Raúl Rivero
...al tiempo que desde las esferas gubernamentales una burocracia apresada entre la torpeza, la corrupción y el miedo a los cambios, despacha órdenes y decretos, la papelería necesaria para controlarlo todo (como enseñan los manuales), un reducido sector de población juega a la empresa privada.
Madrid – El intento de reciclar el socialismo real cubano deja ver día a día que los vicios y la maldición que lo llevaron al fracaso, están clavados en las raíces de cualquier movimiento que lleven adelante sus promotores. La vocación para la chapucería y la derrota, como dijo el poeta, van en aquel corazón como un infarto.
Ese proceso tiene dentro una sombra que no respeta mapas ni distancias y oscurece, con la misma intensidad, los dominios de todos los puntos cardinales. Es decir, la vida entera de la sociedad.
El panorama visible en la antesala del imperceptible otoño caribeño que tratará de entrar la semana que viene, tiene el mismo fogaje del verano y revela que la represión, que fue un factor clave para el poder en el último medio siglo, sigue en el primer plano, pero aumentada, sofisticada y extendida –al ritmo de los brotes de rebeldía– en cada esquina de la república.
Los reportes de arrestos de opositores son ahora masivos en territorios como Santa Clara y Santiago de Cuba. Y junto a reconocidos disidentes como José Daniel Ferrer, Ángel Moya, José Luis García Pérez (Antúnez) y Guillermo Fariñas, han ido a parar a la cárcel decenas de activistas, principalmente Damas de Blanco y mujeres de apoyo a esa agrupación de familiares de presos políticos.
La oposición, el periodismo independiente y los blogueros trabajan al vaivén de ese clima de violencia y amenazas.
Por otra parte, al tiempo que desde las esferas gubernamentales una burocracia apresada entre la torpeza, la corrupción y el miedo a los cambios, despacha órdenes y decretos, la papelería necesaria para controlarlo todo (como enseñan los manuales), un reducido sector de población juega a la empresa privada.
Ellos se tienen que creer en ese papel y deben salir a escena con resolución y la letra aprendida porque es la única manera de la salir de la pobreza, que se mantiene –por cierto– como el otro elemento fundamental (junto a la represión) que le puso rostro al socialismo real. Ahora, aunque se enmascare, se cubra con caperuzas y use coloretes, sigue en el mismo asiento de primera en el viaje anunciado para transformar la economía.
La propaganda sobre la milagrosa transformación cubana desarrolla una curiosa selectividad para dar cifras y para escoger pícaros locales y extranjeros. Los dos grupos con gran disposición a mostrarse deslumbrados o, por lo menos, llenos de optimismo y esperanza en el porvenir de Cuba.
Los espacios para los opositores están clausurados. Hay tanto interés en callarlos como en anularlos y dejarlos sin identidad ni presencia en el país donde nacieron ellos y sus abuelos. Los quieren condenar a una reclusión domiciliaria por la fuerza y las calles, las plazas y los parques son sitios prohibidos para quienes quieren, pacíficamente, pedir la libertad en voz alta. Y luchar por ella.
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