‘Sobre imbéciles y malvados’
Alfonso Oramas Gross. EL UNIVERSO. Ecuador.
“Ya le llamé imbécil en esta misma página el 23 de diciembre de 2007, en un artículo que terminaba: ‘Más miedo me da un imbécil que un malvado’. Pero tampoco hacía falta ser profeta, oiga. Bastaba con observarle la sonrisa, sabiendo que, con dedicación y ejercicio, un imbécil puede convertirse en el peor de los malvados. Precisamente por imbécil”.
“El problema es que buena parte del trabajo a realizar, que por lo delicado habría correspondido a personas de talla intelectual y solvencia política, lo puso usted, con la ligereza formal que caracterizó sus siete años de gobierno, en manos de una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no en sinvergüenzas que, pese a que su competencia los hacía conscientes de lo real y lo justo, secundaron, sumisos, auténticos disparates. Y así, rodeado de esa corte de esbirros, cobardes y analfabetos, vivió usted su Disneylandia durante dos legislaturas en las que corrompió muchas causas nobles, hizo imposibles otras”. “El paso de imbécil a malvado lo dio usted en otros aspectos que en su partido conocen de sobra, aunque hasta hace poco silbaran mirando a otro lado. Sin el menor respeto por la verdad ni la lealtad, usted mintió y traicionó a todos. Empecinado en sus errores, terco en ignorar la realidad, trituró a los críticos y a los sensatos”.
“Ojalá la peña se lo recuerde durante el resto de su vida, si tiene los santos huevos de entrar en un bar a tomar ese café que, estoy seguro, sigue sin tener ni puta idea de lo que vale. Usted, señor presidente, ha convertido la mentira en deber patriótico, comprado a los sindicatos, sobornado con claudicaciones infames al nacionalismo más desvergonzado, envilecido la Justicia, penalizado como delito el uso correcto de la lengua española, envenenado la convivencia al utilizar, a falta de ideología propia, viejos rencores históricos como factor de coherencia interna y propaganda pública. Ha sido un gobernante patético, de asombrosa indigencia cultural, incompetente, traidor y embustero hasta el último minuto; pues hasta en lo de irse o no irse mintió también, como en todo”.
He transcrito párrafos del artículo titulado “Sobre imbéciles y malvados” escrito hace pocos días por Arturo Pérez-Reverte, uno de los más conocidos novelistas españoles de la actualidad, en la revista on-line XLSemanal y dirigido abiertamente a Rodríguez Zapatero, actual presidente del gobierno español. Imbécil, corrupto, traidor, terco, patético, incompetente, embustero, son algunos de los injuriosos calificativos que Pérez-Reverte endilga al gobernante español, sin embargo de lo cual Rodríguez Zapatero no ha pensado enjuiciar penalmente al escritor, ni demandar una multimillonaria indemnización. ¿Falta de dignidad de Rodríguez Zapatero o una fidelidad absoluta, como demócrata convencido, a la libertad total de expresión? Decidan ustedes.
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