Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD
Senador republican Ted Cruz |
Es el golpe de un grupo republicano
sobre el liderazgo del partido, con la amenaza de reventar la economía nacional
si el congreso no hace lo que quieren. Han puesto al poder legislativo,
fácilmente controlado por manipuladores, a merced de uno particularmente
insidioso, el senador Ted Cruz. Aprovechan la peculiar ineptitud del speaker de
la cámara de representantes. Cruz es un demagogo mayor, risueño sembrador de
rechazo, y el segundo, John Boehner, es su vehículo para implementar una
estratagema disfrazada de ideología. Reconocer ideología en el ardid del
senador Cruz es otorgarle una talla intelectual que no tiene, pero la ineptitud
del speaker es tal que no le ha quedado otra cosa que aceptar el ‘razonamiento’
con que Cruz lo sustenta.
La estratagema golpista ata el
servicio de la deuda nacional al dinero para implementar la reforma médica, el
Obamacare. Si los demócratas quieren que Washington funcione, entonces
necesitarán dejar sin fondos al Obamacare. La demagogia de Cruz es consistente.
Lo que es difícil de entender es la facilidad con que los republicanos de la
cámara baja, bajo el speaker Boehner, se han prestado al curso de acción
adelantado por Cruz, un chantaje claro y descarado que le sirve de vehículo de
figuración nacional, uno de los muchos que usará a lo largo de su carrera.
¿Y el estado de derecho? Los golpistas
pretenden que su chantaje nos devuelva al estado de derecho original, definido
por ellos. ¿Por qué lo hace Cruz? Por figureti, por bonito, por pose, y porque
la campaña contra el Obamacare ha sido tan cerrada que muchos en la oposición
republicana no ven más que sus propias falacias acerca de ella. La
desactivación de la reforma médica es un instrumento, bisturí o cuchillo de
carnicero, en manos de gentes como Cruz. De nada sirve que el derecho federal
sobre la práctica médica haya sido reconocido y refrendado por la Corte Suprema
de acuerdo a las cláusulas que regulan el comercio interestatal. Cruz busca
renombre matando la reforma, y para eso ha empujado a la cámara a la que no
pertenece a que condicione la salud fiscal del país a la salud fiscal de la
reforma médica. ¿Plata para necesidades? Maten el Obamacare, quítenle su
dinero, déjenlo sin nada.
Hay quienes opinan que Cruz es una
Michele Bachmann hecha hombre en el Senado. Tengo que admitir que hay cierto
parecido fisionómico entre el rostro de los ojazos abiertos en ella y la
sonrisa como de gato que se comió al canario en él, pero allí se acaba el
parecido. Cruz es demasiado inteligente para decir cosas como las que salen de
Bachmann, su sugerencia –por ejemplo– de investigar a representantes y
senadores para determinar quienes son los ‘antiamericanos’ en el Congreso,
traidores. Bachmann pudiese haber sido una nueva y femenina Joe McCarthy, pero
no da la talla. El que sí la da es Cruz, de la misma edad de McCarthy, 42 años,
cuando empezó a acumular poder en base a acusaciones que destrozaron vidas y
carreras, y que convirtieron al comité de asuntos antiamericanos (unAmerican
activities) en una mezcla de inquisición y cacería de brujas.
Cruz ha empujado sobre la cámara el
ultimátum de matar el Obamacare o cerrar el gobierno. Sí, ese es Cruz. Ahora,
vayamos al segundo del día, y mientras que Cruz, el manipulador, goza
proyectando una apariencia venenosamente inocente, Boehner, de más alto rango,
es simplemente patético en su impotencia, un speaker que tiene que sentirse y
saberse inadecuado para el cargo, pero debe gustarle el título, la posición y
el poder que ostenta.
Nuestra gobernabilidad, buena fe y
crédito de país están amenazados en esta maniobra, este golpe empujado y
liderado por republicanos del Tea Party. Cruz, un controlador activo, tiene a
Boehner, un líder pasivo, atado en nudos.
La curiosa inefectividad de Boehner
lleva a preguntarse por qué lo aguantará su bancada en el cargo que ocupa. Es
precisamente por eso, por inefectivo, porque carece de espina dorsal, porque es
útil para los Cruces de la nación, que lo llevan por la senda que quieran. Es
su Prisionero de Senda, como en esa novela del siglo XIX, de sir Anthony Hope,
aunque esa senda es con zeta, Zenda. Triste destino al que nos acercamos
llevados por Cruces en sendas para Boehners, triste cuando un demagogo activo
es capaz de manipular a un líder pasivo, amenazando la economía con el pretexto
de matar el Obamacare, que resulta claro que está aquí para quedarse. ¿Qué es
entonces lo que hace Cruz? Hace demagogia, cara por lo barata que es. Que Dios
nos proteja de manipuladores como él, porque si bien pueden no haber los
antiamericanos que la Bachmann quería identificar en el Congreso, sí que hay
manipuladores en él.
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