Raúl Benoit. DIARIO LAS AMERICAS
Aunque no lo parezca, una aparente
respuesta rutinaria del secretario de Estado estadounidense John Kerry, hizo
que el mundo ganara y cambiara el rumbo de una eventual guerra o por lo menos
aplazó el problema.
Ante la pregunta en rueda de prensa
sobre si el régimen de Damasco tenía manera de convencer a los Estados Unidos
para que cancelase los planes de bombardear objetivos específicos, Kerry dijo:
“Claro que sí. Podría entregar todas y
cada una de sus armas químicas a la comunidad internacional”. Parodiando al
famoso Chavo del Ocho, sin querer queriendo, Kerry, prácticamente invitó a la
mesa a Rusia. La insinuación sonó ingenua, difícil de llevar a cabo. No
obstante, Vladimir Putin, astuto y ladino, metió la cuchara en la sopa. Ni
corto ni perezoso se dispuso a devorar los platos dejando a los Estados Unidos
con la boca abierta y a los guerreristas petroleros y vendedores de armas con
hambre y sed de sangre.
Hay que recordar que Rusia es aliado
del Gobierno de Bashar al-Assad y todo lo que haga no es para quedar bien ante
su enemigo acérrimo, sino para encubrir las fechorías de su amigo. Algunos
dicen que “quién manda a Estados Unidos a ser tan arrogante y creerse el
policía del mundo” pero, mi valoración es que Obama lo está pensando bien. Él
no ha estado totalmente decidido a ir contra Siria. Busca pretextos desde que
entregó al Congreso la responsabilidad de resolver el dilema del ataque. Obama
ha venido haciendo espera, moviendo fichas políticas y, aunque en el juego de
la diplomacia parece haber perdido, está ganando espacio y credibilidad frente
a un pueblo que lo único que escucha de la prensa derechista son críticas a su
gestión.
Aquí los perdedores son los
parlamentarios, especialmente los republicanos, que no apoyan al Presidente, no
por el bien de la nación, sino por desprestigiarlo, volver al poder y sin duda
favorecer oscuros intereses. Obama no se ha dejado intimidar y debe saber lo
que esconde la crisis de Siria y por eso ha sido cauteloso.
Bombardear es equivocado, no sólo por
el daño humano, sino porque esto apoyaría a los rebeldes sirios, lo cual se
convertiría en otro bumerán contra los Estados Unidos como ha sucedido en el pasado
cuando patrocinan regímenes terroristas y guerras.
Hay que subrayar que los insurgentes
sirios son pasionalmente antiamericanos y pro Al-Qaeda. Dudo mucho que las
Naciones Unidas investiguen si son ciertas las denuncias de que la CIA ayudó a
los rebeldes a robar las armas químicas para atacar al pueblo y echarle la
culpa al Gobierno con el fin de desestabilizarlo. Pero, si eso fuese cierto,
estaríamos frente a una nueva conspiración gringa.
El deber de la prensa es preguntar si
hubo un trabajo sucio de agentes estadounidenses en Siria, quiénes están detrás
y si son sirvientes de intereses políticos y económicos, como los vendedores de
armas y los petroleros.
Sin querer queriendo Kerry cerró una
puerta a los guerreristas que empujaban con malicia y ambición, y abrió un
camino a la paz, a la negociación y al diálogo, no interesan las eventuales
pérdidas diplomáticas, porque a veces es mejor perder que ganar, es más
conveniente bajar la cabeza que ser descalabrado.
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