Mario
J. Viera
Cuando
uso el sustantivo integrismo no estoy refiriéndome a la definición que le da la
Real Academia Española; integristas en la Cuba del Siglo XIX eran los
peninsulares y cubanos ─ que los había ─ que se aferraban al integracionismo, a
mantener a Cuba sujeta a la corona española, bien en su estatus de colonia o
bien como provincia autónoma, y es con este significado que denomino a estas
honorables personas que suspiran por las alpargatas y los pantalones de pana.
Aunque
pienso como afirmara José Martí en su artículo “El remedio anexionista” que “no inspira respeto ciertamente, sino coraje,
el hábito de servidumbre en algunos hombres tan arraigado que les quita toda
confianza en sí, y, aliado a la soberbia, llévales basta suponer en los demás
la impotencia que en sí propios reconocen”, vale la pena abrir un diálogo
con los neo anexionistas, neo autonomistas, que desde una emigración acomodada
proponen devolver Cuba a España.
Es
pensar con mente de sietemesinos que la pequeñez territorial de una nación le
hace incompetente para alcanzar altos niveles de desarrollo y requiera
indefectiblemente de la tutela, de la protección de algún país de mayor
extensión. Cuba es pequeña, pero no tanto como alguno con mente simple pueda pensar.
En
cuanto a extensión Cuba ocupa el puesto 106, superando en extensión territorial
a Austria, Bélgica, Dinamarca, Israel,
Holanda, Hungría, Portugal y Suiza.
Cuba
es mayor en extensión territorial que Holanda y Suiza juntas y mayor que todo
el territorio de Israel y Bélgica.
La
preguntaré a Adalberto Ranssell-Levis, unido a la misma propuesta de Fernando
Núñez, si Israel, un país mucho menor en extensión geográfica que Cuba, rodeado
de enemigos, requerirá para su seguridad, existencia y desarrollo
social-económico-tecnológico unirse a la Unión Europea o estar tutelado por
algún país europeo. ¿Qué decir de Taiwán, una islita dentro del Mar de China
Oriental y China Meridional, teniendo enfrente a la poderosa China comunista?
Sin formar parte de ninguna potencia como Estado Autónomo, sin formar parte
prácticamente de ninguna organización internacional y asediada por la China
continental, Taiwán ha alcanzado un alto grado de desarrollo y goza de un buen
nivel democrático.
El
propósito de la “de-construcción de la historia real”, el deshacer “toda la
narrativa heroica mística que ha desnaturalizado la historia de la
hispanidad” de estos integristas, Ferrán
y Ranssell-Levis se funda en la opinión de otros, quienes a su vez se basan en
lo afirmado por otros ─ entre ellos el comunista Emilio Roig de Leuchsenring ─,
y sin hacer, per se, un debido cotejo de los documentos y archivos históricos
para lanzar sus tesis y solo haciendo uso de las interpretaciones históricas de
otros, entre ellos algunos españoles que todavía lloran por la herida del 98,
pretenden hablar ex cathedra, dando opiniones cargadas de falacias aunque muy
bien presentadas literariamente. Es que ambos son hombres cultos.
De
todos modos, ya que son adictos a la lectura
de historiadores no cubanos sobre Cuba, les recomiendo la lectura del
libro de Willis Fletcher Johnson, The
History of Cuba, Volume 4 y recorran las páginas del Capítulo IV (47-64),
creo les será de provecho.
Ferrán
dice: “Revisar la Historia no es
peligroso porque los hechos pasados son incontrovertibles”. Plenamente de
acuerdo con esta opinión, lo peligroso es tergiversar la historia sobre tesis
ajenas que pueden tener validez, con la misma validez que puede tener la que
Ferrán denomina historia oficial de los ideólogos de la República Mambisa. Si
para la interpretación de esa historia “oficial” pueden caber dudas, también
pueden inspirar dudas las versiones que se le oponen.
De
todos modos, los honorables integristas, debieran aclararnos a qué historia
oficial se refieren, si a la que desde 1902 hasta 1959 era la vigente o si se
trata de la historia relatada al estilo castrista. Si es esta última no se
requiere hacer muchos esfuerzos intelectuales para “de-construirla”
Para
justificar la asimilación de Cuba a su antigua metrópolis, Ranssell-Levis plantea una falacia post hoc que expone en su
artículo “Cuba entre Cibeles y la Estatua
de la Libertad”: “Ya una mayoría de
los países de la Europa del Este ven con agrado la desarticulación de sus fronteras
para convivir como Estados Asociados de la Unión Europea, esa adhesión no ha
hecho menos polaco a los polacos, ni menos europeos a los portugueses, ni menos
libres a más hombres”. La falsa premisa consiste en si esto es así la
consecuencia será que Cuba unida a España no hará menos cubanos a los cubanos.
Pero
la premisa es falsa. La mayoría, como dice, de los países de la Europa del Este no se han convertido en
Estados Asociados de un Supra Estado o de un Estado Federal. Se han aliado a una
comunidad como estados independientes y no como estados asociados, como pudiera
ser el caso de Puerto Rico que es un Estado Asociado a la Federación americana;
como sería Cuba si se asociara al Reino de España como comunidad autónoma.
En
el fondo de toda la retórica de hispanidad de estos honorables integristas se
encuentra el desprecio, sino el odio, que sienten por los Estados Unidos de
América, influencia recibida de sus raíces del “anti imperialismo” castrista.
Si
hay algo que debemos reconocer en el “retro movimiento integrista” es que
hablan una misma lengua retórica y hasta unos y otros se plagian sus escritos y
se aplauden entre sí con una férrea disciplina que recuerda la de los partidos
leninistas o los partidos fascistas.
Tienen
la misma pasión hispánica que tuvo el gran caudillo, Francisco Franco, uno que
ellos no han calificado de bandido, en tanto denigran toda la historia
republican de Cuba desde 1902 hasta 1959 y olvidan que España, desde antes de
1898 era una sentina política que transcurrió hasta 1975.
Si
Franco no hubiera nacido en 1892 y no hubiera llegado al poder a la edad de 47
años y no haberse antojado morir en 1975 cuando tenía 83 años de edad, todavía
en España existiría el franquismo y lo más probable es que España no habría
formado parte de la Unión Europea. Al llegar al poder, Franco lanzó una furiosa
represión en contra de sus opositores (con unos 60.000 ejecutados sólo entre
1939 y 1945, continuando las ejecuciones políticas hasta 1975). A su lado Fidel
Castro es un buena gente. El gallego Franco, al igual que Castro ─ pichón de
gallego ─ impuso una ideología intolerante que, en más o en menos, era parte
del modo de ser de los españoles. El caudillo, además, tal como hiciera Fidel
Castro, llevó a su país a una total miseria, tanta que hasta el papel valía más
que la peseta.
La
corrupción en España ha sido endémica, lo sigue siendo. Los distinguidos
integristas quieren exorcizar nuestros
demonios de origen hispánico uniéndonos a la hispanidad, a inclinarnos ante un
rey extranjero, a convivir con la corrupción de los partidos políticos de
España ya sea el PSOE o el PP o IU o contagiarnos con todos los conflictos que
existen en todas las comunidades de España y hacernos estado asociado autónomo
de una nación donde ya soplan aires de fronda y de secesión.
Así
tengo que decirles: ¡Qué va compadres, solavaya! A mí que me dejen con mi
islita, que si no hubiera sido por el gallego fascista de Fidel Castro, hoy,
sépanlo bien, hoy, tendría niveles de desarrollo económico y social muy
superior al que pudiera esperar tener el Reino de España. Si no me creen, vean
lo que la comunidad cubana logró en un territorio que solo era una playa, un
enorme naranjal y un gran pantano y le convirtió en una gran ciudad: Miami, a
ver cuál ciudad de España puede competir con Miami y qué empresario español
pueda igualarse a un empresario cubano.
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrar