miércoles, 5 de junio de 2019

EL PUENTE DE LONDRES... ¿SE VA A CAER?


Mario J. Viera


¡Ah, magnífico, el gobierno de Trump ha anunciado nuevas medidas restrictivas contra ¿el gobierno castrista?! London Bridge is falling down, / falling down, falling down”. ¡Perfecto, ya está todo resuelto, en cuestión de semanas el castrismo se derrumbará! ¡Se prohibieron los cruceros a Cuba! Se prohibieron también los viajes de barcos de pasajeros, buques recreativos y aeronaves privadas (no de aerolíneas) desde Estados Unidos a Cuba. En consecuencia, como informa la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio (BIS), “los aviones privados y corporativos, los cruceros, los veleros, los barcos de pesca y otros aviones y embarcaciones similares en general tendrán prohibido ir a Cuba”. Medida inteligente, medida magistral, con esto se mantendrán “los dólares estadounidenses fuera del alcance de los servicios militares, de inteligencia y de seguridad cubanos”. Esta última aclaración es válida, es bueno no facilitarles a los represores de la seguridad del estado obtener divisas con las cuales fortalecer sus órganos de control sobre la población. Sí, señor, el Puente de Londres se está cayendo, / se está cayendo, se está cayendo...

¡Se está cayendo desde abril de 1961! ¡Se está cayendo desde octubre de 1962! ¡Se está cayendo desde diciembre de 1991! ¡Se iba a caer definitivamente en 1996 después de la aprobación de la Ley Helms-Burton! Pero qué difícil es cortar esa palma vieja que no la hacen caer, ni el hacha, ni huracanes, ni tornados, ni siquiera cuando el comején la infestó en 1991, cuando todos pensaron “¡Ahora sí se quiebra y cae!”

No, pero ahora sí, ahora sí se va a caer la palma vieja, finalmente el Puente de Londres se caerá, se caerá, se caerá, se caerá, es que nunca antes hubo en Estados Unidos un super héroe como Donald Trump que ha decidido prohibir los viajes de cruceros a Cuba los que, por tantos e incontables años, fortalecían el poder económico del castrismo, pero... ¡coño! si los cruceros viajan a Cuba desde hace muy pocos años, si el primero de ellos arribó al puerto habanero ¡el lunes 2 de mayo de 2016! ¡Hace solo tres años! Antes de esa fecha, desde la costa norte de la isla, se les veía, a lo lejos, cuando navegaban por el Canal Viejo de Bahamas, y a la gente les dio por llamar “elefante blanco” a aquel crucero, que veían pasar de vez en vez.

En 1991 comenzaba la etapa más crítica que hubiera jamás conocido el régimen de Fidel Castro. La caída del bloque soviético representó el golpe más duro que antes hubiera recibido, mucho más. demoledor que los efectos que sobre su economía pudiera haberle afectado el embargo estadounidense. El efecto dominó. que hacía caer uno tras otro los gobiernos comunistas de Europa Oriental, no llegó hasta el Caribe. Castro impuso un sistema rígido de control sobre la economía descargando sobre las espaldas del pueblo todos los rigores del que sería llamado Periodo Especial en tiempos de paz con miras a la supervivencia de su régimen.

En Estados Unidos gobernaba el republicano George H. W. Bush (20 de enero de 1989-20 de enero de 1993). Un presidente que no dudó en recurrir a la acción directa sobre países donde los interese geopolíticos de los Estados Unidos estuvieran bajo amenaza. Ya en 1989, Bush había enviado una fuerza de 24 mil soldados sobre Panamá para derrocar a un aliado incondicional de Fidel Castro, el general Manuel Noriega, no tanto por su alianza con el castrismo sino por la amenaza que el gobierno de Noriega significaba para un interés vital de los Estados Unidos, el Canal de Panamá. El 16 de enero de 1991, Bush lanzaría la Operación Tormenta del Desierto para desalojar a las fuerzas iraquíes que habían invadido a Kuwait desde el 2 de agosto de 1990. Mientras tanto, observaba lo que pudiera ocurrir en la isla, Cuba entonces había dejado de ser una amenaza directa hacia la seguridad nacional del gigante del norte. Con propósitos electorales, el 23 de octubre de 1992, Bush firmó la Ley Torricelli que antes había tenido su oposición, pero en aquel momento le convenía recibir el voto de los cubano-americanos de la Florida. La palma lograba mantenerse en pie; el Puente de Londres no caería.

En 1996 a impulsos del representante republicano de ascendencia batistiana, Lincoln Díaz Balart, el Congreso de los Estados Unidos aprueba la ley Helms-Burton que endurecía y codificaba el embargo y ratificada por el presidente demócrata Bill Clinton luego del derribo de dos avionetas de Hermanos al Rescate, sobre aguas internacionales por aviones Mig de las Fuerzas Aéreas del castrismo. En nada afectaría esa ley la pervivencia del régimen de Castro y solo sirvió como pretexto para condenar a largas penas de prisión a 75 activistas opositores y periodistas independiente. Con el surgimiento del chavismo, Castro recibiría una importante contribución de Venezuela que le permitiría salir del desastroso periodo especial.

Donald Trump, que necesita imprescindiblemente ganarse los votos electorales del estado de la Florida, activa el título III de la Helms-Burton, que las administraciones anteriores jamás activaron, y ahora se decide por implementar las nuevas medidas de presión económica sobre La Habana. Es cierto que Venezuela está en crisis y su asistencia en el suministro de petróleo al régimen de Raúl Castro también se encuentra en crisis, pero lo único que pudiera ocurrir malo para Cuba, es que ya el régimen castrista está llegando al umbral de un nuevo periodo especial, cuyos efectos se descargarán sobre los cubanos. El régimen continuará sobreviviendo. Ante las escaseces que se pudieran producir por las medidas electoralistas de Trump, no es probable, no existen indicios que lo demuestre, que se produzca una explosión social en contra del castrismo. Sin liderazgo político que encause la resistencia antisistema, los actos de protestas espontáneos serán solo chispazos de vida breve. La oposición al castrismo no ha llegado hasta las entrañas del pueblo, no ha sabido generar un movimiento movilizador, solo sus dirigentes están vueltos hacia el exterior.

Una nota especial: Donald Trump anunció que a partir del 18 de junio iniciará su campaña electoral con vista a su reelección. ¡Ya está en campaña! Y como está en campaña busca que su base política se nuclee a su alrededor; ¿acaso no dictó contra México medidas de restricción económica como la imposición de elevados aranceles a los productos provenientes de ese país? En su lógica politiquera, se encuadran perfectamente sus nuevas restricciones impuestas sobre Cuba. En definitiva, ¿se caerá, gracias a Trump, el Puente de Londres? Quien lo crea que siga soñando que hasta es posible que Peter Pan exista.

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