Andrés Oppenheimer. EL NUEVO HERALD
Gran parte del mundo está exigiendo
que se ejerza mayor presión sobre Siria tras el informe de los inspectores de
las Naciones Unidas según el cual se utilizaron armas químicas en Siria, pero
—sorprendentemente— Venezuela y algunos de sus aliados siguen defendiendo
apasionadamente al dictador sirio Bashar al Assad.
A principios de esta semana, después
de que el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon presentó el
informe de los inspectores de la ONU según el cual existen “evidencias claras y
convincentes” de que se usaron armas químicas en el ataque del 21 de agosto en
los suburbios de Damasco, el presidente venezolano Nicolás Maduro atacó al
encargado de la ONU por supuestamente apoyar a los enemigos del “pueblo sirio”.
“¿Por
qué el Secretario General de la ONU se presta (a los planes para atacar Siria),
como si fuera fiscal y juez de los pueblos del mundo, y se pone al servicio de
la estrategia de guerra, en vez de estar al servicio de la paz?”, preguntó
Maduro en un discurso del 16 de septiembre, horas después de darse a conocer el
informe de la ONU.
En un discurso anterior, del 30 de
agosto — más de una semana después del ataque del con armas químicas del 21 de
agosto — Maduro dijo en un discurso que “Venezuela
está con Siria, y con el presidente Bashar al Assad, y con el pueblo sirio”.
Un día después, el 31 de agosto, Maduro emitió una declaración oficial apoyando
a Siria en su lucha contra las “agresiones guerreristas injustificadas”.
Mientras tanto, los medios
oficialistas venezolanos han convertido a Assad en un héroe, y culpan a Estados
Unidos e Israel por la crisis siria. El diario oficialista Correo del Orinoco
del 19 de septiembre muestra una caricatura de aviones de guerra que en lugar
de bombas lanzan corazones con la leyenda “al pueblo sirio, de los pueblos del
ALBA”.
El diario oficialista Vea, en una de las caricaturas
antisemitas que aparecen frecuentemente en los medios progubernamentales
venezolanos, publicó el 9 de mayo una caricatura mostrando un esqueleto vestido
de negro que representa la muerte, con una hoz y una estrella de David, con la
leyenda “Como estábamos cansados de matar palestinos, vamos a acabar ahora con
los sirios”.
Lo más sorprendente de estas
caricaturas es que siguen saliendo de la máquina de propaganda de Maduro
después del informe de la ONU, que — sin decirlo explícitamente, porque eso no
entraba dentro de la misión de los inspectores en Siria — apunta claramente a
que las fuerzas de Assad fueron responsables del ataque con armas químicas del
21 de agosto. Aunque el informe de la ONU no toma partido, dice que los cohetes
cargados de gas Sarin fueron lanzados desde posiciones controladas por el
gobierno sirio.
Aunque menos virulentamente, algunos
aliados de Venezuela como Cuba y Bolivia, también siguen apoyando a Assad a
pesar del informe de la ONU. Los demás países latinoamericanos han apoyado el
acuerdo de Ginebra entre Estados Unidos y Rusia para exigirle a Siria que
destruya sus depósitos de armas químicas.
Roberta Jacobson, la encargada de
asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado, me dijo en una entrevista
que hay cierta “desilusión” en Washington por el hecho de que muchos países
latinoamericanos no hayan hecho declaraciones más contundentes sobre el uso de
gas sarín por parte del gobierno de Asad.
Jacobson añadió que “los países del Hemisferio Occidental quieren
ser actores globales, y cada vez lo son más. (Pero) si quieren ser actores globales, deben participar y hacerle frente a
los desafíos que se le presentan a la comunidad internacional”.
Mi opinión: Es completamente legítimo
que los países latinoamericanos se opongan a una intervención unilateral de
Estados Unidos en Siria, o incluso a una intervención más amplia de Estados
Unidos con docenas de otros países fuera del marco de la ONU. Yo mismo tengo
serias dudas sobre la conveniencia de una intervención para detener la
carnicería en Siria sin algún tipo de respaldo de la ONU.
Pero defender a un dictador que ha
masacrado a una buena parte de las 100,000 víctimas de la guerra civil siria, y
que según todas las evidencias ha utilizado armas químicas contra su pueblo, es
escandaloso.
Maduro probablemente esté
sobreactuando con respecto a Siria porque necesita el respaldo de los sectores
radicales del chavismo tras su dudosa victoria electoral del 14 de abril, y
ante el desastre económico que está debilitando su gobierno. Y la admiración de
Maduro por los dictadores, una herencia del chavismo, también podría explicar
su simpatía natural por Assad.
Sin embargo, el apoyo entusiasta de
Venezuela al régimen sirio después del ataque con armas químicas del 21 de
agosto debería ser denunciado por todo el mundo por lo que verdaderamente es:
un abierto respaldo a crímenes contra la humanidad.
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