domingo, 16 de junio de 2019

Comentado sobre la resistencia en Cuba (II)


Mario J. Viera


El apoyo cívico

Paralelamente a la labor de activismo, la oposición deberá ser capaz de dar cuerpo a un movimiento de apoyo cívico de bajo nivel, que pudiera denominarse Comité de Apoyo Cívico[1], pero fundamental en apoyo y colaboración, integrado con ciudadanos que, aunque simpatizantes con el movimiento opositor, no estén dispuestos a participar en un activismo abierto. La idea de fundar un tal Comité de Apoyo Cívico sería una respuesta a la interrogante planteada por Gene Sharp, “¿Cuál es la posición de terceras personas no inmediatamente involucradas en el conflicto que están ayudando, o podrían ayudar, bien a la dictadura, bien al movimiento democrático y cómo podrían hacerlo?[2]

En toda sociedad humana existe una “mayoría silenciosa”[3] y hacia esa mayoría hay que dirigir el esfuerzo primordial buscando su colaboración y participación; volvemos aquí al Arte de la Guerra de Sun Tsu: “Cuando hay entusiasmo, convicción, orden, organización, recursos, compromiso de los soldados (en este caso, de los activistas), tienes la fuerza del ímpetu, y el tímido es valeroso. Así es posible asignar a los soldados (a los activistas) por sus capacidades, habilidades y encomendarles deberes y responsabilidades adecuados. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el inteligente puede estudiar, analizar y comunicar. Cada cual es útil”.

El Comité de Apoyo Cívico es pues el “soldado cuidadoso” de Sun Tsu, el centinela, el colaborador que observa y cumple tareas de manera discreta pero efectiva. No perdamos de vista que la fortaleza de un partido o de una organización política no está en el número de afiliados con que cuente sino en su capacidad de convocatoria y de movilización. He ahí la meta a alcanzar mediante la constitución de un Comité de Apoyo Cívico que será, en definitiva, la polarización de la sociedad en dos campos bien delimitados: el pueblo y el Estado totalitario al que, ajustado al criterio de Ernesto Laclau, “siempre hay que construir como enemigo”. Es sumamente importante sumar al movimiento de acción noviolenta cuantos voluntarios ─ actuando como agentes pasivos o como activistas ─, sean captados para impulsar, desde las profundidades, las campañas propuestas. Así lo entienden Srdja Popovic, Andrej Milivojevic y Slobodan Djinovic, al decir que, “los voluntarios son cruciales para un movimiento fuerte. Desarrollar una base de afiliados pasivos y activos es esencial para el éxito de cualquier campaña a largo plazo[4].

El Comité de Apoyo Cívico, no es trabajo fundado sobre la improvisación; debe ser una sistemática labor de inteligencia, no solo entendida esta como la capacidad de pensar, entender, razonar, asimilar, elaborar información y emplear el uso de la lógica, sino también como la capacidad de obtener y recolectar información político-estratégica para conocer, analizar y comprender el entorno y, en consecuencia, permitir la elaboración de los procedimientos más adecuados para alcanzar los objetivos políticos propuestos. Se trata en este caso, de la inteligencia como servicio para la toma de decisiones basadas en el análisis reflexivo acerca de las capacidades, vulnerabilidades e intenciones de los enemigos políticos y de los posibles aliados.  

Esta es una fase más de la táctica de la noviolencia, su fase conspirativa y secreta, y complementaria de su fase abierta del trabajo político y de agitación política de activistas a cara descubierta. Se debe tener en mente, tal como se expone en el manual Inteligencia de Combate de la Escuela de las Américas, que el “éxito o fracaso de una insurrección (o de un movimiento de lucha noviolenta, agrego) depende substancialmente de la actitud de la población. Se debe evaluar cuidadosamente el posible efecto que cualquier acción surta en la población…” En este sentido, el posible Comité de Apoyo Cívico es un elemento de primera línea recogiendo las opiniones que se plantean dentro de su entorno social sobre las propuestas o el accionar que haya acometido el movimiento opositor. Es importante tener presente en la elaboración de las tácticas de la resistencia noviolenta uno de los principales factores que plantea Sharp: conocer cuántos son los posibles participantes en la resistencia y ─ muy importante ─ el grado de apoyo de la sociedad en general; y en esto radica una de los beneficios que pueden aportar los Comité de Apoyo Cívico.

Dos tareas elementales, la de proselitismo o reclutamiento, para crecer en número, y la labor de captación de simpatizantes y colaboradores. Siempre, dentro de estos últimos, existen aquellos que, en la propia terminología de la inteligencia castrista, son los llamados “Persona de interés”. Sin embargo, este término debe dejarse bien definido en cuánto a su encuadre dentro de la lucha noviolenta política. No se trata de una labor de espionaje, dirigida a la búsqueda de información estratégico militar, como es lo común entre las agencias de inteligencia, sino de una relación de colaboración y de influencia para la elaboración de un estado de opinión entre profesores universitarios, estudiantes, intelectuales, periodistas y artistas. Así, la oposición debe saber distinguir quienes son amigos, quienes, aliados, bien circunstanciales o bien estratégicos, y quienes son enemigos. Aún entre las propias filas del Partido de gobierno se pueden captar colaboradores; siempre han existido esos colaboradores con la oposición.

A la oposición, en su lucha para alcanzar el poder frente al totalitarismo, le resulta imprescindible captar a su favor a los artistas e intelectuales. Según Guillermo O’Donnell, en Transiciones desde un gobierno autoritario, “los artistas e intelectuales son los primeros en manifestar su oposición pública al régimen autoritario, con frecuencia aun antes de iniciarse la transición.  Sin duda, su capacidad para expresarse mediante metáforas indirectas los protege, como también su pertenencia a un sistema mundial “de tacto” de intercambios culturales.  El talento y el coraje de los poetas, músicos, dramaturgos, novelistas y comediantes comienza a abrir brechas en la pretensión del régimen de encarnar los “valores y virtudes nacionales supremos”, a menudo volviendo ridícula esta pretensión y haciéndola objeto de la sátira. Algunos artistas (en especial cantantes y actores) llegan a simbolizar, por su sola presencia, la resistencia al régimen y la supervivencia de otros valores.  El castrismo desde su arribo al poder supo ganarse la voluntad y apoyo de la intelectualidad y anuló a los que les resultaban críticos o molestos. En Cuba, ya se han estado presentando manifestaciones de arte disidente expresado por cantantes de rock y algunos comediantes, que reciben el apoyo entusiasta de una buena parte de la juventud.

La oposición frente al régimen castrista debe entender que la resistencia noviolenta es la realización de la guerra por medios pacíficos. Tal como afirma Fernando Mires, “la política está más cerca de lo militar que de lo económico” y agrega: “No vamos a citar ni a Maquiavelo, ni a Hobbes, ni a Clausewitz ni a Carl Schmitt para reafirmar esa idea base. La política nació de la guerra y por lo mismo encierra en sí una lógica que si bien no es militar en sí, viene de lo militar. Esa lógica nos dice que en la política como en la guerra hay antagonismos y luego hay enemigos[5]. Hay una cita de Mao Zedong que pareciera converger con estos criterios y subsiste en la mente de muchos revolucionarios y de aquellos que pretenden enfrentarse a un régimen dictatorial: “la política ─ anotó Mao ─ es una guerra sin derramamiento de sangre, mientras que la guerra es política con derramamiento de sangre. Somos defensores de la abolición de la guerra, no queremos guerra; pero la guerra sólo puede abolirse con guerra, para deshacerse de las armas, es necesario tomarlas”. Esta es la prédica de la violencia que en consecuencia genera más violencia, impone sufrimiento, genera pérdidas inútiles de vida entre las personas no comprometida con la guerra y, junto a esto, en una guerra civil los daños que genera son cuantiosos en vidas, y hacienda. Las armas pueden ser derrotadas mediante la lucha noviolenta ejecutada con astucia, inteligencia y disciplina y los daños, comparados con los de una acción militar son significativamente mucho menores.

Srdja Popovic y colaboradores[6] citan un estudio realizado en 2005 por Adrian Karatnyccky y Peter Ackerman de Freedom House, titulado ‘Cómo se gana la libertad: De la Resistencia Civil a la Democracia Duradera’. “En este estudio, se afirma que, en 50 de las 67 transiciones a la democracia durante los últimos 33 años, la resistencia civil no violenta fue un factor fundamental. Además, cuando los movimientos opositores utilizaron la resistencia no violenta, la transición arrojó resultados de mayor libertad y justicia para las sociedades en cuestión; mientras que los movimientos opositores que recurrieron a la violencia para lograr la transición, redujeron grandemente las posibilidades de construir democracias sostenibles”. Esta es la diferencia entre los partisanos armados y el partisano de la noviolencia, la diferencia existente entre democracias no sostenibles y una democracia firme.


Empero, el activista de la lucha noviolenta es tratado por el Poder como un luchador ilegal y hasta clandestino, aunque se manifieste públicamente, sin ocultamiento de identidad, por tanto, él es un partisano en combate irregular, un guerrillero urbano que no recurre al sabotaje o a la violencia. El partisano noviolento, el activista y agitador político colocado en la ilegalización, tiene como misión, impulsar a su favor la guerra civil de carácter frío; un estado de agitación política dirigido hacia el derrocamiento del poder totalitario. En la resistencia pacífica se mezcla, en una misma unidad, el principio táctico de guerrilla y de política. El guerrillero armado requiere del apoyo de una organización de carácter regular que le suministre recursos económicos y tácticos. El guerrillero noviolento requiere, del mismo modo, una organización de apoyo, diferente a su organización política perseguida y acosada por las fuerzas represivas, en este caso el hipotético Comité de Apoyo Cívico es su organización de sustento.


[1] Propongo este nombre de Comité en el sentido que en Argentina, El Salvador y Uruguay se da a esta acepción como el lugar donde se desarrollan actividades de información, de adoctrinamiento y de propaganda políticos.
[2] Gene Sharp. Op. Cit.
[3] Es como han expresado José Luis Fernández Casadevante y Nacho García Pedraza, ya citados: “Ante las prácticas de dominio y opresión siempre hay resistencia, aunque en muchos casos esta constituya un discurso oculto donde se articulan prácticas y exigencias que por temor a las represalias no pueden mostrarse abiertamente”.
[4] Srdja Popovic, Andrej Milivojevic y Slobodan Djinovic. Lucha no Violenta. Los 50 Puntos Cruciales. Center for Applied Non Violent Action and Strategies (CANVAS) Belgrado, Serbia, 2006
[5] Fernando Mires. La OTAN, la UE y la Política. Blog Polis, 15 de julio de 2016
[6] Srdja Popovic, Andrej Milivojevic, Slobodan Djinovic. La lucha noviolenta. Los 50 puntos cruciales. Un enfoque estratégico con tácticas cotidianas. Center for Applied Non Violent Action and Strategies (CANVAS) Belgrado, Serbia, 2006

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