Con la muerte del general Julio Casas Cuba queda momentáneamente sin Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. El nuevo nombramiento no será fácil.
Tan importante es el cargo en Cuba, que solamente cuatro personas lo han ocupado en los casi 53 años de la etapa revolucionaria: el Comandante Augusto Martínez Sánchez, durante unos pocos meses de 1959; Raúl Castro Ruz desde 1959 hasta el 2008, con un intervalo de un año cuando cursaba estudios militares y fue ministro por sustitución reglamentaria el Comandante Juan Almeida (entonces Viceministro primero) en 1968-69; y el general de Cuerpo de Ejército Julio Casas desde febrero 24 del 2008 hasta su muerte reciente, producto de la designación de Raúl Castro como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en esa fecha, aunque en realidad el general Casas llevaba el peso del MINFAR desde julio del 2006, cuando Fidel Castro renunció “con carácter provisional” a causa de su enfermedad y Raúl Castro tuvo que hacerse cargo del Gobierno.
A diferencia de las naciones donde el Ministro de Defensa es una autoridad civil a la que se subordinan los mandos militares, en la Cuba de los Castro, bajo la lógica soviética, el ministro de las FAR es un jefe militar directamente subordinado a la máxima autoridad del país, que constitucionalmente, por lo general, es Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas.
En esa doctrina militar, el ministro de Defensa de los “países socialistas” siempre fue miembro del Buró Político del Partido y ostentaba el más alto grado militar (normalmente Mariscal, grado que no existe en Cuba). Además, antes de todo eso, había un requisito fundamental: fidelidad y lealtad a toda prueba, no a “la patria” o “al socialismo” en abstracto, sino a algo mucho más concreto: al poder.
Fidelidad y lealtad supone dos premisas inconmovibles: una es el compromiso de no vacilar en caso de que se dé la orden de sacar al ejército a las calles para controlar una crisis que escapa al control de las fuerzas del orden interior, y otra la seguridad de que desde las fuerzas armadas no se gestarán conspiraciones contra el poder.
En la actualidad, el poder en Cuba sabe perfectamente que una “invasión yanki” no está al doblar de la esquina ni mucho menos, aunque se haya anunciado por más de medio siglo. El ministro de las FAR, entonces, no tiene que ser tanto un genio militar como una garantía para el poder.
En Cuba existen en estos momentos cinco Generales de Cuerpo de Ejército en activo, cuatro de ellos miembros del Buró Político: Abelardo Colomé Ibarra (“Furry”), ministro del Interior, Leopoldo Cintras Frías, viceministro primero de las FAR, Álvaro López Miera, viceministro jefe del Estado Mayor General, y Ramón Espinosa Martín, viceministro de las FAR. También es general de Cuerpo de Ejército y viceministro Joaquín Quintas Solás, pero miembro del Comité Central, no del Buró Político.
En la lógica mencionada, los cuatro generales de cuerpo miembros del Buró Político parecerían los candidatos con más opciones para el cargo. Pero en Cuba el Ministro de las FAR preside también el Grupo de Administración de Empresas, Sociedad Anónima (GAESA), institución empresarial controlada por los militares que maneja más de mil millones de dólares anuales y participa en infinidad de operaciones comerciales dentro y fuera del país, y requiere determinada formación y experiencia ejecutiva administrativa y financiera, entre otras cosas.
En el 2009 fueron sustituidos los tres Jefes de Ejército del país y “ascendidos” a viceministros (Cintras Frías, Espinosa Martín y Quintas Solás), pero quedaron sin mando directo de tropas. Colomé Ibarra fue viceministro primero de las FAR durante muchos años, pero fue enviado al MININT en 1989, tras la crisis con los generales Ochoa y Abrahantes. De regresar al MINFAR podría quedar como ministro del Interior el actual viceministro primero de ese órgano y Jefe de los Órganos de Seguridad del Estado, general de División Carlos Fernández Gondín. Aunque en la doctrina soviética el Ministro del Interior generalmente era miembro del Buró Político, no lo era José Abrahantes, que ocupó el cargo por ser de absoluta confianza de Fidel Castro, hasta que cayó en crisis. El general Gondín es de absoluta confianza de Raúl Castro.
Visto así, tal vez el General de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera pudiera ser el nuevo ministro de las FAR: veterano de la guerrilla, relativamente “joven” (68 años), de bajo perfil público, leal a toda prueba a Raúl Castro, calificado, burócrata organizado con resultados positivos en la actividad militar, y con expediente “internacionalista”. Con asesoría adecuada pudiera también dirigir GAESA. Y sería un ministro que verían con buena cara los “históricos” para la sucesión post-raulista.
Fuera de ese círculo, otros dos miembros del Buró Político podrían ser designados, aunque sería mucho más sorpresivo que los casos anteriores: el general de división Ulises Rosales del Toro, que fue viceministro primero y jefe del Estado Mayor General, y cuya gestión de casi veinte años en la industria azucarera y la agricultura ha sido desastrosa: es persona de absoluta confianza para Raúl Castro.
El otro eventual candidato sería “un as bajo la manga”: el comandante de la revolución Ramiro Valdés. Sí, ya se lo que van a decir: que si las discrepancias con Raúl Castro, que si esto y lo otro. Pero “Ramirito” reúne todos los requisitos, incluida su experiencia dirigiendo el emporio empresarial “Gran Caimán” cuando supuestamente estaba “tronado”, que movía unos 500 millones de dólares anuales, autofinanciado, sin subsidio estatal. Y excelentes relaciones con China.
Ha sido ascendido por Raúl Castro a Ministro de Informática y Comunicaciones, miembro del Buró Político, Vicepresidente del Consejo de Ministros, y Vicepresidente del Consejo de Estado: los mismos cargos que ostentó simultáneamente en la era de Fidel Castro. Y ningún mando militar se atrevería a retar su liderazgo.
Todos saben que no dudaría en “sacar los tanques” si hiciera falta defender el poder. ¿Los sacaría contra Raúl Castro? Hasta el momento no se le conocen tendencias suicidas, y ha demostrado ser muy pragmático de acuerdo a sus propios objetivos: no tendría que hacer algo que, por razón de la biología, podría lograr con un poco más de paciencia y cuidando su salud como hasta ahora.
Además, no olvidemos que la decisión del nombramiento del nuevo Ministro de las FAR no es exclusiva de Raúl Castro: tendrá que discutirla con Fidel Castro y lograr su visto bueno, a no ser que la salud del hermano mayor estuviera tan deteriorada que no pueda hacerlo. Y de todos los eventuales candidatos, el de más confianza para Fidel Castro es Ramiro Valdés.
Sin embargo, nada asegura que el nuevo Ministro de las FAR en Cuba sea alguien no analizado en este trabajo. Al fin y al cabo, el neocastrismo se aleja cada vez más, en todos los ámbitos, del espíritu soviético, y se aproxima al chino.
Dentro de poco se sabrá quién es. Sabremos nosotros, quiero decir. Porque esta eventualidad ya estaba debidamente analizada desde hace tiempo en Punto Cero y La Rinconada.
En Cuba, para cosas como estas, no se elabora a la carrera un “Plan B”: se prepara con anticipación suficiente.
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