asunto controversial, de esos que reclaman posturas verticales o por lo menos bajarse de la cerca, y de pronto una minoría arbitraria y vociferante domina el debate. O eso parece. Pero cuando uno escarba un poco en los criterios de los amigos, vecinos y compañeros de trabajo, incluso de los extraños, se da cuenta de que las ideas que a uno se le antojan justas, de sentido común y defendibles son las que atraen consenso, no las de la minoría crispada y bulliciosa. Esa sensación precisamente he tenido al repasar las respuestas que dieron los entrevistados en una nueva encuesta de Noticas Univisión y Latino Decisions a preguntas sobre inmigración, especialmente las relacionadas a la espinosa cuestión de qué se debería hacer con los indocumentados, que en el país sobrepasan los 10 millones.
Imagínese que usted es uno de esos aspirantes presidenciales que favorecen expulsar a todos los indocumentados, militarizar la frontera, erigir allí un muro electrificado o colocar cocodrilos del lado norteamericano para que palme el que se atreva a cruzar. Pero de pronto advierte que, como sugiere la ya mencionada encuesta, seis de cada 10 norteamericanos son partidarios de que los indocumentados puedan iniciar sus trámites para legalizarse y hacerse ciudadanos; que otro 13% favorece crear un programa especial de trabajadores extranjeros invitados para que vengan a hacer los trabajos que no necesitamos ni queremos hacer los norteamericanos; y que, a pesar de la incesante propaganda de extremistas y demagogos, apenas 25% cree que los indocumentados merecen ser deportados porque violaron la ley. ¿Qué haría usted? Si tiene suficientes coherencia y honestidad, usted variaría su postura intransigente hacia los indocumentados.
La flexibilidad y la tolerancia de una clara mayoría de norteamericanos es sin duda una de las narrativas más importantes que se desprenden de la encuesta de Univisión y Latino Decisions, algo particularmente sorprendente y admirable si tenemos en cuenta el diario bombardeo de desinformación e intolerancia hacia los indocumentados al que se somete a la opinión pública nacional. Otro botón de muestra: 58% de los encuestados apoya el Dream Act, la propuesta de ley que abriría a los jóvenes indocumentados una senda hacia la normalización de su status migratorio si asisten a la universidad o se enlistan en las fuerzas armadas. Solo 28 por ciento la rechaza. Ya sabemos, sin embargo, que la única votación sobre el Dream Act fracasó estrepitosamente en el Senado en diciembre pasado y que la medida ni siquiera llegó a la consideración de la Cámara de Representantes. Cayó víctima de la política del miedo que practican muchos de nuestros legisladores invertebrados.
Precisamente a los políticos la encuesta envía un mensaje especial: una mayoría sólida de norteamericanos ve como un mero subterfugio el socorrido argumento, que repiten como papagayos muchos aspirantes conservadores, de que no se debería adoptar una reforma migratoria integral mientras no se garantice primero “la seguridad fronteriza”, término que, por supuesto, nadie define porque es indefinible. El 62 por ciento opina con sensatez que eso es una burda excusa para bloquear cualquier acción que conduzca a la reforma, mientras que apenas el 24% piensa que se trata de una inquietud legítima. Lo dicho: ni la más implacable propaganda para enturbiar el crucial debate migratorio ha confundido a la mayoría de los estadounidenses.
Qué hacer y cómo tratar a los inmigrantes es el gran problema humanitario de hoy en buena parte del mundo. En Estados Unidos equivale a lo que en su día fueron los problemas de la discriminación y la exclusión de los negros, las mujeres y los judíos. La forma en que en última instancia enfrentemos y resolvamos el reto actual ayudará a definir nuestro carácter como nación, del mismo modo en que la forma en que se resolvieron los retos previos moldeó decisivamente el carácter norteamericano. La disyuntiva es tratar a los inmigrantes, inclusive a los indocumentados, con inteligencia, compasión y humanismo. O todo lo contrario. Los resultados de la encuesta de Univisión y Latino Decisions sugieren que tres cuartas partes de los norteamericanos favorecen lo primero y rechazan lo segundo. Aunque no hagan tanto ruido al respecto. Es un gran alivio saberlo.
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