Mario J. Viera. Englewood, Florida.
Pablo Milanés no es un opositor al régimen de los Castro, es apenas un delicado disidente con posiciones reformistas. Cree todavía en los postulados de la frustrada Revolución Cubana y en la legitimidad de sus raíces históricas. Su concepto de la vida no le aparta por completo del socialismo real y aún cree en la posibilidad de un “socialismo con rostro humano”.
Pero Pablito ha sido crítico con la gerontocracia criolla y ha declarado no ser fidelista; ha vertido palabras de apoyo a las Damas de Blanco, pero no ha condenado la maldad y el error que se encierran en las concepciones del marxismo leninismo en su versión castrista, al menos por el momento. Quizá esté en esa etapa de conflicto ideológico que atraviesa cualquier militante del comunismo, que con espíritu honrado anhela primero reformas del sistema sin abandonarle por completo, para luego gravitacionalmente caer en la abierta disidencia y concluir declarándose opositor. Quizá Pablito no supere esa primera fase de reformista.
Sin embargo, hay que ser osado para criticar a aquellos que son reacios a la crítica; hay que ser osado para pensar con cabeza propia, donde el pensar es normado desde la cúpula del poder; donde el pensamiento divergente es delito de lesa majestad.
Su ambigüedad ideológica le ha colocado en el centro de los disparos cruzados de tirios y troyanos. Desde el exilio ortodoxo le han llovido ataques que le descalifican y ha tenido que soportar diatribas desde las líneas oficialistas de la isla. Ha generado al mismo tiempo simpatías y rechazo.
El otrora amigo y compañero en la Nueva Trova, Silvio Rodríguez le acusó de “vender su alma al diablo” y también sufrió ataques del cofundador de la Nueva Trova Vicente Feliú quien en referencia al cantautor dijo: “Estoy convencido que Pablo está mal de su cabeza. (...) Pero la traición es común a los hombres, y de peores Cuba, aunque lacerada, ha salido y seguirá saliendo ilesa”.
Ataques fueron lanzados contra Pablo. En La Jiribilla escribió Maribel Acosta, periodista de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana diciendo que algo se había quebrado en Milanés y ofendido “algunas cosas sagradas para la inmensa mayoría de los de aquí y muchísimos de todas partes: sus referencias a Fidel”; y un tal David Urra en Rebelión, reproducido en La Jiribilla le decía a Pablo en una denominada Carta abierta de un cubano de a pie: “Si no estabas de acuerdo con las críticas que te hizo Edmundo (García) podrías haberlas rebatido, pero llevar esto al plano personal, injurias y groserías incluidas, no está a la altura de un poeta” y en otra parte de su libelo afirma: “Tú sabes mejor que nadie que los cubanos nos defendemos hasta con la uñas porque nos agreden de forma brutal, pero que también somos capaces de ayudar al prójimo, de tender puentes, de dar incluso lo que no tenemos y de defender no solo nuestra dignidad, sino la de cualquier pueblo que nos necesite”.
Ya está Pablo colocado ante la mira del repudio. Ahora se empieza por censurarle en las emisoras del país, todas de propiedad del Partido Comunista de Cuba, como ha denunciado el blog CAFÉ FUERTE, utilizando varias fuentes de los medios de comunicación dentro de la isla. Una empleada de una estación radial en Las Tunas bajo condición de anonimato le informó a CAFÉ FUERTE: “Llamó alguien del ICRT nacional [Instituto Cubano de Radio y Televisión] diciendo que no se podían pasar las canciones de Pablo en su voz, aunque sí interpretadas por otras personas. Eso, hasta que no cambie sus declaraciones sobre Cuba”; y CAFÉ FUERTE destaca: “La orden de censura fue trasmitida verbalmente a partir del lunes a las emisoras locales de la radio y televisión en otras provincias orientales como Holguín, Santiago de Cuba y Granma, y los funcionarios que la recibieron no esperan verla de manera escrita”.
“Nos dijeron que no se debe poner, pero que no está limitado ni prohibido”, comentó a CAFÉ FUERTE un periodista de Santiago de Cuba.
Tras del regreso de Pablito a Cuba el 11 de septiembre, la televisión cubana presentó un concierto grabado del artista. Un día después fueron retransmitidas imágenes de una gira realizada por Silvio Rodríguez por los barrios periféricos de La Habana. Una fuente del ICRT dijo a Café Fuerte que la decisión de transmitir ambos programas fue una orientación “desde las altas esferas del gobierno”.
Los gobiernos estalinistas no admiten discrepancias. No perdonan las críticas que se les haga. Presionan al máximo a los osados para buscar quebrarles y que reconozcan sus “culpas” en un mea culpa público o les condenan al ostracismo y si no a la cárcel terminan marginados. ¿Podemos prever cuál será el futuro de Pablo Milanés? La grandeza de los hombres se mide por la enormidad de sus detractores.
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