El camino es el de la democracia
José Antonio Fornaris Ramos
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanaet.org) – En algo más de 20 años, la disidencia y la oposición pacífica cubanas han dado a conocer más documentos que pelos tenemos en la cabeza. En algunos casos esos pliegos han tenido tendencia abarcadora y en otros solo han tocado asuntos muy específicos. Yo mismo, en algún momento del pasado, redacté alguno o ayudé a recoger firmas para otros. Al final, o se ha logrado muy poco o no se ha logrado nada.
En casi todos los casos ha sido imposible conciliar las posiciones. Y en algunos momentos lo que se ha logrado es que surjan otras hojas en desacuerdo con el documento previamente publicado.
El último se titula “El camino del pueblo”. Entre los firmantes de ese “Camino” hay personas a las que quiero mucho; también están algunas a las que quiero muy poco; pero independientemente de preferencias personales, como cubano libre -desde el punto de vista mental- me siento facultado para decir que el tiempo de los documentos ya pasó.
Sobre todo de esos en que nos tomamos atribuciones que no nos pertenecen, en los que decimos qué es lo que hay que hacer en el futuro. Eso es arrogarnos funciones que no nos pertenecen. El pueblo en ningún momento nos ha otorgado el derecho de determinar por él.
En el futuro habrá una Constituyente, un Congreso con una o dos cámaras y un Presidente de la República elegidos en las urnas de forma libre y justa. Y ellos serán los que tendrán la facultad, a través de los mecanismos y las formas requeridas o aprobadas, para determinar lo que habrá que hacer con algunas cosas de interés nacional que ahora nos preocupan sobremanera.
Querer desde la actualidad, confusa y destructiva, sentar pautas y decir lo que hay que hacer cuando el actual sistema político y social colapse, es en el mejor de los casos, una usurpación de funciones.
Mi opinión -y por supuesto no es nada más que una opinión- es que el camino a seguir es el logro de la democracia. Y para eso no hay que redactar nuevos documentos y firmarlos.
El punto es trabajar en esa única dirección. Pedirle, rogarle, suplicarle a toda persona que en el mundo tenga un poco de vergüenza que nos ayude en ese legítimo derecho. Solicitarles a todos apoyo para terminar con el humillante apartheid político en que los cubanos viven sumidos. Implorar, si es necesario, a todas las personas de buena voluntad, su apoyo a favor de que la ideología extranjera que nos ha sido impuesta a la fuerza, sea desterrada de nuestra nación.
Eso no tiene por qué lacerar el orgullo de nadie; en definitiva, desde hace mucho tiempo se sabe que lo que humilla a un ser humano, humilla a toda la especie.
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Sobre “El camino del Pueblo” de Oswaldo Payá (Desencuentro de Payá y Biscet en el camino hacia la democracia)
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