¿Y qué hay con la resistencia no inteligente?
Luis Cino Alvarez
Arroyo Naranjo, La Habana, 8 de septiembre de 2011, (PD) No dudo que a la Seguridad del Estado le haya dado últimamente por incrementar la fabricación de una disidencia light. No es algo nuevo. El fenómeno es casi tan viejo como la disidencia – u oposición, que no quiero entrar en careo de términos ─ que pudiéramos llamar heavy. Sólo que ahora es mayor la urgencia del régimen por confundir y dividir para ganar tiempo a su sobrevida. Y parece que lo han conseguido, porque últimamente, con tantos que disienten y se oponen, cada cual a su modo y según se le ocurra, ya apenas se sabe quién es quién.
Supongo que con tantos problemas de todo tipo que sabemos no se van a resolver con parches y remiendos económicos, y con tanto abuso e injusticia contra la población, además de las fábricas administradas por la policía política a que se refiere Marta Beatriz Roque, también aparecerán multitud de disidentes hechos en fábricas por cuenta propia, en chinchales y hasta brotados por generación espontánea. Como los guajacones que con el primer aguacero aparecen en las charcas que estuvieron secas la mitad del año. Entre ellos, quién lo duda, habrá infiltrados, provocadores y chivatos. Pero no hay que exagerar y ponerse demasiado paranoicos. Con esos bueyes hemos arado hasta ahora. Y por eso no se logra nada, dirán muchos. No es así. A pesar de ellos, y de muchos otros que sin proponérselo, con sus intrigas y su afán de protagonismo, le hacen el juego a la policía política, se ha logrado bastante. Se ha logrado tanto, que hoy los que no se esconden para mostrar su desacuerdo con el régimen son tantos que no se sabe dónde está el polvo y dónde la paja.
En la oposición al régimen, de verdad o de mentiritas, todos caben. Incluso los replicantes. Entonces, ¿por qué la rebatiña? “Esta revolución es muy grande”, solían decir hace años (ya no) los incondicionales del castrismo. Y esta contrarrevolución también. Que alguien me desmienta luego de todo lo que hemos visto y resistido.
Ya que con tantas firmas, documentos y rencillas no podemos ponernos de acuerdo en cuanto a la unidad de la oposición, una meta tan inalcanzable como los planes económicos del gobierno que sólo se cumplen y hasta se sobrecumplen en el NTV, pudiéramos buscar el modo de complementarnos y dejarnos de codazos y zancadillas. Incluso pudimos ahorrarnos esa forma sofisticada, académica y posmoderna de meter el hombro y ya de paso, también meter el pie.
Ciertos académicos que parecen recién salir de una larga hibernación adoptan aires de saberlo todo en cuanto a disidencias y diversificaciones. Ahora descubrimos con sorpresa que los que llevábamos años en lo que creíamos era hacer oposición a la dictadura, en realidad sólo éramos pobres diletantes que lo único que conseguíamos, igual que el régimen, era enajenarnos el favor de la población, y quedar enredados en las mallas del pasado.
Vamos, que ante la resistencia inteligente de los académicos iluminados y los blogueros, raperos, tuiteros y organizadores de la gozadera en festivales rave dispuestos a penetrar en el futuro como Juan que se mata, con sus derechos y libertades plenamente asumidos, el resto de los disidentes debiéramos sentirnos como alcornoques dirigidos por momias analfabetas.
No es difícil imaginar cómo se sentirán los dirigentes históricos de la contrarrevolución. Vamos a dejarnos de prejuicios subliminales y a llamarlos así, total, si según los disidentes ilustrados es mucho lo que tienen en común con los caciques del socialismo real en su versión verde olivo. ¡Y todavía hay quien le reprocha a Marta Beatriz Roque que se ponga paranoica y hable de fábricas de disidentes!
Pero no quiero hablar por la dirigencia histórica. Dios me libre, no vayan a acusarme de quererlos suplantar. Los líderes opositores saben hablar y escribir y la mayoría lo hace muy bien…siempre que no se atraganten con los egos.
Molesta que algunos petulantes y oportunistas se quieran coger para ellos solos y a última hora el pensamiento contestatario. Como si por el lado heavy de la disidencia, nadie tuviera dos dedos de frente ni hubiera logrado colarse alguna vez en la universidad de los revolucionarios.
Ahora hablan de resistencia inteligente. Que los golpes y los años de cárcel los cojan otros. Preferiblemente los que no estudiaron filosofía y no viven en Miramar o Nuevo Vedado…
No es cuestión de martirologios y meritocracia, que de eso ya hemos tenido demasiado. Es sólo que quien no sabe respetar el sacrificio de los demás, por muy docto que sea su pensamiento, no merece respeto ni credibilidad.
Para ver si no me pongo aprensivo, necesito que me expliquen, entre otras cuestiones, por qué no debemos aspirar a la unidad de objetivos ni a lograr consenso alguno. Que hablen claro, que por acá nuestra ignorancia es proverbial. Ahora mismo estoy tentado a darle la razón a un amigo que dice que la llamada resistencia inteligente y la disidencia postmoderna y post-nacional, en el mejor de los casos, es pura metatranca. En el peor…ni se sabe.
Los resistentes satisfechos e inteligentes de SATS
Juan González Febles
Lawton, La Habana, 8 de septiembre de 2011, (PD) El viejo bolerón dice que recordar es volver a vivir y luego de leer “Hacia una resistencia inteligente”, publicado por Estado de Sats, me sentí de vuelta a los años mozos de la universidad de revolucionarios, la única que conocí. Antes había leído un trabajo publicado por la conocida opositora Marta Beatriz Roque, “Fábrica de disidentes”, publicado en Diario de Cuba (04.08.2011).En el, ella hace referencia a una “Fábrica de disidentes”, que en su opinión lleva adelante la policía de Seguridad del Estado y una de las producciones de esta novísima industria sería SATS.
Marta Beatriz, en declaraciones ofrecidas a Martinoticias, abundó sobre el tema y profundizó su exposición con afirmaciones que a despecho de ser muy “de a pie” y desmarcarse de las proyecciones académicas que parecen ser el pan nuestro de SATS, comulgan con ese don divino compartido por todos dentro y fuera de las academias, que se da en llamar sentido común. Decía Marta para explicar porque no acudió a la invitación a una de las reuniones de SATS y la cito: “No tengo nada que hacer ahí, no hay nada que me motive a conversar con ellos. En la vida hay que ser algo: estás con el gobierno o no estás con el gobierno. Hay que tomar una postura, además el que está en contra del gobierno, está disintiendo, no se puede estar en el aire”.
Aunque suelo discrepar con Marta en casi todo lo que hace y dice, en este caso no puedo menos que concordar con ella. Ciertamente no se puede estar en el aire o mantenerse de forma artificial en un limbo que dice poco o dice nada a los tirios y los troyanos de este espacio insular.
O se está con la dictadura, se está en contra de esta o se es indiferente. No hay espacio para disquisiciones academicistas, la cosa es muy sencilla. No me atrevo a exponer por qué la policía de Seguridad del Estado distribuye su tolerancia en la forma en que lo hace. En realidad no lo sé con exactitud. Lo cierto es que Estado de SATS dispone de un margen de tolerancia para sus encuentros y reuniones desconocido hasta el momento de su providencial aparición. Sobre el dilema conmigo o contra mí, existen otras referencias históricas, folclóricas y hasta académicas, que avalan la disyuntiva más allá de las afirmaciones de Stalin, Hitler o su carnal, el Comandante.
La disyuntiva podría ser y ha sido usada frecuentemente en la literatura seria y hasta en las telenovelas. Es el nudo argumental clave en cada situación de adulterio de los clásicos amores difíciles o también, en el contexto “diferente” del folclor y de la africanía. Podría identificarse con el viejo proverbio yoruba que expresa: “Perro tiene cuatro patas y no puede coger cuatro caminos”. No es tan difícil ni tampoco tan complejo. Vamos, que no hay que asistir a la universidad de revolucionarios, ni recibir acreditaciones y permisos del Partido Comunista y la policía de Seguridad del Estado para hacer doctorados y maestrías en el extranjero, para entenderlo. Como dijo un clásico, es sencillo como la verdad. Se está con algo o contra algo, o en diferentes contextos, se es un observador imparcial o meramente un oportunista.
De la sólida argumentación que los jóvenes y agraciados académicos de SATS manejan, algunos puntos vale la pena comentarlos. El título del trabajo que comento tiene el sabor amargo de la descalificación. Sus autores nos hablan de una “resistencia inteligente” y entonces, por decantación, los otros clasificamos como resistencia no inteligente. Esto es muy significativo y servirá en lo adelante para una comprensión más amplia del novedoso discurso de SATS.
SATS nos dice: “La disidencia no puede crecer verticalmente, mucho menos aspirar a la unidad de objetivo ni a consenso alguno. Por el contrario, en condiciones de totalitarismo en pleno siglo XXI, la disidencia —necesariamente postmoderna y postnacional— depende del grado de disenso, diversificación, pluralidad y expansión horizontal que alcance. Se ha dicho que conocimiento es poder, por lo tanto, el movimiento contestatario no puede jugar con las mismas reglas del gobierno. El perdedor sigue las reglas; el ganador las hace”.
Por lo visto se trata de hacer realidad la más cara fantasía política compartida tanto por banda militar gobernante en Cuba como por su contrapartida exiliada en USA. Una oposición articulada y unida hizo posible las transiciones en los países de Europa del Este. Ni el gobierno ni los intereses del exilio político en USA aceptan una oposición unida en Cuba. SATS, con su conocimiento académico per se, adquirido en las universidades para revolucionarios de la Isla y también fuera de esta, hasta definió los perdedores (oposición) y los triunfadores (el gobierno) entonces, ¿qué puede hacerse?
Más adelante, SATS nos entrega la fórmula ganadora para la ¿disidencia? Antes nos advierte que: “Nadie va a cambiar el gobierno en Cuba sino el gobierno mismo, pero sólo cuando la sociedad, mediante el desarrollo de su dimensión civil, no le deje otra alternativa”. Entonces, sólo queda aceptar los cuatro mandamientos inviolables que SATS nos hizo descender desde las cumbres cimeras de su estatura académica, estos son:
“—No esperes que te den espacio civil, háztelo tú.
—No exijas las libertades, ejércelas.
—No te unifiques; descéntrate, diversifícate.
—Minimiza el riesgo represivo y maximiza los resultados”
En relación con estos cuatro principios, pienso que la oposición interna con todos sus defectos, se hizo de un espacio civil sin permisos, desde la constitución del primer Comité Cubano Pro Derechos Humanos fundado por Ricardo Bofill Pagés y aquellos pioneros que le siguieron en aquella empresa en el lejano 1976. Desde aquellos tiempos, se ejercieron libertades sin permiso y por primera vez desde el establecimiento de la dictadura militar castrista en 1959, se luchó el espacio civil que hoy disfrutamos y detentamos todos, SATS incluido. El tercer mandato de SATS sobre el veto a la unidad, es la coincidencia más significativa con los propósitos más caros de la dictadura militar totalitaria de izquierda que nos gobierna. SATS, los centros de poder cubano en el exterior y el régimen militar coinciden de forma inexplicable en este punto. Sobre minimizar el riesgo represivo, que decir. Los gestores de la represión son los mandamases verdeolivo, ellos proponen y el aliento libertario de los mejores, dispone. El empeño y la determinación de los demócratas cubanos ha dicho y dirá la última palabra sobre la asunción de todos los desafíos represivos y los resultados que se obtengan o no, sobre estos.
Nos dice SATS: “Ningún socialismo de Estado se ha tumbado sin más desde abajo; ellos no se caen, se extinguen, sólo que no para dar paso al comunismo, como pensaron sus fundadores, sino a la democracia. Los cubanos no deben renunciar al sueño libertario de tomar las calles por asalto, pero, mientras no sea más que un sueño, deben aprender a vivir en —y practicar la— libertad in situ, aun bajo condiciones de totalitarismo. Eso será suficiente”.
Esta es en esencia la filosofía represiva del régimen en la actualidad. No hay nada nuevo en ella. Quizás lo único que se les escapó a los académicos de SATS, es que no siempre, como ya sucedió en China, Rusia y Viet Nam, el paso es a la democracia. Puede suceder que se transite a formas fascistas corporativas de partido único, propiedad privada sobre medios de producción, con ausencia de libertades y derechos políticos como ha sucedido en los ejemplos ya mencionados de Rusia, Viet Nam y China.
Por otra parte, como nación sufrimos algo así como un estigma o un hado adverso que nos persigue desde el siglo XIX. Fuimos la última colonia americana en independizarnos del colonialismo español. Con menos de un millón de habitantes o casi menos en la Isla y con menos aún de 50 000 mil hombres sobre las armas, el Ejército Libertador de Cuba enfrentó a poco más o menos de 245 000 soldados de la corona española, que tenían la orden de luchar “hasta la última peseta y el último hombre”. Ganamos por la ayuda que representó la intervención de nuestros amigos los yanquis. Gústele o no a la banda de Birán.
Ciertamente, ningún socialismo de estado ha caído por la acción ejercida por el pueblo desde abajo. Ni España, ni Rusia, ni incluso los países recientemente democratizados de Europa del Este. Para tratar de ser un poco más abarcador, ninguna dictadura militar totalitaria y en esto incluyo Alemania nazi, la Rusia de Stalin, la Italia del Duce, la Cambodia de Pol Pot o la China de Mao, cayó bajo el impulso desde adentro del pueblo oprimido. Aun así, a pesar de SATS, de la élite verdeolivo, y de los intereses de los poderosos centros de poder cubano en el exterior, alguien debe dar el santo y seña de la libertad y de la palabra democracia. Este debe ser pronunciado alto y claro en Cuba, más allá de todas las academias, todas las tolerancias y hasta todas las post modernidades. Hay cosas y valores que no deben desaparecer o cambiar jamás y estos, podrían ser uno de ellos.
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