Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Al leer el pasado 17 de agosto en Caféfuerte.com la Declaración de principios de los que nacimos sin horizonte, escrita por el narrador Ángel Santiesteban, comprendemos la incertidumbre del intelectual acorralado por denuncias absurdas, tramadas por una maquinaria judicial demoledora, incapaz de comprender que al penalizar la discrepancia y anular la libertad de expresión atentan contra el desarrollo humano.
El escritor, de 44 años, es autor de Sueño de un día de verano, Premio de Cuento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1995; Los hijos que nadie quiso, Premio Alejo Carpentier de 2001, y Dichosos los que lloran, Premio Casa de las Américas en 2006. Si bien esas obras lo confirman como una de las voces más auténticas de la literatura contemporánea de Cuba, fue satanizado desde que comenzó a escribir su blog Los hijos que nadie quiso, calificado de contestatario por los censores.
¿Qué pasa con Ángel Santiesteban? ¿De qué y quiénes lo acusan? Veamos su propio testimonio, desgarrador y desesperado.
“El blog Los hijos que nadie quiso, en particular, es el espacio urgente para compartir el libre pensamiento, algo desconocido y vedado en mi país desde hace varias generaciones. A partir de entonces mi vida espiritual se multiplica, pero la policía política, al no poder alcanzar lo etéreo y censurar el pensamiento, se ocupa de que el cuerpo pague la osadía. Y a dos meses de iniciado el blog fui asaltado por tres hombres que me amenazaban: “no convenía hacerme el contrarrevolucionario”, con el resultado de una fractura en el brazo. De inmediato se me suprimió el correo electrónico asignado por el Ministerio de Cultura. Se me impidió mi publicación y participación en eventos culturales. Respondieron a mis post en blogs oficiales, funcionarios, periodistas sin decoro, escritores y críticos oportunistas”.
Advierte además que después de tantas presiones, los agentes de Seguridad del Estado “idearon manipular a mi ex pareja, y han creado una serie de denuncias, por lo cual, sin tener el más mínimo elemento que me relacione con los supuestos hechos fantasiosos, estoy siendo procesado con una petición que de la suma total de 54 años de cárcel; la Fiscalía hace una conjunta y expide una petición de 15 años de privación de libertad”.
En su casa, 2008
Agrega: “Desde hace más de dos años espero impacientemente, doy el tiempo para que el Gobierno, Seguridad del Estado, la policía y la Fiscalía de la República recapaciten que no habrá forma de hacerme doblegar y callar mi aliento de libre expresión”.
En los párrafos siguientes Santiesteban describe los detalles del proceso kafkiano al que es sometido. Habla de la incomunicación con su hijo de 12 años, las presiones policiales contra su representante legal, los interrogatorios, multas y otras torturas psicológicas. Al final declara:
“No importa que me encarcelen, velen, humillen, desmoralicen, avergüencen. A pesar del miedo, del sufrimiento a mi familia y amigos, soy feliz porque creo estar cumpliendo con el ideario martiano. Si llegara el momento les aseguro que iré orgulloso a prisión. Y allí permaneceré el espacio que dure mi cuerpo en ayuno”.
El acoso policial e institucional contra Ángel Santiesteban recuerda a aquellos escritores premiados y perseguidos en el ya lejano 1968: Heberto Padilla y Norberto Fuentes, autores de Fuera de juego y Condenados de Condado, respectivamente. La coincidencia no es circunstancial. Las campanas doblan en 2011 contra otro literato sospechoso. Hoy, como entonces, necesitamos un SOS por la inocencia ante la sinrazón de Estado
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