Mario J. Viera
Los derechos ciudadanos, la protección de los intereses de clientes, trabajadores y gente común es de tanta importancia que no se pueden dejar solo en manos de los políticos. Los políticos tienen sus propios intereses y defenderán los intereses de aquellos que les patrocinan con sus aportes económicos a favor de sus campañas.
La gente común no tiene capacidad para contribuir con grandes sumas a los aprestos electorales de los políticos y el pobre John Doe no cuenta con los caudales necesarios para pagar a un cabildero que mueva influencias a favor suyo. ¿Qué, pues, le toca hacer al bueno de John Doe? Acudir al sabio consejo que dice que una sola ramita puede ser quebrada fácilmente pero no si se une en un haz. John Doe tiene que buscar la fuerza colectiva.
El desarrollo de la tecnología en las comunicaciones y el empleo de las redes sociales como Facebook, Twitter y la novísima Change.org le permiten a John Doe esgrimir ahora la poderosa arma de la fuerza colectiva. La tecnología ha devenido el cauce de ejercicio de la nueva democracia.
Contra ese poder no hay poderes superiores, el poder de la comunidad, presionando y exigiendo que se escuche la voz del pueblo.
Molly Katchpole se sentía indignada. Rechazaba como ultrajante la pretendida tarifa de $5 mensuales por el uso de su tarjeta de débito que exigía cobrar Bank of America a sus clientes. ¿Qué puede hacer una joven de solo 22 años de edad, que vive de lo que gana en dos empleos de medio tiempo, frente al colosal poder de un banco tan poderoso? Su reclamo individual sería desconocido, ella sería una minúscula paja en el ojo de un elefante.
“Cuando escuché que el banco quería cobrarme extra por tener acceso a mi propio dinero ─ declaró Katchpole ─, me frustré mucho porque subsisto entre cada pago, como lo hacen millones más. Ya estaba asqueada de oír las miserias de los bancos, que han sido rescatados con el dinero de los contribuyentes”.
Fue entonces que recurrió a Change.org para dar a conocer su petición: "Por favor acompáñenme para decirle a Bank of America que estás harto". “Firme mi petición ─ solicitó ─ para exigirle al CEO del BofA Brian Moynihan que inmediatamente revierta la decisión del banco de cargarnos $5 al mes por utilizar nuestras propias tarjetas de débito”.
De inmediato, cientos de miles de clientes del Bank of America respaldaron la petición. Dos semanas después de iniciada la campaña en Change.org, un ejecutivo del banco se puso en comunicación telefónica con Katchpole intentando justificar el porqué del cargo adicional. “Me pareció que fue más bien un esfuerzo para controlar los daños ─ aseguró la iniciadora del reclamo ─. Me dijo que era porque querían ser transparentes con las comisiones, pero esto no era un cobro oculto, era algo totalmente nuevo… me pareció una gentileza que me llamara, pero eso no me hizo cambiar de opinión”.
Rápidamente el reclamo se extendió por Facebook y Twitter hasta alcanzar 306,868 firmas. Bank of America no pudo aguantar la presión y sacó bandera blanca; David Darnell, alto ejecutivo de la institución bancaria declara entonces en un comunicado de prensa:
“Hemos escuchado muy de cerca a nuestros clientes en las últimas semanas y reconocemos su preocupación con el cargo que hemos propuesto por el uso del débito. Nuestros clientes son las voces más importantes para nosotros. Como resultado de ello, actualmente no estamos cargando la tarifa y no impulsaremos planes adicionales para hacerlo”.
Ben Rattray, el fundador de Chang.org entiende lo que es el poder de convocatoria a través del internet, “si bien como individuos tenemos muy poco poder, como colectivo sí podemos organizarnos y ejercer presión por un cambio”. Ese precisamente es uno de los cambios que aspira el movimiento Occupy Wall Street, al que se siente vinculada Molly Katchpole: “Me identifico con el movimiento ‘Occupy Wall Street’, me solidarizo con esos activistas, porque el ciudadano de a pie no está recibiendo ayuda”
Y agrega Rattray: “Esto apenas es el comienzo, porque ya quedó demostrado que la gente puede influir en las grandes corporaciones, y obligar a los bancos a rendir cuentas. Ya vemos campañas de presión para que los líderes políticos, locales o nacionales, tomen medidas para responder a las desigualdades salariales”.
Una de las firmantes de la petición aparecida en Change.org, Erica Obersi, comentó en: “Ya estoy cansada de los bancos que buscan los medios para tomar mi dinero porque no puedan pagar sus propios errores”.
No quede ninguna duda, fuerza colectiva produce cambios.
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